Reporterismo

Radiografía de El Salobral

 

Grafiti de Salobral con agujeros de bala. Foto: Francisco Delgado-Iribarren
Grafiti de Salobral con agujeros de bala. Foto: Francisco Delgado-Iribarren

El Salobral es una pedanía situada a 13 kilómetros de Albacete. Esa es la distancia que marca el primer cartel que se ve al dejar el Paseo de Circunvalación y tomar la CM-3203. Entre Albacete y El Salobral, a mano izquierda, quedan la Maestranza Aérea (zona militar), el aeropuerto de Albacete y el Parque Aeronáutico y Logístico, al que se accede desde una rotonda decorada por un gran helicóptero.

Entre los letreros de entrada y salida de El Salobral no media más de un kilómetro. La población, ubicada en el margen derecho de la carretera, se reduce a una treintena de calles. La parte vieja queda al sur; la nueva, al norte. Al otro lado de la carretera, en la ribera izquierda, se levanta el Centro Sociocultural, que alberga, entre otros servicios, la alcaldía. También hay granjas y fincas. En el extremo opuesto de la pedanía, desde la frontera oeste, se extiende un kilómetro de maizales. Se ven aperos de labranza. Más allá, la llanura manchega, con los gigantes molinos de viento al fondo, hacia el suroeste.

La zona vieja la domina la parroquia de San Marcos Evangelista, el patrón de El Salobral. Su fachada da a la Plaza Mayor. Es esta una plaza pequeña, con una pequeña fuente rodeada de flores amarillas, con un pequeño puesto de helados con un pequeño buzón de correos adosado, con un puesto para poner el candado a las bicicletas, con algunas casas y con un estanco. Los muros aledaños están impregnados de grafitis. La Plaza Mayor separa dos calles paralelas: la calle Asensio y la calle Mayor. Entre estas dos calles pasó todo.

En la calle Asensio vivía el asesino. Curiosamente, la palabra ASENSIO esconde en sus letras la palabra ASESINO. Vivía con sus padres y sus dos hermanos en el chaflán que da a la Plaza Mayor. Su padre, Antonio, se dedica a fabricar piezas para los coches. Su madre, Cándida, llevó una tienda de ultramarinos en El Salobral y luego un supermercado en Albacete. Su hermana se licenció en Ingeniería Agrónoma, se casó y ahora trabaja para la Junta de Castilla-La Mancha, en Toledo. A los otros dos hermanos, casi nadie los ha visto nunca.

En la calle Mayor, a la misma altura, vivía Agustín Delicado. Juan Carlos Alfaro le mató a la puerta de su casa. Al igual que su asesino, Agustín tenía dos hermanos y una hermana. Al igual que su asesino, vivía con sus padres. Al igual que su asesino, estaba en paro. Su funeral se ofició en la parroquia de San Marcos Evangelista. En palabras de su hermano Pepe, «acudió todo el pueblo y la mitad de Albacete». La Plaza Mayor se llenó.

Entre las calles Mayor y Asensio, más hacia la carretera, sale una calle diagonal. Es la calle de la Luz. Aquí mató El Fraguel a Almudena M. (se hacía llamar Oscuridad en Facebook), la niña de 13 años con la que mantenía, desde hace dos, una relación sentimental. Iba con una amiga, a la que Juan Carlos dijo: «A ti no te voy a matar». El cuerpo de Almudena quedó tendido donde ahora se ve una ofrenda de velas apagadas, flores y figuritas de porcelana. Un mensaje sobre folio blanco reza: «ALMUDENA, nunca te olvidare» (sic). En la tapia blanca contigua al gimnasio Victoria, donde se enseñan (o enseñaban) artes marciales, junto a un grafiti que dice «Salobral», se distinguen varios agujeros de bala.

Ofrenda a Almudena M. en la calle de la Luz. Foto: F.D-I.
Ofrenda a Almudena M. en la calle de la Luz. Foto: F. D-I.

En El Salobral no hay mucho que ver y, una semana después del crimen, casi nada está abierto. Hay una gasolinera Lozano, un hostal Petra, un restaurante El Canal (se traspasa), un polideportivo con piscina, un colegio público (el C.E.I.P. Príncipe Felipe, al que iba Almudena), una cervecería Diwe’r y una cervecería-pub Port Dry. Esta última, a un extremo de la calle Mayor, la regenta Pepe Delicado, el hermano de Agustín.

Cervecería-pub regentada por Pepe, el hermano de Agustín Delicado. Foto: F.D-I.
Cervecería-pub regentada por Pepe, el hermano de Agustín Delicado. Foto: F. D-I.

Pepe tomó las riendas del Port Dry en abril de este año, con el objetivo de salir adelante para poder comer. Le ayuda toda su familia: su mujer, que faena en la cocina; su hijo, de unos once años, que juega en el equipo de fútbol de El Salobral y al que su padre sueña ver convertido en un nuevo «Messi o Cristiano»; su hija, de unos veinte años y el novio de esta. Pepe se muestra cansado porque ha tenido que contestar muchísimas preguntas de la prensa en los últimos días. No obstante, su amabilidad innata, su humildad y su nobleza le impulsan a seguir hablando.

