Embajadores

Los Embajadores de la droga

Cartel contra las cundas del barrio madrileño Embajadores. Por José González

No queda ningún sitio libre. La zona de aparcamiento de residentes del barrio madrileño de Embajadores está ocupada, incluso la de minusválidos. A pesar de no tener ninguna tarjeta que autorice su detención, unos característicos coches, con los bajos manchados de barro, ocupan estas plazas. Todos los vecinos los conocen; son las cundas.

Estos «taxis» ilegales trasladan a los drogodependientes a comprar droga a poblados alejados de la capital como la Cañada Real o Valdemingómez. Las cundas ya no son coches viejos, robados o destartalados, sino que están en buenas condiciones y con los papeles en regla. Una de las dificultades más notables para la actuación policial.

Más de 500 toxicómanos se concentran al día en las calles de este barrio demandando al cundero su traslado. Cada pasajero paga cinco euros para el viaje de ida, la espera y la vuelta. Además de pagar el trayecto, los toxicómanos suelen recompensar a este tipo de taxista con una dosis de droga. Este oficio llega a reportar entre 2.000 y 3.000 euros mensuales, sin contar el gasto de la compra de la droga.

La Policía Municipal patrulla continuamente las calles adyacentes a la glorieta de Embajadores, pero los vecinos del barrio demandan una medida más eficiente contra los cunderos, las multas.

«Llevamos diez años luchando contra esta lacra. Lo único que queda para solucionar este problema es la mano dura; es decir, una vigilancia continua, y que la Policía ponga multas por orinar, por incitar al consumo de droga o por aparcar mal», reclama Luis Sánchez, vecino del barrio del nudo sur de la capital.

La Asociación de Vecinos de Embajadores ha mostrado su indignación por las excusas de Javier Conde, el coordinador de seguridad del Consistorio, en la que expresa que el Ayuntamiento de Madrid «no tiene herramientas legales» para acabar con las cundas.

Los vecinos, ante estas declaraciones, emitieron un nuevo comunicado donde argumentan que en su barrio se «facilita el consumo ilegal de drogas»; penado en el artículo 368 del Código Penal.

«Consumir droga no está penado, pero sí incitar al consumo. El cundero nos pide que si nos subimos al coche para ir a la Cañada Real a por dosis, independiente de quien pase por la calle. Esto es un peligro para los menores», manifiesta Pilar, una vecina y miembro de la Asociación de Afectados de la Glorieta de Embajadores de Madrid.

En este negocio, se cuenta además con una tercera persona: el captador, que distribuye los coches según vayan llegando los drogodependientes a Embajadores. «Él está todo el día, y también va de vez en cuando a por su droga», explica Virginia García, vecina y miembro de la Asociación.

Los vecinos de Embajadores también demandan más controles, no sólo los rutinarios que comprueban que el coche tenga los papeles en regla, sino de alcoholemia y drogas; de esta manera, «se rentabilizaría el esfuerzo de los efectivos policiales con mayor número de infracciones, sanciones y detenciones», demanda la Asociación en su comunicado.

Aunque el personal de limpieza actúa dos veces al día, la suciedad y el mal olor se percibe por estas calles. «Recojo muchas cacas, jeringuillas y papelinas», relata una asistente de la zona.

Una cunda que va a trasladar a los toxicómanos. Por: José González

«Alonso el Narco»

Las calles más perjudicadas por los cunderos y los toxicómanos son Sebastián ElCano, Martín de Vargas, Bernardino Obregón, la calle de Embajadores, la misma Glorieta, y, sobre todo, Alonso del Barco, que, incluso, ha sido rebautizada por los vecinos como «Alonso el Narco». Los toxicómanos y los cunderos hacen vida en ella, y los negocios, ante el miedo de los vecinos a pasar por esta calle, echan el cierre al quedarse sin clientes, como bares, una tienda de «todo a un euro» o una ludoteca. Además, es frecuente ver portales con doble puerta para evitar que los toxicómanos se metan a dormir o consumir.

