Alcalá de Henares

Luces y sombras sobre la solidaridad evangélica en Alcalá de Henares

Interior del mercadillo Remar de la calle Núñez de Guzmán, en Alcalá de Henares
Interior del mercadillo «Remar» de la calle Núñez de Guzmán, en Alcalá de Henares

«Remar», «Reto a la esperanza» o «Betel». Las asociaciones evangélicas que luchan contra la marginación en Alcalá de Henares desarrollan una importante labor social en la ciudad complutense, mediante su red de comedores sociales o actividades solidarias. De tono religioso, la fe que transmiten a sus miembros reivindica la libre interpretación de la Biblia y su predicación. Con todo, algunas levantan dudas sobre su transparencia o por las supuestas coacciones que ejercen sobre sus miembros. Especialmente «Remar», que nació a principio de los años ochenta para combatir los estragos provocados por la heroína y hoy se extiende en más de setenta países, sobre todo de América Latina y África. Ahora gestiona dos mercadillos en el municipio alcalaíno, donde pone a la venta muebles, juguetes e incluso ropa. Todo fruto de donaciones, según afirman sus encargados y los voluntarios que allí trabajan.

«Remar» es conocida en Alcalá de Henares, aunque muchos ciudadanos ignoran sus orígenes o las controversias que la rodean. En febrero de 2014, la periodista Silvia Melero publicó un artículo en el medio cristiano «Revista 21», donde recogió testimonios de exmiembros de la asociación. Según declaraban, los casos de «explotación laboral, manipulación psicológica, irregularidades y falta de legalidad» formaban parte de su día a día como integrantes de «Remar». Grupos de defensa de los derechos humanos, como «Human Rights Watch», ya realizaron críticas de este tipo en el pasado. Así lo muestra un informe de 1997, donde la ONG era acusada de maltratar a los menores ingresados en sus centros de Guatemala. «Los niños detenidos en los centros ‘Remar’ han informado sobre el uso generalizado de palizas y otros abusos», explicaba el documento.

La tienda «Remar» situada en la céntrica calle Caballería Española, en Alcalá de Henares, permanece ajena a los debates. En su fachada cuelgan los carteles que anuncian las labores solidarias llevadas a cabo por la agrupación. Allí trabaja Dori, voluntaria desde hace más de treinta años. «Ingresé en ‘Remar’ en 1984 con problemas de droga, de heroína y de cocaína», explica, mientras deja a un lado el cepillo con el que barre el suelo. Sus otros compañeros permanecen en un segundo plano, en silencio, atentos a sus labores.

Oriunda de Vitoria, ciudad en la que nació Remar en 1982, Dori recuerda que no eran muchos al principio. «Cuando yo ingresé había veinte personas», señala. Primero permaneció un mes y se marchó. Luego regresó, para quedarse los treinta años que lleva en la actualidad. Acerca de la religión, admite que obtuvo la fe poco a poco, a medida que las terapias daban resultado. Dori también recuerda su peregrinaje anterior por otros centros de desintoxicación. Sugeridos por sus padres, ninguno de ellos logró erradicar su problema con la droga.

Esta evangélica habla sobre el fundador de «Remar», Miguel Díez, con enorme aprecio. «Dejó su trabajo y dedicó su vida a esto», subraya. Pero hay voces más críticas, sobre todo en testimonios recogidos en Internet. En ellos se recuerdan las declaraciones de Díez sobre mujeres y homosexuales, tanto como presidente de la asociación «Remar», como en su rol de pastor de la Iglesia Cuerpo de Cristo. Esta agrupación religiosa, que también creó Díez, nació en 2002. En su página web, se recogen ideas como que «el marido ha de tomar señorío sobre su mujer» y que hay que «dominar o domar a la mujer sujetándola», aunque sin «tiranizarla despóticamente». Respecto a la educación de los jóvenes, valora que «es necesaria la vara para que el árbol crezca recto».

