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«Hay gente que no acaba de admitir a los inmigrantes»

Emilio Sanz es secretario de la Asociación. Por A. Fernández

Sus puertas son difíciles de encontrar cuando no se es del barrio. Un cartel amarillo con el nombre Asociación Vecinal «Amistad de Canillejas» en el número 86 de la calle Esfinge da señales de su ubicación entre edificios de ladrillo de diez pisos. Emilio Sanz, el secretario de la junta, abre la puerta de cristal y expone los principales problemas que trata de resolver esta asociación.

Es amable con quien llega a pedir información. No importa que en su mente estén las sumas de la hipoteca por el local que debería ser propiedad del IVIMA – Instituto de la Vivienda de Madrid-. Es cordial aunque se ofusque porque deben pagar poco a poco una multa que les impuso la SGAE -Sociedad General de Autores y Editores por emitir canciones españolas en su emisora comunitaria Onda Diamante.

Sanz, de cabello lacio negro lacio con algunas canas y de tez blanca, es interrumpido por unos vecinos que necesitan la sala de usos múltiples para celebrar una reunión. Los recibe, atiende y relata que ahora sólo suman 150 socios, pero que se debe a que el barrio ya no tiene tantos problemas estructurales como en los años 70 y 80.

Javier Del Valle, locutor de la emisora Onda Diamante

«Esta zona del barrio procede de una antigua Unidad Vecinal de Absorción (U.V.A), donde se recogía a personas inmigrantes, procedentes de provincias de España que venían a trabajar a Madrid. La asociación tenía muchos más socios cuando le faltaban dotaciones de servicios necesarios. Bajó la participación cuando bajaron los problemas. Pero seguimos teniendo otros problemas», señala el secretario.

Entre sus principales preocupaciones está integrar a la población inmigrante con la española. Más de cinco mil extranjeros residen en ese barrio madrileño. «Siempre enviamos mensajes integradores porque pensamos que la gente inmigrante ha venido a nuestro país a trabajar y como tal hay que darle respuesta y acogerle. Pero somos conscientes que esto genera problemas con algunos vecinos. Hay gente que no acaba de admitir a los inmigrantes, pero trabajamos en ese sentido», apunta Sanz, padre adoptivo de dos niñas de Bolivia.

Parte de estos mensajes de integración los transmiten en las fiestas patronales de barrio, que organizan desde hace 30 años. Consignas como «Canillejas acoge» o «Amistad en Canillejas» son comunes en sus casetas del recinto ferial, entre la calle Esfinge, las cocheras de Metro y el cementerio municipal.

Emilio Sanz, tiene más de cincuenta años, sus padres son de Canillejas y se mudaron a Leganés después de Sanz pasara su juventud en el barrio. El secretario decidió volver a Canillejas cuando se casó porque añoraba el ambiente de barrio.

Cuenta Emilio, que debido a esta labor integradora la Asociación han sufrido algunas experiencias incómodas con algunos grupos extremistas que tienen simpatizantes en el barrio. «Está el Movimiento Juventudes de Canillejas, neofascistas, pero que hacen más propaganda por internet que lo que molestan. Alguna que otra vez nos han hecho pintadas en la fachada o en las puertas», dice Sanz. El secretario de Amistad de Canillejas trata de quitarle hierro al asunto. Dice que la cosa no ha ido a más.

Actividades para todos

Los vecinos pueden solicitar el uso de las instalaciones de la asociación

La asociación que preside José Luis Mesa, no sólo se encarga de acoplar a los inmigrantes, sino que realiza actividades de esparcimiento y formación para los vecinos. Los directivos sólo están en las oficinas de lunes a miércoles, pero los socios tienen acceso a las instalaciones previa notificación. Hay clases de manualidades, programas de radio de ocio e informativos en el 98,4 de la FM y talleres de literatura. «Este grupo de literatura es de mujeres de cierta edad que pueden disfrutar ahora la información cultural que en su juventud no tenían», dice Sanz.

Cada socio aporta 20 euros anuales de cuota. En caso de ser estudiante o jubilado, pagan la mitad. No es necesario ser vecino de Canillejas para ser socio.

También proponen soluciones para problemas cotidianos del barrio, como arreglar los aseos del Centro de Salud en calle Boltaña o cambiar una ruta de autobús para que sea más cómoda para los lugareños. Sólo se quejan de una cosa, los plenos de Distrito de San Blas en los que pueden participar los vecinos se celebran en horario laboral y no pueden asistir, aunque reconoce que la comunicación con las autoridades es fluida.

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