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La estufa interminable

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La biomasa se compacta en pellets, píldoras de polvo de madera, y puede usarse en calderas

No suele haber espacio para leñeras ni chimeneas en las ciudades, ni ya en muchos pueblos. No suele haber un rincón donde sentarse junto al fuego a leer o a descansar el cuerpo. En lugar de eso, el gasóleo y el gas propano alimentan las entrañas de las calderas para bañar los hogares con un calor que no se nota. Al menos si el bolsillo puede permitirse pagar los precios de los combustibles. Y siempre a pesar del calentamiento global y esas realidades que suenan tan remotas. Pero existe una energía más barata que el gasóleo y el gas, y más cómoda que la leña. Y encima dicen que contamina menos.

Las calderas de biomasa se alimentan con pellets. Son píldoras de madera compactada capaces de desprender mucho calor cuando arden. «Secamos y molemos la madera y los restos, hasta que se convierten en harina de serrín. Luego se prensan para formar perlas de 6 milímetros de ancho por 30 de largo», explica Arturo Rica, consejero delegado de Ribpellet, una fábrica de Burgos con 13 empleados.

La gran ventaja de la biomasa es que constituye una fuente de energía inagotable y renovable,  ya que es capaz de regenerarse constantemente y de forma natural. Además, «no contamina» porque «la biomasa no introduce más CO2 en la atmósfera», según Abel Esteban, coordinador de Ecologistas en Acción. Las plantas captan CO2 cuando crecen y lo devuelven a la atmósfera cuando mueren. Sin embargo, cuando se queman los combustibles fósiles, se lanza a la atmósfera un CO2 que permanecía confinado bajo tierra, fuera del ciclo de crecimiento de las plantas, y eso aumenta la cantidad total de este gas en el aire. Se cree que esto puede acelerar el calentamiento global.

Además, «los pellets permiten aprovechar recursos que de otra forma se desperdiciarían», según Abel Esteban, ya que se obtienen de los restos forestales de las podas, de los huesos de aceituna de las fábricas de aceite o del serrín de los aserraderos. Esto contribuye a la limpieza de los montes y al uso de residuos de industrias y, además, genera puestos de trabajo en los lugares donde se recogen estos materiales. De hecho, en España existe un gran reservorio de biomasa que no se utiliza: según datos de AVEBIOM (Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa), solo se usa el 29% de la biomasa anual disponible.

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Los huesos de aceituna se pueden aprovechar como biomasa

«Retirar toda esa biomasa sobrante puede ayudar contra los incendios», añade el coordinador de Ecologistas en Acción. Lo que parece importante teniendo en cuenta que cada año se queman en España alrededor de 94.513 hectáreas –el 0,35 % de todo el territorio español–, según el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

Aparte de las ventajas ecológicas, la biomasa es más barata que el gasóleo o el gas. Por el mismo precio que cuesta un litro de gasóleo, se puede obtener entre un 40 a un 60% más de energía en forma de biomasa, según AVEBIOM. «Creo que es una energía eficiente, barata y buena. Cambiamos la caldera de gas por una de biomasa y ahora nos gastamos menos en calentar la casa», sentencia Elva Yubero, copropietaria de una casa rural de Mozoncillo (Segovia). De hecho, «un saco de 15 kilogramos de pellet puede costar entre 3,5 a 4,5 euros, y ocupa menos espacio que la leña», explica.

Pero hay algunos inconvenientes. Los pellets poseen menor densidad energética que los combustibles fósiles y por ello hace falta más espacio para almacenarlos. Por otro lado, las calderas son más complejas y son más caras de mantener, aunque los productores aseguran que la inversión se amortiza gracias a los precios de la biomasa. Por último, los canales de distribución no están tan desarrolados como los de los combustibles fósiles.

Buenas previsiones

Actualmente existen muchas fábricas de pellets. Hay 30 grandes factorías y muchas otras pequeñas instalaciones, pero producen al 30% de su capacidad, asegura Pablo Rodero, de AVEBIOM. «Según los productores, no hay suficientes calderas y estufas instaladas para absorber toda la producción de pellets en España», concluye en un artículo publicado para la revista Bioenergy International. Por ello, el 40-50% de la producción se exporta a otros países, como Italia o Francia.

