Tetuán

Terapia en tres dimensiones

Foto: Xxxxx

A menudo los llaman psicólogos a domicilio. Van hasta la casa de sus pacientes para entender su enfermedad y conocer, con sus mismos ojos, contra qué pelean día tras día. En realidad no les gusta que les llamen así: son acompañantes terapéuticos, profesionales que visitan a quien sufre una enfermedad mental para curarle dentro de su entorno, que forma parte del problema y por lo tanto también de la solución.

«Tú acompañas a esa persona para que pueda creer que vivir mola», cuenta Diana Frisuelos, una de las profesionales que forman el Equipo Tótem, un equipo de acompañantes terapéuticos que nació en Tetuán el año pasado. «Como todos los grandes planes del mundo, surgió yendo de cañas», recuerda Tanit Díaz, otra de las acompañantes de Tótem.

Cuando están con un paciente, no juzgan. «Si un paciente tiene delirios, los escuchamos. El acompañante no juzga: solo acompaña». Lo que buscan es crear un vínculo social con el paciente para extenderlo a otros ámbitos y que mejore su calidad de vida. Le acompañan unas dos horas al día durante dos días a la semana.

La profesión no existe oficialmente en España, así que los acompañantes se tienen que formar en Psicología, Psicoterapia y mediante cursos privados. Dicen que si los psicólogos, psiquiatras y médicos de cabecera supieran más de su trabajo, la salud mental funcionaría mejor. El acompañamiento es en parte un complemento a la asistencia periódica a la consulta, y los propios profesionales deberían mandarles casos diagnosticados. «Cuando nos conocen, suelen pedir el acompañamiento porque ven necesaria nuestra intervención. En el mejor de los casos, lo ideal sería coordinarnos con el psiquiatra. Pero lo más frecuente es que la familia del afectado nos conozca y nos llame», cuenta Díaz.

En esos casos, los adolescentes son algunos de los pacientes más habituales, un colectivo difícil de tratar incluso para un profesional. «Empiezas poco a poco, trabajando un vínculo para ganarte al chaval, porque siempre hay un vínculo. Le hablamos de cualquier cosa y siempre encuentras algo con lo que se identifique y con lo que pueda conectar», relata Díaz.

Paciencia con el paciente

Suele hacer falta mucha paciencia. «Recuerdo un caso —sigue Díaz— en que pasaba el rato y el chico no me hablaba. Podía estar hora y media allí hablándole y el no respondía. Al final conseguí conectar a través de su perro: empezamos a bajarlo a pasear juntos, y él me empezó a hablar, a enseñarme cosas de su barrio…». Desde ahí se marca la estrategia a seguir, aunque nunca se hace desde la corrección, insisten. «No somos educadoras».

Si la familia del paciente llama a Tótem, lo primero es reunirse con ellos en un lugar cercano. Entonces se evalúa si es un caso de acompañamiento terapéutico —si no lo es, lo derivan a otro tipo de programa— y cómo empezar a intervenir.

«El paciente siempre se relaciona con el mundo a través de su enfermedad», dice Rosa de Vega, otra de las acompañantes de Tótem. «Por eso, interviniendo en su entorno siempre desatas muchos efectos». Incluso en los círculos más íntimos: ellas aseguran que es frecuente que las familias tengan problemas una vez iniciado el acompañamiento. «Mover los roles de la familia puede ser molesto para ellos», asegura De Vega. «La familia también sufre con el paciente, tanto con la enfermedad como con el sentimiento de culpa por ella», añade Diana Frisuelos. «Nosotros nunca hablamos de culpabilidad, pero hay que responsabilizarse. Si tienes un hijo con una enfermedad mental, tienes que ser responsable».

«No es lo mismo que alguien te cuente un problema que vivirlo en primera persona»

«Normalmente es la familia quien corta la terapia», concluye De Vega. Lo ideal es que el paciente cree un vínculo social con el acompañante que le sirva como aprendizaje. Llegado el momento, se irá relacionando con más gente a través de ese mismo vínculo y no necesitará al acompañante terapéutico. «Cuando eso sucede, es genial», resume Díaz. Para eso es inevitable el paso del tiempo: los tratamientos duran dos o tres años como promedio, y en el caso de los trastornos mentales graves (psicosis) la terapia puede durar hasta seis y siete años. Estos casos y los de patologías duales (una adicción y un trastorno mental de forma simultánea) son los que más tratan en Tótem, a una tarifa que oscila entre los 30 y los 40 euros por hora.

Aun así, llegan casos de todo tipo. Desde trastornos infantiles hasta periodos de duelo: una mujer que queda viuda durante el embarazo y no muestra afecto por el niño cuando nace, un hombre que sufre un ictus y padece problemas psicológicos por las consecuencias de la enfermedad o un niño diagnosticado como hiperactivo que tiene problemas de conducta. Ni siquiera hace falta que el caso esté diagnosticado: el acompañamiento terapéutico también trabaja en la prevención de problemas mentales.

«No es lo mismo que alguien te cuente un problema que vivirlo en primera persona», narra Díaz. «Un psiquiatra puede ver a su paciente cada quince días vestido con traje y corbata. Pero es muy distinto ir a su casa y observar cómo se levanta de la cama y verlo en pijama tirado en el sofá». Es como pasar de mirar un dibujo en dos dimensiones a un escenario en 3D. «Cuando agreden al paciente, tú también te sientes agredido profesionalmente».

«Muchas veces son personas que no pueden salir a tomar un café, tener amigos o salir a la calle. Nosotras estamos para que puedan hacerlo otra vez». Lo que cura y lo que enferma, dicen, también está en el entorno de la persona.

[twitter_follow username=»David_Vilares» language=»es»]

2 comentarios en «Terapia en tres dimensiones»

  • Nunca había oído hablar del Acompañamiento Terapéutico como «terapia en 3 dimensiones»… bonita metáfora para un precioso trabajo y dedicación.
    Ojalá llegue el día de que este servicio sea un derecho como cualquier otro tipo de atención a la salud. Gracias por tu artículo!

    Respuesta
  • El periodista David Vilares, que desde una sensibilidad personal y profesional ha retratado qué es el Acompañamiento Terapéutico y como trabaja TÓTEM.
    Un aire fresco de «lo terapéutico», una lectura diferente de «la intervención» y una patente diferenciación sobre los estilos clínicos más clásicos.
    Profesionalidad y cercanía son las palabras que resuenan en esta exhaustiva entrevista que nos dedica. Nuestros agradecimientos a David!

    Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *