Opinión

La cámara alta, altamente impopular

Por Jumanji Solar

En la plaza de la Marina Española reside el Senado, la Cámara alta de los españoles. Se remonta a la época de la regencia de María Cristina, cuando la madre de Isabel II dividió las Cortes en dos Estamentos, el de los Procéderes del reino y el de los Procuradores. Durante la Segunda República el Senado se suprimió. Ahora, en plena campaña electoral, el debate regresa a las calles cuando los votantes en potencia se encuentran con qué hacer con la papeleta salmón.

El Senado cuesta al año sesenta millones de euros. Sueldos, dietas, viajes, subvenciones a los grupos parlamentarios, traducciones simultáneas en los cuatro idiomas cooficiales del Estado… y pensiones vitalicias. Todo esto lo disfrutarán en la próxima legislatura otros 266 senadores, mientras que en Alemania tienen cien, en EE.UU. uno por cada estado y en países como Dinamarca y Noruega no existen.

Su función es simbólica. El Senado puede proponer leyes, pero debe enviarlas al Congreso para que se aprueben; controla al Gobierno, pero éste al final solo responde ante la Cámara Baja; puede vetar leyes, pero el Congreso con mayoría simple anula esa decisión. Hoy en día el Senado tiene las mismas competencias legislativas que una comisión del Congreso.

La composición de esta Cámara se organizó en el periodo embrionario de nuestra joven democracia, cuando era vital que ningúno de los organismos tuviese la oportunidad de frenar los importantes cambios que en esos momentos se necesitaban en España.

Los grandes partidos hablan, en tiempos que conviene hacerlo de recortes, de las diputaciones y de cómo la eliminación de las instituciones locales sería óptima para la salud económica del Estado. Pero, ¿y el Senado?, ni se toca de momento. Una posible reforma del mismo supondría la aceptación de una reducción de poderes del Congreso, el que está cada vez más a la sombra de Europa y las comunidades autónomas, y que los nacionalistas asumieran la igualdad de representación de todos los territorios españoles. Seguirán pasando los años de viajes y dietas pagadas, aparte de los sueldos, claro. Interesa. PSOE y PP, PP y PSOE, la mayoría de la Cámara Alta, coloca a más de cien miembros de su partido en los asientos de senador.

Es tiempo de cambio, se lee en la calle. Es tiempo de austeridad, obligan las arcas. Seamos consecuentes, seamos Europa también para esto. Tengamos un Estado útil y eficaz.


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