Moncloa-Argüelles

Flores con mucha raza

Rocio mima sus flores. Foto: Laura Casado
Rocio mima sus flores. Foto: L. Casado

Para esta señora de raza, las flores son su mundo. «Una flor es un símbolo, es vida y es un regalo de felicidad, aunque me toque el gordo seguiría vendiendo flores», asegura.

Nuestra protagonista aterrizó en el mundo de la venta a pie de calle para mantener a su familia. En una época en la que la ocasión era la excusa para comprar un ramo, Rocío decidió alquilar un trocito de calle y hoy se ha convertido en un verdadero símbolo de la zona. No porque sea prima de los Chichos, que también, sino porque es un emblema del barrio y porque se ha ido haciendo hueco en el corazón de todos los vecinos.

Sus arrugas son las marcas de guerra de quien ya lo ha vivido todo y no espera nada. Las manos de Rocío han cuidado con mimo y con el esmero de una madre todas las flores que han pasado por ellas. Para esta florista, las flores son una parte esencial en la vida de los españoles, y por eso cuenta con mirada nostálgica cómo la gente va perdiendo la costumbre de comprarlas. «Antes se compraban flores para todo, la ocasión era una excusa para llenar la casa de este olor, para hacer un buen regalo o tener un detalle. Ahora, este chiringuito no sirve ni para cubrir costes», porque la crisis azota a todos los sectores, hasta a los que sirven para dar alegrías.

La esencia de Rocío

Ha crecido con los Chichos. Desde que Jere, uno de sus miembros, se suicidó, un sobrino suyo pasó a formar parte del grupo y los aprecia como a unos hermanos. Rocío tiene denominación de origen, es gitana y no puede estar más orgullosa de ello. Su piel oscura la asocia a esa cultura ancestral. «Lo que tú eres no se puede olvidar», cuenta. Sin embargo, este diamante en bruto de 70 años está en el cogollo de la sociedad y se nota que tiene los ojos muy abiertos, porque apuesta por la integración de los suyos en un mundo cada vez más difícil. «Los gitanos podemos aportar mucho a la sociedad. Los valores de los míos unen, porque formamos una piña y damos el sitio que se merecen a nuestros mayores», comenta decidida, con esa mirada punzante que da la sabiduría.

Como buena gitana, frecuenta la iglesia evangélica, y tiene a Dios muy presente. «Vivimos para él», afirma sin titubear. Pero a pesar de llevar su cultura como estandarte, lo tiene claro. «Tengo familia casada con payos, y los quiero a veces casi más a ellos. Lo importante está en el corazón de la persona, no en la cuna».

Rocío lee ABC. A pesar de sus años y de lo que muchas veces los clichés nos hagan pensar, palpa la actualidad con sus manos porque su trabajo está en la calle. Esos ojos han visto pasar los años por este barrio y su conversación es rica. Está al día de los entresijos políticos y llega a afirmar que si tuviera a Rajoy delante «le diría dos o tres cositas». Y añade: «La realidad se ve desde esta esquina y no desde un despacho».

Este puesto está tan enraizado que a pesar de encontrarse a diez pasos de una famosa cadena de floristerías Rocío sigue vendiendo más. A pesar de haberse instalado mucho antes, la cadena la denunció, pero ella sigue regentando esta esquina. La suya. Un permiso del Ayuntamiento le ampara, aunque no quieran darle un kiosko y siga sufriendo las inclemencias del tiempo después de cincuenta años.

Rocío regala sonrisas a todo el que pasa por la calle. Los niños se le acercan, cuando no está preguntan por ella y en Navidad recibe regalos de muchas familias. Es lógico que tenga el corazón dividido entre Vallecas, donde vive, y Moncloa, su barrio. «Lo mejor de mi puesto es el cariño de la gente y participar de la vida de las familias».

Nuestra entrevistada prepara su puesto para la foto, quiere una buena imagen del rincón florido porque apoya a gente como ella, y al pequeño comercio de toda la vida. Tiene miedo de que desaparezcan. «Somos los que damos vida al barrio y lo hacemos peculiar, no podemos desaparecer».

Desde luego, si se compra en otra tienda probablemente habrá más variedad, pero nunca serán flores vendidas con tanto cariño y raza como las de Rocío.

La esquina de Rocio. Foto: Laura Casado
La esquina de Rocio. Foto: L. Casado

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