Leganés

Las atrevidas rotondas de Leganés

«Las Meninas», de Máximo Riol
«Las Meninas», de Máximo Riol. Fotos: U. M.

Una enorme dragona multicolor custodia, junto con su cría, la entrada a Leganés (190.180 habitantes) desde Carabanchel. Es el «Monstruo de Leganés», obra de Eladio de Mora (dEmo), que observa con gesto torvo y desafiante un monumental conjunto de acero ondulado que se alza a menos de cuatrocientos cincuenta metros: «De la luz y los árboles», de Enrique Pujana y Miguel Rodríguez. Ambas obras son tan diferentes como la noche y el día, pero comparten un particular pedestal: cada una se erige sobre una rotonda.

«De la luz y los arboles», de Enrique Pujana y Miguel Rodríguez
«De la luz y los arboles», de Enrique Pujana y Miguel Rodríguez
Hace casi tres décadas el Ayuntamiento de esta ciudad del sur de Madrid decidió apostar por el arte al aire libre, «para borrar la imagen impersonal de cinturón de bloques de pisos baratos levantados en los años sesenta y setenta». Así lo considera el crítico de arte José Marín-Medina, quién explica en su obra El arte para todos. Escultura pública en Leganés que el objetivo era «monumentalizar la periferia, anteriormente tan abandonada y caótica». 
En la actualidad, de las cerca de setenta glorietas de la ciudad, más de la mitad sirven de «hogar» para alguna escultura. Los estilos varían: desde la abstracción de Pujana y Miguel Rodríguez, hasta la propuesta estilo Gaudí de Eladio de Mora, pasando por las atrevidas «Meninas» de Máximo Riol.
«Monstruo de Leganés», de Eladio de Mora, dEmo
«Monstruo de Leganés», de Eladio de Mora, dEmo

También variadas son las opiniones de los vecinos sobre tan particulares esculturas. «En general quedan muy bonitas y son una forma de incentivar el arte y acercarlo a todos los ciudadanos. Además, están muy cuidadas», explica Nieves, una leganiense. «Sin embargo, algunas son horrorosas y no merecen que el Ayuntamiento pague por ellas», apostilla. Maribel, otra vecina, coincide: «Algunas me gustan mucho, sobre todo una en la que han trasladado un monumento romano, cerca del Campo de Tiro. También “la del monstruo”. Otras no terminan de convencerme, porque no pintan nada en su zona».

La Historia en ocho glorietas

Repartidos por toda la ciudad el visitante encuentra ocho de los personajes más representativos de la historia de la villa, congelados en 1998 por Fernando Bellver en acero cortén (que simula una pátina de óxido). Al oeste, junto al parque de Polvoranca, se alza orgulloso el «Marqués de Leganés», don Diego de Mesía y Guzmán, que vivió durante el siglo XVII. Le acompaña, a pocos metros de distancia, el arquitecto «Ventura Rodríguez», encargado de la construcción de la iglesia parroquial de San Salvador.

Bellver también recuerda con otras esculturas al artista barroco Joseph de Churriguera (autor de los retablos del templo leganiense), a Francisco Sabatini —responsable de los planos del Cuartel de Guardias Walonas, hoy la sede de la Universidad Carlos III—, los hermanos Rejón (que dieron su vida por encabezar el levantamiento de los leganenses contra la invasión francesa), la aguadora Inés (protagonista de unos versos de Góngora), Juan de Leganés (personaje citado en las relaciones de Felipe II y en El Buscón de Quevedo) y hasta don Juan de Austria —quién, según cuentan, pasó su infancia en la ciudad—.

El recorrido continúa con la obra del canario Luis Arencibia Betancort, hijo del muralista y dibujante José Arencibia. Autor de media docena de obras en Leganés, entre otras, el «Monumento a las víctimas del 11M». Suyo es el «Monumento a Sabatini» —en la rotonda frente a la entrada de la Universidad— y el «Caballo del agua» (1998), la escultura figurativa que engalana la rotonda de la Avenida del Dos de Mayo, «que reafirma el hondo sentido clásico que subyace en toda la labor de Arencibia, junto a su fulgurante capacidad de metamorfosis, fabulación y fantasía», en palabras de Marín-Medina.

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Iconos de la villa

Algunos de estos habitantes de rotondas se han convertido en auténtico símbolos de la ciudad. Es el caso de «Satélite», la gigantesca esfera de acero inoxidable del bilbaíno Agustín Ibarrola que engalana la rotonda del recinto ferial, junto a la plaza de toros de La Cubierta y que simboliza, según su autor, la lucha por la libertad. «Probablemente los vecinos no entiendan lo que significa y le pondrán algún sobrenombre curioso», admitió el propio Ibarrola durante su inauguración, en 2003.

Otro de los emblemas de la ciudad es la «Puerta del aire», del artista Premio Nacional de Bellas José Hernández. De acuerdo con Marín-Medina, Hernández se inspiró en los restos de la iglesia abandonada de Polvoranca «al tiempo que insiste en su propósito de abordar la imagen de la arquitectura no como representación verista de una obra, sino como interpretación libre y auténticamente inventiva». El logotipo de la empresa municipal del suelo de Leganés, EMSULE, está basado en su escultura de acero cortén.

Hasta el nombre de la ciudad está inmortalizado en una rotonda, sostenido por tres columnas rematadas por tres gigantescas cabezas: la Fuente de LE-GA-NÉS, obra de Juan Bordes. Conocida popularmente como «los cabezones», esta glorieta de la Avenida de Fuenlabrada combina, de acuerdo con Marín-Medina, «elementos constructivos, elementos figurativos anatómicos tomados de los modelos clásicos (cabezas y manos, fundidos en bronce) y elementos letristas» para formar una particular y original forma de dar la bienvenida a la «villa de las rotondas».

«Fuente de LE-GA-NES», de Juan Bordes
«Fuente de LE-GA-NES», de Juan Bordes

5 comentarios en «Las atrevidas rotondas de Leganés»

  • vivo en Leganes desde hace mas de 40 años. y reconozco que las implantación de las rotondas con sus estatuas le han dado un aire cosmopolita a la ciudad.
    muy bien por el articulo
    Juan pepinero de toda la vida

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  • Pingback: Las atrevidas rotondas de Leganés

  • Gracias por dar a conocer Leganés de una forma diferente a como estamos habituados. Orgullosos estamos de nuestras rotondas.

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  • Algunas rotondas tienen un estilo plástico con cierta calidad, pero las realizadas por Arencibia son pésimas y dejan mucho que desear; en especial el hombre desnudo en la rotonda de salida hacía Fuenlabrada, cerca del hospital Severo Ochoa.

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