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Un lienzo en el asfalto: «Versos al paso»

Verso de la periodista y poetisa Amalia Iglesias, en el barrio de San Chinarro. Foto: Ángel de Antonio

Autores: Manuel Garrido y Belén García-Pozuelo

Como un niño que se lanza a la aventura, buscando algo nuevo que descubrir. Una frase que le haga sonreír, soñar, reflexionar. Pararse a pensar en mitad del bullicio de la ciudad. Madrid. Tantas historias que contar, camufladas en el asfalto que pisas al cruzar. Perdidas entre dos extremos, sobre finitas líneas blancas dibujadas en el suelo. Ese es el lugar elegido parar crear, para combinar. Poesía con ciudad. La influencia de Walt Whitman fue fundamental.

Así se contextualiza «Versos al paso», un trabajo «para generar un vínculo entre personas, para reforzar la identidad de los espacios y las comunidades», en palabras de Clara, integrante de Boa Mistura. Este equipo de siete artistas multidisciplinares ha querido «regalar a la ciudad un poco de poesía para hacerla más humana» y han plasmado 1.100 versos en los pasos de peatones de los 21 distritos de la ciudad. Durante tres meses crearon un poemario en el suelo madrileño, ahora un antiguo lienzo que luce menos negro.

El día 3 de diciembre quedó marcado sobre el asfalto el último verso. Un proyecto que culminó con la participación de 20.564 personas, de los cuales en torno a 400 fueron conocidos poetas, escritores y cantautores, y el resto ciudadanos anónimos. «El hecho de que poetas anónimos, o bien, aficionados a la poesía puedan ver sus versos en la calle es algo que muchos hemos soñado», explica Alicia Louzao, una gallega a la que le hacía «mucha ilusión formar parte de un modo pequeñito y modesto de Madrid», ciudad en la que vive desde hace siete años. En la capital suele participar en certámenes de literatura e ilustración y, además de dibujar, detalla que es rápida en la escritura. Como Sara Carmona Pérez.

Sara tiene 24 años y estudió publicidad. Lleva escribiendo desde que tiene uso de razón. A la poesía se aficionó años más tarde, cuando la madurez se lo permitió. Apostó por Instagram para darse a conocer. Dio con la tecla. En la actualidad tiene más de 3.000 seguidores. Allí publica sus poemas, «de contenido inflamable», reza su perfil.

De «Versos al paso» se enteró por terceros y no se lo pensó ni un instante. «Me avisaron por Instagram de la iniciativa y decidí participar», responde Sara. No podía desaprovechar la oportunidad que se le presentaba en su ciudad natal. La tarea de elegir el verso no entrañaba dificultad alguna. No vacilaría en descargar su pólvora: «Es el gato negro el que busca su suerte cruzándose contigo», como metáfora del espíritu madrileño. Un verso que habla de gatos, sobrenombre con que se conoce a los nacidos en la capital española, y encuentros por sorpresa. Retrato de un Madrid crudo y febril de final de año.

Presentó su candidatura. El Ayuntamiento se reservó el derecho de no resolver la incógnita de qué versos eran los seleccionados hasta que en una página web que lleva el mismo nombre del proyecto publicó un mapa en el que se traza la ubicación de las propuestas agraciadas en la geografía madrileña. Esta incertidumbre alimentó su inquietud por vencer la meta que se propuso de niña, ver como su poesía se populariza, que le salieran alas, dejará huella… «Cuánto más lejos llegan mis palabras, más lejos siento yo que llego», sentencia esta joven madrileña.

Del día en que se enteró de que su «gato» amenizaría el paso de los vecinos del Paseo de la Reina Cristina recuerda la emoción sobrevenida y la descarga de adrenalina consecuente. Reconoce que aún no ha tenido la oportunidad de acercarse al paso de cebra del Retiro para contemplar su obra tallada en el asfalto «por temas de estudio y trabajo». Su poesía no tiene techo, por eso baraja la posibilidad de publicar un libro a final de año. Del asfalto al papel solo hay un paso, de cebra por cruzar.

Al igual que Sara, Alicia Louzao tampoco supo que su verso había sido seleccionado hasta el día 3, cuando habilitaron el mapa de búsqueda de la iniciativa. Entonces, «indagando en las, a veces, maravillosas redes sociales, observé personas que habían realizado fotos a mi verso e incluso otros que lo citaban directamente», explica, «fue emocionante». Su verso, que está ubicado en un paso de peatones de la Calle del Apóstol Santiago, es uno de los 74 que hay en el distrito de Ciudad Lineal. Pero, ¿por qué todos están en estos puntos de la ciudad?

Boa Mistura, encargados de asignar un sitio a cada poema, lo explican: «los pasos de peatones son un elemento de la ciudad que está por todas partes y nunca reparamos en ellos, queríamos sorprender a la gente en su día a día», algo que manifiestan con su arte, ya que «cada rincón del espacio público puede ser bello y un poco más nuestro, si le damos la oportunidad». Esa belleza, unida a la delicadeza, fue lo que quiso transmitir Alicia Louzao, y para ello pensó en «conceptos relacionados con la cercanía».

Verso en la Calle del Apóstol Santiago, Ciudad Lineal. Autor: Alicia Louzao

«Aproxímate con cuidado, debajo de esta piel estoy latiendo». Con este verso, en el su autora asegura que no hubo bocetos, «quería abordar que todos aquellos rostros que atravesamos con la mirada son piezas delicadas en nuestro camino, cruzarse a gente que no conoces por la calle y, que probablemente no vas a volver a ver, es un poco triste. Aunque esa persona con la que me cruzaré nunca vaya a hablar conmigo, estoy latiendo».

Un símil que también representa que la poesía está tan viva como las calles. Aunque esta obra sea efímera, los artistas urbanos ya lo tienen «muy asumido», afirma Clara, de Boa Mistura, «no nos encariñamos con nuestras obras porque sabemos que la calle está viva, siempre puede venir otro grafitero y pintar sobre lo que tú has hecho, o que la policía lo borre». El grupo de artistas alega: «no creemos que la permanencia de las obras sea algo importante».

«Versos al paso» pretendía transmitir «la sensación de sentirte identificado con tu propio espacio público o simplemente sacar una sonrisa», concluye Boa Mistura, algo que lograron: «pienso que formo parte de la ciudad y probablemente acabe acercándome a esa calle a repasar con pintura blanca el verso para que nunca desaparezca», explica Alicia Louzao, «cuando me desplacé al lugar de lo que más deseos tuve fue de quedarme a dormir a su lado».

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