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Mendigos rumanos: marionetas de la mafia

Un grupo de ciudadanos de Europa del Este duerme en la Cuesta de San Vicente Foto: M.A.

Los colchones se amontonan en el suelo. Las palabras se confunden con el ruido de los coches. Ni un triste quitamiedos los separa de los vehículos que atraviesan el túnel donde acampan. Mientras los hombres se tumban al calor de unas mantas, ellas preparan la cena. Una olla sobre un camping gas en la que se cuecen las hojas de un repollo.

La estampa es contradictoria. A pocos metros de un hotel de lujo, bajo el puente que conecta la Plaza de España con el Paseo de La Florida, un grupo de ciudadanos rumanos de etnia gitana pasa la noche.

Su libertad se rompió el mismo día que pisaron España. «Trabajábamos cerca de Bucarest, en el campo, hasta que un vecino nos ofreció un billete de autobús para venir aquí. Al llegar, nos dijeron que teníamos una deuda. Nos dieron a elegir entre la calle y los semáforos». Quien lo dice es Adam, un ciudadano rumano de 27 años que llegó a Madrid bajo la promesa de trabajar en la construcción.

Junto a él, Alberti, su padre. Ambos llevan cinco años mendigando en las inmediaciones de la Gran Vía. «Las cosas allí están muy malas para los gitanos: no trabajo, no dinero, no médico, no nada. Aquí se está más bien, la policía es muy buena, no pega y deja buscar la vida», explica esforzándose por hablar en castellano.

Al finalizar el día tienen que repartir lo recaudado con «el jefe». No se atreven a desvelar su nombre, ni siquiera a decir si es español o extranjero. Tienen claro que les gustaría trabajar en otra cosa. «En aquello que contraten a un gitano rumano», recalca Adam con una sonrisa medio torcida. Sabe que su origen lo delata. Es romà, una de las dos grandes comunidades de gitanos que impera en Rumania junto con los romà vatras, menos estigmatizados socialmente. «Yo no he robado», se adelanta previendo la pregunta, «pero si tus hijos dependen del dinero que les envías y tienes que entregar lo que ganas, ¿qué te queda?», explica contrariado.

Su jornada comienza a las siete de la mañana. Primero esconden los bártulos en las alcantarillas cercanas, después se lavan la cara en la fuente de la Plaza de España. Carteles en mano suben por las calles aledañas. La boca del metro y las puertas de los centros comerciales son su lugar de trabajo.

No solo el suyo. Todas las mañanas sobre la misma hora una furgoneta aparca en la misma zona. De ella baja un grupo de ciudadanos de Europa del Este que pernocta en El Gallinero, un poblado chabolista a 15 kilómetros de la Puerta del Sol en el que malviven cerca de 400 personas. «El jefe» les ordena el lugar donde deben colocarse. Con unos vasos de plástico que apenas contienen un puñado de monedas avanzan por el callejero. Ni una esquina del centro queda desierta. Pero si deciden reubicarse, «el jefe» tiene que consentir el traslado.

Alberti y su mujer después de comer en la Plaza de España Foto: M.A.

Víctimas del crimen organizado

Fuentes de la policía confirman a este medio la existencia de bandas de delincuencia organizada que se dedican al ejercicio de la mendicidad. Su «modus operandi» consiste en captar a ciudadanos de Europa del Este para después traerlos a España y explotarlos. El problema con estas mafias, señalan, es que resulta muy difícil probar la comisión del delito. De un lado, porque las víctimas no se atreven a denunciar que están siendo extorsionadas. En la mayoría de los casos por temor a represalias, ya sea a sus familiares en sus Estados de origen o a ellas mismas. De otro, porque los «cabecillas» que «controlan» la calle fingen ser indigentes cuando están en presencia policial.

En España, la simple práctica de la mendicidad no está castigada como delito. A lo sumo podría ser constitutiva de una infracción administrativa, según determinadas ordenanzas municipales, dando lugar a la imposición de una multa. Cuestión distinta tiene lugar con los padres que utilizan a sus hijos menores de edad para pedir dinero en la vía pública. En estos casos, según el artículo 232 del Código Penal, incurren en un delito de abandono de familia sancionado con una pena de prisión de seis meses a un año.

La Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa denuncia en el informe «Los derechos humanos de los romaníes y de las comunidades itinerantes en Europa» (2012) que los ciudadanos de Europa del Este «son víctimas de la trata, inclusive la explotación sexual, la explotación laboral, la servidumbre doméstica, la adopción ilegal y la mendicidad». Para combatirla, apela a «la formación específica de las fuerzas del orden y las campañas de sensibilización dirigidas a las comunidades marginadas y socialmente excluidas».

Ciudadanos de segunda clase

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Cristi, ciudadano rumano de etnia gitana, descansa en la Plaza de España Foto: M.A.

Un muro de 62 metros de largo y 1,8 metros de alto separaba en la localidad checa de Usti nad Labem a la población gitana de los blancos, como llaman a los payos. El muro fue derribado en 1999, pero la segregación racial continúa. Así lo ha denunciado la Comisión Europea, que en 2014 inició acciones legales contra la República Checa por separar en las escuelas a los niños de etnia gitana del resto. Discriminación que también se da en Eslovaquia, y que la justicia del país ha declarado ilegal por violar los derechos de igualdad en la infancia. La escalada de odio se repite en Hungría, donde el racismo vivió uno de sus episodios más traumáticos en 2009. Con cócteles molotov, grupos de extrema derecha incendiaron las viviendas de ciudadanos de etnia gitana, que perdieron la vida en la huida mientras les disparaban.

Suecia es uno de los ejemplos de reparación. En 2014, el Gobierno pidió perdón por haber considerado a la comunidad gitana como un «grupo indeseable para la sociedad». Precisamente, entre los años 1934 y 1974 el Estado ordenó la esterilización de miles de mujeres de etnia gitana y la práctica de abortos en otras tantas. «La situación que viven los gitanos hoy tiene que ver con la discriminación histórica a la que han estado sometidos», señala el informe donde se recogen los abusos.

No es de extrañar que las instituciones europeas llamen hoy a la tolerancia para dejar atrás los prejuicios contra una comunidad que se extiende desde las cálidas aguas españolas hasta la gélida estepa rusa. Mariano González, director de Unión Romaní, ONG reconocida por las Naciones Unidas debido a la defensa de los derechos del colectivo gitano, aboga por vencer la «grave situación de desamparo que tenemos en nuestra Europa, sobre todo en los países del este», y avanzar de una vez por todas hacia la integración.


 A fin de proteger la identidad de los ciudadanos que aparecen en este reportaje, se ha decidido pixelar sus rostros y utilizar nombres ficticios -Adam, Alberti y Cristi-.

18 comentarios en «Mendigos rumanos: marionetas de la mafia»

  • Y mientras personas dignas,como yo,nos vemos gravemente dañados,por estos grupos y quienes,parece ser,que en casos,mueven los hilos,en el casco viejo de Madrid,existe un clan,de gitanos rumanos,el padre y un montón de hijos,que tiene,parece ser que hace mucho,les concedieron vivienda en Alcalá de Henares,de donde todos los días,en furgonetas vienen al casco viejo de Madrid a practicar la mendicidad agresiva. Yo soy un pintor,español,sin vivienda,ni jubilación,enfermo,con 64 años,que me arreglaba,difundiendo mi propia obra,por bares y terrazas,de malasaña,donde tenía hecho mi hueco,desde que llegó,esta gente,se convirtío esto,en una maldición,la agrsividad,que tienen al pedir,se la transmiten a la gente,que la ponen histerica,y no puedes acercarte,porque te pueden incluso agrdir. Estos rumanos,en concreto,estan podridos de dinero,en varias ocasiones,les ha tocado la loteria,tienen dinero y pisos,en su país.

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    • Es verdad francia echo a los rumanos y italia tambien echo a los rumanos.
      Y españa echará a los rumanos a rumania.

