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Algo falla en La Elipa

Los servicios de emergencia en el lugar de los hechos, poco después de producirse el segundo socavón. Foto: AV La Nueva Elipa
Los servicios de emergencia en el lugar de los hechos del segundo socavón. Foto: AV La Nueva Elipa

Algo falla en el barrio. Es la conclusión a la que los vecinos de La Elipa (Ciudad Lineal, Madrid) han llegado tras los sucesos que, con muy poco tiempo y distancia entre sí, han hecho saltar las alarmas entre los residentes.

Dos socavones, uno frente a un edificio y otro, más grande, en plena carretera, agujerearon a principios de noviembre la avenida del Marqués de Corbera, arteria del vecindario. A pesar de haberse quedado en un simple susto, la impresión de que el problema puede continuar se ha instalado en este barrio de clase trabajadora del este de Madrid.

«No tenemos sensación de inseguridad, pero sí que estamos preocupados por lo que ha pasado», aseguran a Madrilánea miembros de la Asociación Vecinal La Nueva Elipa (AVLNE), una de las agrupaciones de este tipo más activas y longevas de la capital. «Todavía no ha habido que lamentar daños graves, pero eso no significa que el día de mañana no pueda ocurrir una desgracia», apuntan.

El primero de los desmoronamientos, ocurrido el 2 de noviembre frente al número 57 de la extensa avenida, provocó una abertura de 30 metros cuadrados que resultó en el desalojo temporal de los residentes del bloque. Tres días más tarde, el 5 de noviembre, otro agujero, esta vez en la carretera y de tres metros de profundidad, ocasionó el hundimiento parcial de un vehículo que circulaba por la zona en esos momentos. Se trata, según la AVLNE, de los primeros socavones que se recuerdan en el barrio desde los años 70.

A pesar de tratarse del mismo tipo de incidente, fue el contenido del subsuelo de uno y otro lo que supuso la diferencia. Si bien el primero de los agujeros descubrió la presencia de varias cañerías bajo la superficie, no fue ese el caso del segundo al no encontrarse, de acuerdo a las pruebas realizadas, ningún elemento similar a su alrededor. En consecuencia, esto hizo que el Canal de Isabel II, la empresa pública que gestiona las aguas de la Comunidad de Madrid, solo asumiera la responsabilidad del primero de ellos.

«Lo único que pedimos es que se esclarezca lo que ha ocurrido y por qué para que podamos pasear tranquilos», explica la AVLNE. Consternada por la situación, la agrupación pidió a la Junta de Distrito de Ciudad Lineal la elaboración de un informe que determinara las causas de los incidentes. Por su parte, la Junta acordó con la conformidad de todos los partidos instar al Canal de Isabel II a que investigue a fondo el origen de los desprendimientos en la sesión plenaria del pasado día 13.

El primer socavón, que conllevó el desalojo temporal de los vecinos afectados. Foto: AV La Nueva Elipa
El primer socavón conllevó el desalojo temporal de los vecinos afectados. Foto: AV La Nueva Elipa

Red de saneamiento antigua

«Ha surgido una preocupación general muy importante al respecto y existe la posibilidad de que haya nuevos hundimientos dado que el Canal ya estuvo realizando arreglos en las tuberías el pasado verano», señala una portavoz de la Junta de Distrito. «Además de un estudio de las oquedades en los distintos sectores de Ciudad Lineal, hemos solicitado también la renovación de la red de saneamiento y distribución debido a su antigüedad. Por ejemplo, el edificio de Marqués de Corbera, 57 -donde se originó el primer socavón- tiene un saneamiento de 1973, y hay zonas de La Elipa de finales de los años 60. En consecuencia, es muy posible que puedan surgir nuevos corrimientos por filtraciones de agua».

La antigüedad del sistema se enmarca como la principal hipótesis que tanto vecinos como fuentes municipales barajan como causa más factible de lo sucedido. De un tiempo a esta parte, añaden desde la AVLNE, se han tenido que instalar bombas de agua en los sótanos de algunos edificios con el fin de drenar pequeñas filtraciones, lo cual no deja opción a pensar otra cosa que no sea un problema, o bien de la red de cañerías, o bien del humedecimiento de la tierra por el cauce del desaparecido arroyo de La Elipa, sepultado tras la construcción del barrio en la década de los 60.

Consultados por la petición de la Junta, la gestora de las aguas comunitarias se remite a los trabajos de reparación emprendidos tras el primer socavón e insiste en su ausencia de responsabilidad en cuanto al segundo: «Se llevaron detectores de fugas y dieron negativo. Hay un colector a siete u ocho metros de profundidad en el eje de la calzada que fue revisado y no estaba roto. Además, en esa zona la tubería está a cinco o seis metros calle abajo respecto al punto del hundimiento. Y tampoco había presencia de agua, lo que evidencia que el incidente no se debió a una filtración de nuestra red».

Trabajos de reparación del asfaltado en la zona del segundo socavón. Foto: AV La Nueva Elipa
Trabajos de reparación del asfaltado en la zona del segundo socavón. Foto: AV La Nueva Elipa

Árboles caídos

Pero el problema no acaba ahí. Un breve paseo por Marqués de Corbera llama la atención por la presencia de troncos talados o que yacen desarraigados sobre la acera. Lo mismo ocurre en el inmenso Parque de la Elipa, donde son varios los árboles que entre los cientos existentes han sido reducidos a meras calvas entre la masa forestal.

Restos de uno de los árboles caídos en Marqués de Corbera. Foto: M. Ruiz de Arcaute
Restos de uno de los árboles caídos en Marqués de Corbera. Foto: M. Ruiz de Arcaute

Según los vecinos, al menos una veintena de árboles presumiblemente sanos se han caído sin razón aparente a lo largo del último año. Aunque la conexión con los socavones resulta difícil de establecer, sí que tienen claro que hay algo extraño en todo el asunto. «¿Cómo es posible que de repente sucedan todas estas cosas de golpe?», se preguntan, y temen que algo similar a lo ocurrido en el parque del Retiro el pasado marzo, cuando un pino ocasionó la muerte de un niño de cuatro años al caérsele encima, pueda llegar a suceder. En la misma línea, la Junta ha prometido indagar también en este misterioso fenómeno.

«Hemos pedido que se investigue si es algo que tiene que ver con los socavones, así que estaremos pendientes para estar informados al respecto», constata la AVLNE, que también ve una anomalía en el hecho de que «el ascensor del metro no funcionara durante varios días después de los hundimientos». Tengan o no relación entre sí, la agrupación seguirá haciendo lo que mejor sabe: luchar por la defensa y el bienestar del barrio y sus gentes.

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