Fuencarral – El Pardo

Regimiento de Transmisiones nº 22: una sombra en Google Maps

Hay dos grandes sombras en el mapa aéreo de Madrid. Las vistas que Google Maps ofrece de la ciudad tiene dos rincones oscurecidos, señalados como si una gran nube se hubiera colocado sobre ellos. Es la censura del buscador por excelencia, que protege de esta manera decenas de zonas «sensibles» en todo el planeta. En Madrid solo tiene este honor el Regimiento de Transmisiones número 22 del Ejército de tierra. Un espacio que vela por la Red Global de Telecomunicaciones (RGT), una instalación que mantiene conectados todos los hospitales militares y cualquier emplazamiento del Ministerio de Defensa.

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Vista aérea de Prado del Rey

Son en total dos fincas. La primera está situada en Somosaguas, muy cerca de los estudios que Radio Televisión Española tiene en Prado del Rey. Allí, una impresionante antena recuerda la principal función de este emplazamiento: que no fallen las telecomunicaciones en cuarteles y otros espacios de las Fuerzas Armadas. El otro está en el barrio de Valdezarza, al noreste de Madrid, a menos de cinco kilómetros de Plaza de Castilla, el Bernabéu, Moncloa o las Cuatro Torres. Un entorno más céntrico de lo habitual para una instalación castrense. Hace un año, en abril de 2013, el Gobierno llevó al Congreso una proposición no de ley para limitar la acción de herramientas como Google Earth. El Partido Popular argumentó esta medida en la necesidad de proteger la seguridad del Estado frente a posibles actos terroristas. «Es obvio que el terrorismo no existe por culpa de estas nuevas formas de acceso a la información, pero sí pueden facilitar la comisión de este tipo de actos si no se protege debidamente la difusión de datos sobre instalaciones sensibles», explicaron. El texto presentado pedía «realizar un listado exhaustivo de aquellas instalaciones, civiles y militares, consideradas de interés para la Seguridad Nacional», una nómina de edificios que aún no ha trascendido.

Sin embargo, mucho antes de que comenzara el debate en la Comisión de Defensa, ya había varios rincones, de Madrid y el resto de España, pixelados en los mapas del buscador. Concretamente en la capital, las instalaciones del Regimiento de Transmisiones número 22 llevan sombreadas más de cinco años. El acuartelamiento «Capitán Sevillano» de Prado del Rey está en funcionamiento desde 1967 y siempre ha sido considerado como una zona «sensible». Algo parecido ocurre con el entorno de Valdezarza y Puerta de Hierro, del que además hay imágenes sombreadas fechadas en 2009.

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Acceso a la «Ciudad Puerta de Hierro». Foto: J. S. C.

A esta última instalación se accede por la calle Isla de Oza, una vía llena de contrastes. En su comienzo, nada más bifurcarse de Sinesio Delgado, tiene la apariencia de una travesía de pueblo en la que predominan los comercios minoristas, todos en casas bajas. Después de 200 metros, una garita poco vigilada marca la frontera entre lo común y la exclusividad. Justo en el cruce con la calle San Martín de Porres —primer santo mulato de la iglesia católica— se produce un cambio radical en el paisaje.

Detrás del cartel «Ciudad Puerta de Hierro» hay casi más cámaras de seguridad que personas por las aceras, que son de un diseño diferente al que había diez metros antes. Por sus calles, limitadas a 30 kilómetros por hora «en toda la urbanización», circulan coches de la seguridad privada de esta finca que acoge desde hace años uno de los puntos negros del Google Maps: el viejo «Retes 22». Una instalación militar que hoy luce un aspecto semiabandonado, pero a la que no se puede llegar desde de la aplicación Street View.

Google no controla sus mapas

Censurado a los ojos del buscador, en la entrada del cuartel solo queda el cajetín de lo que fue una barrera levadiza y una puerta tapiada con un pequeño espacio por el que se intuye una gran parcela. A pesar del poder que se atribuye al buscador, omnipresente desde el día que sacó adelante el proyecto Street View, no tiene el pleno control de sus mapas. En esta materia, realiza una labor de intermediación. «Los mapas que Google tiene disponibles en Maps los compra a empresas externas, muchas de las cuales ya difuminan esas imágenes. Google no hace ningún tratamiento de los mapas», explican desde su sede en Madrid, situada en Torre Picasso.

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Entrada al «Retes 22», con la puerta lateral tapiada. Foto: J. S. C.

Ellos ponen el canal, pero de la cartografía se encargan otros. Concretamente, suelen ser empresas públicas de países próximos a la región fotografiada. Así como las imágenes aéreas de Estados Unidos corren a cargo de la NASA, entre otras empresas, en España es el CNES (Centro Nacional de Estudios Espaciales) francés uno de los responsables del diseño y posterior censura de los mapas. Al final, es un conglomerado de satélites, sociedades y fronteras imaginarias lo que determina qué sale y qué no en la vista aérea de Google.

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