Los carteles en contra de las cundas inundan las ventanas y balcones de las viviendas. «Puse un cartel y cuando salgo a la terraza, los toxicómanos me insultan», comenta Virginia.

Según los vecinos, los improperios están a la orden del día. «Sufrimos las cundas todo el día, desde que abrimos hasta que cerramos. Cuando no intentan robarte algo, te insultan. La boca de metro de la Glorieta está inutilizada porque la gente no se atreve a salir. Que no salga nadie por ahí, a todos nos afecta», revela Azucena Alonso, quiosquera de la Glorieta de Embajadores.

Debido a la crisis económica, a finales de año, el Ayuntamiento de Madrid decidió cerrar la narcosala, el centro asistencial de venopunción de las Barranquillas. El recorte del Gobierno de Esperanza Aguirre ha supuesto una reducción del 35% en las ayudas públicas que financian estos programas y centros de drogodependientes.

La Asociación Proyecto Hogar (APH), una organización sin ánimo de lucro que previene la drogadicción y atiende a los toxicómanos en varias zonas de Madrid, una de ellas, en la Glorieta de Embajadores, declara que «el cierre de recursos de la red de atención supone un fuerte varapalo a los avances que han sucedido en las últimas décadas en cuanto a la atención del drogodependiente», y que, en consecuencia, «es probable que problemas que habían encontrado una respuesta adecuada en los últimos tiempos, vuelvan a convertirse en retos para la ciudadanía».

Para la APH, «la drogodependencia es un problema al que hay que ofrecer una respuesta real», y considera que «aplicar medidas coercitivas sólo favorecerá el traslado del problema y no su solución».

Recogida de firmas de la Asociación de Afectados de la Glorieta de Embajadores de Madrid. Por: José González

De Neptuno a Embajadores

Los cunderos y los toxicómanos primero se adueñaron durante tres años de la plaza de Neptuno, y tras la lucha de los vecinos y la actuación policial, lograron su evacuación. El problema no encontró un remedio sino un traslado, desde hace diez años, a la Glorieta de Embajadores.

 La Asociación de Afectados de la Glorieta de Embajadores actúa contra esta lacra que padecen día y noche. Cada jueves a las 20:00 de la tarde se concentran para reunir firmas para erradicar este problema y no su traslado.

 Los vecinos consideran que «se debe poner la droga más fácil para que no dependan de quien le lleva y le trae. El Ayuntamiento tiene que darles lo que necesitan», demandan.

7 comentarios en «Los Embajadores de la droga»

  • soy uha vecina de embajadores,gracias por el texto està muy bien describe perfectamente el dia a dia de barrio.Dentro de los cunderos tambien hay jubilados y parados que se sacan un sobresueldo.

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  • Gracias por el reportaje, es una gran radiografía de nuestros triste día a día.

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  • Hay qué tener claro, qué ni las cundas, ni los yonkis han desaparecido de la Glorieta de Embajadores, aveces hay menos pero estan ahi, tambien purulan por las calles aledañas, Martin de Vargas es un ejemplo, aquí siempre estan aparcados de noche y de dia, aveces hasta cuatro cundas. Detuvieron a varios pero….hay muchisimos, y esos siguen aquí

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  • Primero,porque hay cunderos,
    Porque los taxis no van ls calada.
    Potqu e no se autoriza a un taxi, pero qe tenga m a npara,cobrR por ad e lantado e i nformar por la emi s ora del desolazamiento?

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  • Porque le pides a un taxis que te lleve, c on 20 delante y dice que no

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  • Una. Ez le dije aiun taxi en barajas q ue me llevara al hotel que esta a la entrada de mercamadrid, llegando le pedi qu parR cin o minitos que iv a al cajero, cuando regrese mis maletas en em suelo y yo en el creo barrio vLlecad solo, menos mal que el del bar lovio todo llamo el y v i no un tsxi hornado y explico eproble

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  • Poner auto uses,servi io pu l i co, e n Barcelona pasab igual con csntne, u. Po lado de la droga, pues el bus te dejs a s la puerta del po kado y en ima era gratis. Eso si, habia una pareja ve vigilante y a la m i nims a la calle,

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