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Los irlandeses más castizos de Madrid

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Grifos de cerveza de La Fontana de Oro. Foto: E.B

Rubias, morenas o trigueñas; no importa cuál sea tu cerveza favorita porque todas reinan en la barra. Sólo podrían eclipsarlas la cuidada madera del mobiliario, las coloridas banderas del techo —alguna incluso con un gran dragón rojo— y un grupo de alegres ingleses que disfrutan del rugby con una pinta en la mano. «Caña está muy pequeña», bromean. Se escucha la música de fondo y los camareros apenas se despegan del grifo de la cerveza, la herramienta más utilizada a cualquier hora del día en un pub irlandés.

En los años 90, este tipo de locales proliferaron como tréboles en las calles de Madrid y pronto se convirtieron no sólo en el rincón favorito de los expatriados anglosajones, sino también en el «bar de siempre» de centenares de madrileños. Lo que algunos desconocen es que en el mismo lugar donde se toman una cerveza con sus amigos, se crearon partidos políticos o se inspiraron clásicos de la literatura española.

La Fontana de Oro
La Fontana de Oro. Foto: E.B

«En La Fontana de Oro había tertulias casi todos los días y en ellas participaron Antonio Alcalá Galiano, Francisco Martínez de la Rosa e incluso un concejal de la época que se llamaba Pablo Iglesias», explica Felipe Gallego, dueño del pub desde 1994. El icónico establecimiento era entonces un tercio de lo que ocupó cuando un italiano lo fundó en 1790, tras ganar la licencia en un concurso de cocina. «Estaba en ruinas y lo restauré siguiendo la descripción de Benito Pérez Galdós en su libro La Fontana de Oro, inspirado en el local», rememora.

De aquella Fontana únicamente quedan los pilares originales y el nombre. El local fue primero un lugar de tertulia, luego un restaurante vasco y una taberna taurina. Ahora, un «bar español con productos irlandeses», como le gusta matizar a Gallego. «Fue el primer lugar donde entró el general Rafael de Riego cuando llegó a Madrid y donde se cantó su himno por primera vez», apunta. La Fontana disfrutó de sus años dorados durante el Trienio Liberal (1820-1823) y era conocido por tener prensa de toda Europa. Sin embargo el rey Fernando VII decidió a su vuelta precintar el lugar un par de años.

La Fontana de Oro
Renglones de la novela de Benito Pérez Galdós. Foto: E.B

«Antes venían la Asociación Benito Pérez Galdós y la Sociedad de Milicianos, disfrutábamos de tertulias con gente que sabía la tira», asegura, «incluso celebrábamos fechas como el 11 de febrero el 14 de abril. Ahora, los jóvenes ni saben que el 11 de febrero es el día de la I República». A pesar de que Gallego no deja de repetir que su idea original era montar un pub irlandés, la historia le ganó la partida. «A mí me gustaban aquellas reuniones. Ahora tienes que provocarlas y no es lo mismo», comenta, «la gente joven va a un bar a evadirse, no a pensar y a aprender más».

El león y la ballena

Matthew Loughney es dublinés y dueño de The James Joyce desde el año 2006. Antes, Café de Lion. Su sótano, La Ballena Alegre. Se reformó el local para convertirlo en un auténtico pub irlandés, pero Matt asegura que ha intentando mantener el equilibrio «entre el aire irlandés, el Café de Lion y las tertulias». Para ello, Matt no dudó en recurrir a la Biblioteca Nacional para buscar información de los locales que precedieron a su pub y marcaron la historia de España.

El Café Lion fue uno de los lugares que marcaron el panorama tertuliano antes de la Guerra Civil, con la participación, entre otros, de los escritores Guillermo de Torre, Francisco Ayala, Gabriel Celaya o Ramón del Valle-Inclán. Y justo debajo, en su sótano conocido como La Ballena Alegre (Zum Lustigen Walfisch) por los dibujos de ballenas sonrientes de su paredes, se reunía la Falange de José Antonio Primo de Rivera. Un situación incómoda para ambos bandos que, según algunas crónicas, llevaba a algún tertuliano «a acudir con la pistola bajo la chaqueta» por si las moscas.

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Único dibujo de La Ballena Alegre que puede verse en The James Joyce. Foto: E.B

Ahora, el espacio del antiguo Café Lion se reparte entre un Vips y The James Joyce, separado por una puerta oculta con un espejo. La Ballena Alegre se ha convertido en un almacén por un choque con la compañía de seguros. «No puedo ni enseñarlo a la gente, por miedo a que alguien sufra daños por el deterioro de la sala», se queja Matt, que a finales de febrero tiene una reunión con personal del Ayuntamiento de Madrid para buscar una solución.

De las tertulias al rugby

Cuando se cruzan las puertas de un pub irlandés no se esperan muchas sorpresas. Madera oscura, cristales opacos, decoración antigua y mucha cerveza. «El 60% de lo que vendemos es cerveza», explica Liam Bray, encargado de The James Joyce.

Para él, trabajar en un pub irlandés es una experiencia totalmente alejada de un bar español. «Aquí todos somos amigos, la gente vuelve por el buen ambiente porque se sienten como en casa», asegura. The James Joyce dejó atrás la época de las tertulias, pero sus clientes siguen empeñados en aprender. «Vienen muchas familias los domingos a comer con los niños y al final se sueltan con el inglés. También tenemos un intercambio de idiomas los lunes para que la gente se anime a aprender algo nuevo», confiesa Liam.

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En The James Joyce, los deportes tienen un lugar privilegiado. Especialmente, el rugby. Foto: E.B

Sin duda, el inglés es indispensable para trabajar en un lugar donde «cada día viene gente de fuera para sentirse como si estuviera en Irlanda o Reino Unido», explica Liam. Pero más básico aún es disfrutar viendo un partido de rugby. «A los españoles les flipa», exclama Liam, «muchos vienen a ver aquí los deportes precisamente porque saben que el ambiente siempre es bueno».

Al igual que Matt, Liam es un firme defensor de mantener el espíritu original del local y recuperar su esencia. «Hay clientes que vienen porque saben la historia y quieren conocerlo», aclara, «a mí me gusta trabajar en el pub porque es un sitio muy interesante con buen ambiente».

Una mezcla de historia española con el mejor sabor irlandés. Porque, como bien sabemos tanto aquí como allí, con una cerveza en la mano todo mejora.

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Un comentario en «Los irlandeses más castizos de Madrid»

  • Como amante de la cerveza habrá que probarla en esos sitios que parecen tener un encanto especial. Gracias Madrilanea

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