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Ocho y medio: la perfecta simbiosis entre cine, libros y café

El Ocho y medio posee una amplia oferta de libros y ensayos del mundo del cine

Madrid es un conglomerado infinito de culturas, rutinas y aficiones. Cada barrio esconde una historia, ya sea importada, como el de Usera y su predominante presencia china, o enraizada, como unas cañas afterwork en la plaza de Olavide. El cine, envidiable arte, también posee su espacio de privilegio en la capital, concretamente en Martín de los Heros, a medio camino entre la plaza de España y la arterial calle Princesa.
La cafetería Ocho y medio (el nombre la delata) es uno de los locales con más personalidad del barrio de Chamberí. Aupada por Fellini, abrió hace 25 años como una librería especializada en ensayismo y literatura de cine. Sin embargo, la crisis, en este caso más prestidigitadora que embalsamadora, obligó a los propietarios, María y Jesús, a dar un volantazo al negocio. Desde hace nueve años, el local es tan cafetería como librería. «Nos defendemos», comenta María con modestia. «Yo estudié Ciencias Políticas y mi marido, Sociología. Pero nos gustaba mucho la cultura: el cine, el teatro… y los libros claro. De ahí surge la idea del Ocho y medio», argumenta María para explicar la aparición del local.

Una vez se atraviesa la puerta del Ocho y medio, el cine golpea por todos lados sin dejar respiro. Una viñeta firmada y dibujada por el gran Guillermo del Toro, que pasó largas etapas en el país mientras rodaba «El espinazo del diablo» y «El laberinto del fauno», da la bienvenida. Las estanterías cubren cada centímetro de pared del café. Hitchcock, Willis, Tarantino, Brando, Godard y Truffaut, entre muchos otros, copan las portadas de los cientos de libretos que monopolizan el café. También hay guiones originales, bien forrados, para endulzar más (si es posible) los cafés y clásicas tostadas del local, todas tituladas con nombres de películas, como la «Jamón, jamón».

Tanto «cinéfilos» como amantes del café son habituales en el local, a cualquier hora

El local, en cualquier caso, está bien arropado. Pese a que la plaza de los Cubos se ha convertido en un escenario tan líquido como la actualidad, lleno de franquicias y adolescentes atolondrados, los cines Renoir siguen siendo toda una institución en la zona, donde solo se proyectan películas en versión original, y que sigue en pie desde hace 36 años. También los Goliat, flanqueando al Ocho y medio en Martín de los Heros, ayudan a crear este coto privado de cine.

Cuando uno pasea por la zona se pregunta de forma inevitable cómo los cines, los cafés o las librerías no han sido arrollados por el mundo actual, donde todo está a un clic de distancia. «No se le puede poner puertas al campo», comenta María, bilbaína de nacimiento pero asidua de Madrid desde su nacimiento. «Es así, y hay que adaptarse», aunque también reconoce que esto le ha traído alguna que otra discusión con sus compañeros de profesión. La propietaria, que perdió a su marido hace unos años, se ha ido mimetizando para dirigir el negocio. «Yo no sé nada de hostelería ni de llevar un negocio, pero he encontrado a unas personas maravillosas, tras mucha prueba y error, que hacen que esto funcione».

Máscara de atrezzo de la película «El orfanato», dirigida por Juan Antonio Bayona

El Ocho y medio, además cubre toda la franja horaria. «La librería abre a las diez y a las once la cafetería. Luego, a partir de las nueve de la noche, se cierra la parte de los libros y es más bar», aclara la propietaria. Esta diversificación también atrae a figuras relevantes. Pedro Almodóvar, que estará en la gala de los Oscar el próximo nueve de febrero, estuvo hace unas semanas en el Ocho firmando ejemplares de su libro, publicado a raíz del estreno de su personalísima «Dolor y Gloria», una de las favoritas de María, aunque no disimula su admiración incondicional por el manchego. «Tenemos relación con gente del cine, entre profesional y personal, porque llevamos 25 años en lo mismo. Somos una parte más del circuito del cine».

«Se trata de que lo que tengas sea agradable y bonito». Esto define a la perfección al Ocho y medio. Se aleja del aura intelectualoide que desprenden otros lugares. Es un café íntimo, agradable y que además, tiene mucho que enseñar y compartir. «De cine tenemos todo lo bueno que se publica, además de una pequeña selección de narrativa, cosas que nos van llamando la atención». La gente acude, tanto aficionados al cine como aquellos que quieren disfrutar de su famosa tarta de zanahoria. Desprende normalidad, y es ahí donde radica su éxito.

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