El Salobral es un pueblo deprimido. Llegó a tener 3000 habitantes, pero ahora apenas supera los 1000. «Ahora que hay más viviendas, cada vez hay menos gente», afirma Pepe. Los sapencos han vivido fundamentalmente de la agricultura y, en concreto, de la patata. En un tiempo alcanzaron muchísima fama por sus patatas. «Antes decías que eras de El Salobral y te decían: ¡el pueblo de las patatas! Ahora nos dirán: ¡del pueblo de los asesinos!», se lamenta el dueño. Aún hoy El Salobral produce un millón de kilos de patatas al año y organiza, anualmente, la fiesta de exaltación de la patata (que dura cuatro días alrededor del 12 de octubre). La pedanía baraja crear su propia denominación de origen.

Grafiti que ilustra el producto típico de El Salobral. Foto: F.D-I.
Grafiti que ilustra el producto típico de El Salobral. Foto: F.D-I.

Hoy El Salobral es un «dormitorio» de Albacete. Apenas si queda alguna fábrica operativa. Todos los jóvenes están parados y muchos mayores también. Ni siquiera el aeropuerto de Albacete (en cuya única terminal se ve trabajar a una única persona, en el control policial), trajo empleo para los vecinos, porque la mayoría se los llevó Aguas Vivas, más próxima a las instalaciones.

La familia Delicado, asegura Pepe, nunca se ha llevado mal con nadie, y él se dedica a lo suyo. El pub Port Dry está decorado con motivos marítimos (timones, barcos, peces, un gran cuadro al fondo); tiene un aforo de 60 personas; hoy no fía ni mañana, tampoco; tiene una zona de juegos con un billar, un futbolín y una diana de dardos. Por eso los jóvenes del pueblo, cuando no salen a Albacete, vienen aquí. Incluido, hasta la semana pasada, El Fraguel.

Pepe ni siquiera conocía el nombre de este mecánico de 39 años en paro; siempre le llamaban Fraguel. Según Benito, amigo de los Delicado y compañero de trabajo de Antonio, el padre del asesino, el apodo viene de la serie de dibujos animados de los 90: Fraggle Rock. Juan Carlos Alfaro, por sus ojos redondos y muy grandes, se parecería a uno de los personajes de esta serie.

El Fraguel no jugaba al futbolín, al billar ni a los dardos. Él solía venir al pub por la mañana y al mediodía, se pedía un cortado y se salía a fumar un cigarrillo. Venía con amigos, nunca solo. Y nunca, tampoco, con la niña, Almudena M.

En los últimos tiempos venía cojeando porque se había caído de la moto. Llegó a necesitar la ayuda de una muleta. El día del crimen, también vino. Agustín, su víctima, estuvo hablando con él y se tomaron unas cañas. Fraguel le estaba arreglando el coche a un vecino, y próximamente se lo iba a arreglar al propio Pepe. Agustín iba con prisa porque tenía que «levantar a madre», que vive postrada en una silla de ruedas.

Según Desiderio Delicado, el otro hermano de Agustín, los tres hermanos Alfaro estaban «todos pirados». Ahora quedan dos. El mayor se llama Antonio y tiene 43 años. El menor tendrá unos 35. Estos dos hermanos, según Desiderio, «invocan a Saturno y a Urano» desde su terraza de la calle Asensio. Ni él ni Pepe les han visto nunca desde los 17 años, cuando terminaron el colegio (hace más de veinte años). Dicen que se encerraron en su casa y que no se les ve por el pueblo. Benito sí que vio a uno de ellos una vez, cuando salió a votar sobre la «Constitución Europea» (día 20 de febrero de 2005). Llevaba el pelo largo hasta el trasero, y la barba por el estilo. Asegura Benito, que tiene parientes en común con ellos, que ni siquiera sus tíos y sus primos, cuando visitan a sus padres en casa, les ven. Ellos se esconden. También, si alguien les ve en la terraza desde la calle, se echan adentro para esconderse. Son «presos voluntarios».

Benito aprecia mucho a Antonio Alfaro padre, dice que es un hombre «de p… madre». A su mujer Cándida, en cambio, no la conoce. Los hermanos Delicado tampoco tienen nada contra los padres: «¿A ver qué culpa tienen ellos?», dicen encogiéndose de hombros. A Cándida tampoco la conocen apenas. Benito resalta la grandeza de la familia Delicado. «Pon ahí con letras grandes que son un ejemplo de nobleza y de saber estar. Haz que conste su humildad y su perdón». En los programas de la tele, indica Benito, han destacado lo buenas personas que son.

 Desiderio, Pepe y Benito afirman que no se esperaban que esto pudiera pasar. «Son cosas inimaginables», dice Pepe, muy entristecido. Tampoco estaban al tanto de la relación de Fraguel y Oscuridad. Pepe no sabía que la niña utilizara este sobrenombre. No ha leído la prensa en toda la semana. Sin embargo, el hecho de que Fraguel se vistiera de Rambo no les extraña. Utilizaba a menudo su ropa militar. Según Benito, hizo la mili en el COE (Cuerpo de Operaciones Especiales), y allí «le metieron mucha tontería militar». Todos los primos de los Alfaro están desquiciados por lo que ha pasado.

El domingo 28 de octubre el Club de Atletismo, al que pertenece la hermana Delicado, organiza una carrera en homenaje a Agustín.

La lluvia vacía aún más las calles de El Salobral. Un coche solitario de la Guardia Civil recorre, discretamente, la pedanía (antes había un cuartel de la Benemérita, pero lo quitaron y lo trasladaron a Aguas Vivas). Hay coches muy viejos, que conservan el distintivo provincial AB. Por la tarde ya no cantan los gallos.

Vista de los maizales de El Salobral. Foto: F.D-I.
Vista de los maizales de El Salobral. Foto: F.D-I.

 

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