Noroeste

El incierto futuro de los refugios de montaña

Refugio Cabeza Líjar
Refugio Cabeza Líjar. Por B.Robert

Los hermanos Kindelán completaron la primera gran ascensión en la Pedriza (uno de los mayores conjuntos graníticos de Europa) hace 99 años y dos meses. Era enero de 1913 cuando abrieron, en una trepada precaria y osada, la primera página del libro de la escalada en Madrid. Habían subido a lo más alto de Peña Sirio, un enorme bloque de granito áspero al que ellos mismos habían dado nombre. Desde su refugio de montaña —el Chozo Kindelán, construido por ellos un año antes—, se vislumbraba Sirio, la estrella más brillante del firmamento, justo sobre la cima del peñasco.

A principios del siglo XX llegar a la Pedriza desde el centro de Madrid suponía unas cuatro horas de tren y tartana (un carruaje de dos ruedas tirado por un caballo). La vuelta otro tanto. Demasiado tiempo de trayecto y demasiado poco para dedicar a las aventuras montañeras de los Kindelán y sus amigos. Para sus proyectos más ambiciosos requerían un lugar para dormir en la montaña. Por eso construyeron el Chozo, tapiando uno de tantos refugios naturales —techos de roca— que se forman en el caos granítico de la Pedriza.

El Chozo Kindelán todavía existe. Su localización exacta se mantiene en secreto entre los aficionados al montañismo. Fuera de los ojos de los «domingueros» —visitantes ocasionales de fin de semana—, habitualmente poco dispuestos a cuidar y respetar los parajes naturales a los que van a pasar el día. No está muy lejos de las zonas recreativas, pero es difícil de ver.

Peña Sirio
La Pedriza. Por buitrero34

Los refugios son una infraestructura clave para poder llevar a cabo ascensiones y escaladas, sobre todo en las cordilleras más grandes. En la Comunidad de Madrid hay siete refugios «guardados» — son como un pequeño hostal de altura que ofrece techo y calor para descansar antes o después de un día de monte— e incontables refugios de fortuna, «no guardados». El Chozo es de estos últimos. Está ahí, como otros muchos de la Sierra de Guadarrama, pero nadie lo mantiene, por lo que cada vez está en peores condiciones.

Refugios no

Desde la Federación Madrileña de Montañismo (FMM) lo tienen claro. «Los refugios de montaña en Madrid no tienen sentido», dice Jorge Cruz, responsable de comunicación de la FMM. Los montes madrileños, explica, no son suficientemente altos, ni extensos como para justificar la presencia de refugios porque cualquier actividad montañera puede realizarse en un solo día. Sin embargo valora que existan y se cuiden en cordilleras de mayor entidad como Picos de Europa o Pirineos.

«La mayoría está en zonas de gran impacto», dice Cruz. La comodidad de los refugios los convierte en zonas de mucho tránsito y especial desgaste medioambiental. «Además», asegura, «está el tema de la responsabilidad civil». Algunos refugios de fortuna, como es el caso de La Salamanca (en el Puerto de los Leones, el extremo noroeste de Madrid) están en riesgo de derrumbe. «¿Quién se hace responsable si eso se cae?», se pregunta.

El año pasado los guardias forestales desmantelaron uno de los refugios no guardados de la Pedriza. Aunque no generaliza, Cruz aclara que, en su opinión, si hay riesgo para los que vayan a quedarse dentro, «mejor quitarlos». «Sobre todo en la Pedriza, que está llena de vivacs naturales que además pueden repartir los impactos para que no sea una única zona la que los soporte». Por toda la Pedriza hay peñascos que forman techos y oquedades ideales para pernoctar «al raso».

Refugios sí

Pero no son sólo los montañeros los que se adentran en los parajes más recónditos de la sierra madrileña. Otros visitantes habituales son los grupos scout, que tienen entre sus señas de identidad la educación en la naturaleza. Javier Páez, responsable de comunicación de Exploradores de Madrid (Scouts de España, ASDE), sí cree justificada la existencia de refugios de montaña en los montes de Guadarrama. «Necesitamos refugios o dotaciones que nos permitan hacer actividades en la naturaleza y además pernoctar», explica. «Para nosotros no tiene sentido no poder ir de acampada, no poder quedarnos a dormir». Aunque no es tan tedioso como hace cien años, el viaje de ida y vuelta aún limita la cantidad de cosas que se pueden hacer en la montaña en un solo día.

La legislación madrileña prohíbe la instalación de tiendas de campaña (o similares) en toda la geografía de la Comunidad salvo en caso de emergencia. Como norma general sí permite dormir «al raso» —sin refugio alguno— cuando se está a más de 1.700 metros o a más de 2.100 cuando es dentro de la zona de Parque Natural. La existencia de refugios se hace imprescindible para que los grupos scout, que trabajan con chavales de seis años en adelante, puedan salir al monte.

Rehabilitando refugios
Scouts rehabilitando «La Salamanca» en abril de 2008. Por B. Robert

Desde algunos grupos scout de Madrid se promovió en 2008 una campaña denominada «Rehabilitando refugios». Por su cuenta y riesgo arreglaron algunos de los refugios no gestionados que se encontraba en peores condiciones. «Al menos La Salamanca y Cabeza Lijar (ambos cercanos al Alto de los Leones)». El proyecto ya no sigue en marcha. «Creo que no se hace desde 2009», aseguran desde la oficina de Exploradores de Madrid. Pero siguen interesados en que existan y estén en buen uso.

«Vamos a apostar fuerte por los refugios durante los próximos cinco o diez años», afirma Páez. «Desde agosto también gestionamos el del Puerto de la Morcuera —uno de los «guardados» propiedad de la Comunidad de Madrid—», explica. «Y si todo sale bien, intentaremos gestionar más».

El futuro de los siete refugios guardados parece asegurado. El de los demás es mucho más incierto. Si nada cambia, el futuro del Chozo Kindelán, historia viva del montañismo de Madrid, puede tener los días contados.

Un comentario en «El incierto futuro de los refugios de montaña»

  • El estado del refugio de «La Salamanca» es lamentable. Parece mentira que la Federación ó la Comunidad diga eso. Hasta 50 personas hemos dormido allí un día de ventisca, con patrullas buscando a paisaos perdidos. Y eso que son «montes bajitos» y «sin complicaciones»….

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