Pero el potencial de crecimiento es inmenso. De momento, el consumo de biomasa para calderas está aumentando y, en 2013 alcanzó las 200.000 toneladas, según AVEBIOM. Aunque en la Europa de los 27 hay 5 millones de calderas frente a los 51 millones de combustible sólido, según datos de la Unión Europea, se espera que el número de calderas de biomasa vaya aumentando a medida que se sustituyan las viejas. «Las ventas van aumentando poco a poco, mientras que otros sectores de renovables están estancados», opina Alessio Cairon, delegado de Tatano, un fabricante italiano de calderas de biomasa. «La gente quiere ahorrar. Desde que comenzó la crisis este mercado ha ido creciendo. En pocos años se puede amortizar la inversión». En su empresa, es posible comprar una caldera de biomasa por 3.500 euros.

Problemas en el sector

A pesar de las buenas previsiones, algunos productores como Arturo Rica, de Ribpellet, denuncian que «hay competencia desleal». Asegura que «hay quienes venden por debajo del coste, ya sean porque no cumplen con los estándares de calidad o porque no cobran el IVA». Según él, la falta de control o de ética dificulta la actividad hasta el punto de que «la viabilidad de las plantas está en peligro».

Jose Luis Cerezo gestiona una distribuidora llamada Biomasa Lozoyuela que distribuye sacos de pellets a domicilio. Reconoce que «los márgenes de beneficio son escasos. Si un saco de 15 kilogramos de pellets se vende a 4 euros, nosotros lo compramos por 3,75». Y se pregunta: «Hay uno por aquí que los venden a 3,80 euros, no sé cómo lo hará». Sin embargo, lo tiene claro: «Esto es la fuente de energía de nuestro futuro. Es una forma de obtener recursos en la zona. Y encima no contamina».

El sector se ha ido beneficiando de las ayudas y subvenciones de la Unión Europea suministradas bajo el control de cada Comunidad Autónoma. Y disfrutaba de incentivos económicos hasta que el Decreto Ley RDL 1/2012 acabó con el Régimen Especial. Por eso el pasado 20 de febrero las asociaciones de renovables de ámbito estatal, –ANPIER, APPA, PROTEMOSOLAR y UNEF–, denunciaron que el gobierno amenazaba con «aniquilar, destruir, reducir a la nada al sector renovable» y con reducir los ingresos de este sector en 3400 millones de euros durante 2014. Los productores de renovables denuncian que este decreto «sustituirá la generación renovable por la fósil, sin reformar el mercado eléctrico, cuya falta de competencia ha sido denunciada por la Comisión Europea».

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Caldera de biomasa

Javier Díaz González, presidente de AVEBIOM, denunció en un comunicado que «seguimos consumiendo combustibles fósiles que liberan CO2 y seguimos estando en un país que no cumple sus compromisos en esta materia». Al mismo tiempo, señalaba: «Seguimos pagando importaciones de gas y petróleo, por valor de 45.000 millones de euros al año, con un dinero que debería servir para crear dinero y riqueza aquí, aprovechando nuestras fuentes de energía autóctonas».

 Se están tomando algunas medidas para promover la venta de pellets. Para solucionar el problema de la competencia desleal y favorecer la confianza del consumidor, una veintena de empresas productoras de biomasa se han integrado a un nuevo sello, ENPlus, para clasificar los tipos de pellet en función de su calidad. En algunos casos, PEFC (Programme for the Endorsement of Forest Certification), certifica la procedencia de la madera que sirve de materia prima para los pellets de algunas productoras.

Si las empresas productoras y distribuidoras apuestan por mejorar las condiciones de venta al consumidor, quizás los pellets de biomasa se conviertan definitivamente en una alternativa barata y ecológica a los combustibles fósiles, al tiempo que benefician al campo español.

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5 comentarios en «La estufa interminable»

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