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  • Desgraciadamente es así, gran parte de los que vienen de rumania eran pobres allí y son pobres aquí, y hacen lo mismo que hacían en Rumania, robar a diestro y siniestro. Yo soy Rumano,vivo en Madrid desde que tenía 10 años, nunca he robado, trabajo y estudio en la universidad pero entiendo perfectamente el odio que se siente hacia nosotros, os diría que la mayoría no somos ladrones pero es que la mayoría que salen de rumania hacia otros países si que lo son. Estoy avergonzado por mi país de origen pero que se le va a hacer, habrá que deportar a gran parte de nosotros para que aprendamos de una vez a comportarnos en una sociedad civilizada.

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  • A ver si aprenden un poco a diferenciar entre nacionalidad y etnia y dejan de insultar a un país entero. BASTA YA!

    1. Vamos a ver gitanos rumanos significa gitanos que viven en Rumanía y tienen la nacionalidad rumana.
    2. Rumanos gitanos no existe, gitano no es una nacionalidad., sino una etnia.
    3. Si un rumano roba, no se le llama gitano, sino ladrón como a cualquiera de su país de origen.
    4. En Rumanía, los gitanos representan sólo el 7% de la población de todo el país. Que significa 7%? Es eso una mayoría o una minoría??

    5. La mayoría de los rumanos que trabajan legalmente y honradamente están integrados en España ( y otros paises de Europa) son RUMANOS y nada más. Dejad de sembrar odio hacía los rumanos por falta de información real y de conocimiento. Leo comentarios y parece que estáis en la epoca de Hitler.

    6. Luego está el otro porcentaje que son gitanos llegados de Rumanía que sólo vienen a robar, mendigar y NO es porque no haya trabajo para ellos en Rumanía, sino porque es más fácil ganarse el dinero mendigando que trabajando. No todo lo que dice este artículo es verdad, no TODOS los gitanos son discriminados en Rumania, gran parte de ellos NO quieren integrarse, no quieren estudiar y no quieren trabajar, es una realidad que nadie quiere ver. Existe también un documental hecho por los ingleses donde los gitanos de ahí lo decían con mucho orgullo que van ahí por las ayudas y porq les ofrecen casa y también mendigan porque ganan mas y viven mejor.

    Que yo sepa la mayoría de los gitanos en España que mendigan por la calle lo hacen porque ellos quieren, no porqué les obliga nadie. Si les preguntas te van a contar una historia de mentira que están discriminados en Rumania o cosas así, cuando son ellos los que no quieren hacerlo en primer lugar.

    7. Los gitanos honestos, no mendigan en Rumania, sino salen a vender cualquier cosita que pueda ser útil y la gente quiera comprar, pero no mendigan por las calles o trabajan.

    8. También hay otra categoría, que mandan a sus hijos a mendigar o a lavarte el coche en los semáforos y luego les quitan ese dinero a final del dia, pero no es una mayoría que hace eso.

    9. En Rumanía no vas a ver ningún rumano mendigar por la calle. La gente con pocos recursos o ninguno, no mendiga sino vende cosas sea verdura, flores, o lo que sea para poder sobrevivir o trabajan en el campo. Pero eso pasa mas en los pueblos que las ciudades.

    El titular de este artículo, no hace más que empeorar y sembrar el odio. Poner en letra grande: mendigos rumanos y luego en artículo especifican que son de etnia gitana. Tan difícil era decirlo directamente en el titular??
    Yo no soy racista, yo soy rumana y orgullosa de serlo, he conocido gitanos que son buena gente, pero he conocido más de los que no lo son. Si ellos tienen mala fama en el mundo, ¿por qué tengo que estar yo perjudicada por ello?

    La diferencia entre rumanos y gitanos rumanos está en la cultura, forma de vivir, costumbres y aspecto físico (aunque esto lo último no es muy importante y no lo digo en mal sentido) y muchas cosas más. No es tan difícil de encontrar toda esta información. Y si no les basta con la información, mejor visitar el país para convencerse.

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