En Alcalá de Henares, la sede de la Iglesia Cuerpo de Cristo está en la calle Núñez de Guzmán, donde también se encuentra otra de las tiendas de «Remar». Una zona que los complutenses conocen como «el Lianchi», aunque su verdadero nombre sea Distrito II Puerta de Madrid. Por allí, con paso incierto, un hombre se tambalea entre la hilera de soportales. Su cuerpo sugiere la fragilidad causada por el consumo de heroína. Ajenos, a no mucha distancia, un grupo de niños juega al fútbol. Las chicas de su edad conversan en corrillo. La suciedad cubre las aceras, pero nadie se fija en el suelo al caminar. Una escoba rota se une al festín de plásticos y papeles tirados. Durante los años ochenta, la droga campó a sus anchas por ese barrio y segó la vida de sus víctimas.

En la ciudad complutense, la Iglesia Cuerpo de Cristo desarrolla labores como el reparto de bolsas de alimentos cada domingo o festivales de cine para niños. También tiene un comedor social. La sede se encuentra en un viejo centro comercial, junto a un restaurante rumano. Tras subir unas escaleras mecánicas estropeadas, el local de la agrupación religiosa se sitúa junto a la puerta que da acceso a otra tienda de «Remar». La dependiente, voluntaria de la asociación, proviene de Alicante. Explica que la iglesia nació para acoger a los familiares de las personas en riesgo de marginación y para potenciar la labor pastoral.

«Muchas cosas que se escriben en la prensa son fruto del morbo», comenta, en referencia a las voces críticas que atacan a «Remar». También explica que Miguel Díez reside en una finca de Alcalá de Henares y que la colonia de hogares de la asociación se sitúa en el Monte Gurugú, en el área rural complutense. Federico Martínez, su responsable, revela las características de la convivencia comunal de los miembros de la agrupación. «En una casa viven varias familias», comenta. Remar proporciona a sus integrantes un hogar, colegios y garantiza la manutención a todos los niveles. «Pero no percibimos salarios», remarca en varias ocasiones.

Según explica el responsable, los miembros de «Remar» tienen «un contrato de voluntariado, de responsabilidad civil». Acerca de las coacciones que denuncian algunos antiguos integrantes, manifiesta su rechazo a las acusaciones, e insiste en que quien se queda es «voluntariamente». El proceso de rehabilitación se desarrolla en varias etapas. «Tenemos una primera fase, donde ingresan los chicos cuando vienen con el síndrome de abstinencia», explica. «En la segunda van con otros miembros que llevan más tiempo», continúa. Los casos más graves son enviados a instalaciones en otros puntos de España. Según Martínez, para «sacarlos de su entorno».

Una ausencia notable

Aunque tuvo una sede, «Proyecto Hombre» se marchó de Alcalá de Henares cuando perdió las subvenciones proporcionadas por el Ayuntamiento alcalaíno como consecuencia de la crisis económica. Ahora, sus instalaciones más próximas se encuentran en Guadalajara. Esta asociación, que se define como «aconfesional y apolítica», promueve unas terapias de rehabilitación muy diferentes a la de «Remar». Así lo explica el presidente de «Proyecto Hombre Castilla La Mancha», quien las califica de «completamente distintas». «No tocamos nunca temas religiosos, pero sí intentamos que se llenen de valores, porque la autoestima de un toxicómano es muy baja», añade.

A diferencia de las asociaciones evangélicas, las terapias de «Proyecto Hombre» procuran atacar el origen de las adicciones. «Buscamos llegar hasta los conflictos de las personas, hasta los traumas de la infancia que suelen tapar con drogas», añade el presidente. Por el momento, ayudan a presos de la cárcel de Alcalá-Meco a superar sus problemas con la cocaína, el alcohol o la heroína.

A falta de alternativas en Alcalá de Henares, la asociación evangélica «Remar» desarrolla trabajos de ayuda social en la ciudad. Sin embargo, las dudas sobre la transparencia de sus actuaciones o sobre lo pertinente de sus terapias permanecen.

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