8-M Día Internacional de la MujerActualidad

«El periodismo lleva mucho tiempo denostado y maltratado, y la fotografía se ha llevado la peor parte»

Autor: Jaime Sánchez Moreno

Judith Prat (Altorricón, Huesca; 1973) ha vivido en persona conflictos de gran relevancia mundial desde perspectivas que suelen pasar desapercibidas en la conciencia de la opinión pública. Con sus trabajos muchos de ellos realizados en lugares de África, Oriente Medio y América Latinarefleja realidades de los refugiados sirios, de la guerra de Yemen o de los campesinos mexicanos en Estados Unidos. Sus fotografías se han expuesto en ciudades de España, Francia, Rusia, México, Canadá y de otros países.

Ha dirigido Tú, siéntate, un cortometraje documental que trata la campaña militar del gobierno turco contra la población civil kurda a finales de 2016. También ha dirigido Boko Haram, una guerra contra ellas, un cortometraje multimedia que muestra la lacra de las mujeres secuestradas por dicho grupo terrorista yihadista. Es miembro del Colectivo 4F, una asociación de fotógrafas que pretende enfatizar el trabajo de la mujer en el mundo de la fotografía.

El Mundo, El Periódico, El Confidencial, The Guardian y Al Jazeera son algunos de los medios en los que publica. Su trabajo ha sido reconocido en varios festivales y concursos internacionales. Además, recibió el Premio Artes&Letras de Fotografía en 2017.

Hasta el 22 de marzo, con motivo del 8M, expone en la localidad turolense de Alcañiz Expolio, una muestra de 60 imágenes sobre los conflictos actuales en África y la situación de la mujer en el continente.

—Está licenciada en Derecho y es especialista en derechos humanos. ¿Cómo nació su vocación por el fotoperiodismo?

Comencé a viajar documentando violaciones de derechos humanos, y pronto me di cuenta de que la fotografía podía servirme para contar mejor todo lo que ya empezaba a ver. Poco a poco, fue tomando protagonismo en mis relatos y finalmente se convirtió en mi profesión.

—¿Se valora suficientemente el fotoperiodismo en España?

No, y no solo en España. El periodismo lleva mucho tiempo denostado y maltratado, y la fotografía se ha llevado la peor parte. No se tiene en cuenta el poder de la imagen para comunicar, el impacto de una buena fotografía. Y eso ha llevado a que se paguen cantidades ridículas por nuestro trabajo o que simplemente sea imposible venderlo.

—De las realidades que ha cubierto, ¿cuál le ha impactado más?

La guerra de Yemen. Pude entrar en el país en 2018 y me encontré con la mayor crisis humanitaria del planeta en los últimos años. Las partes en conflicto han atacado a la población civil reiteradamente, se han bloqueado los puertos de entrada de alimentos y ayuda humanitaria al país; se está utilizando el hambre como arma de guerra. Es terrible ver una escuela bombardeada, cuando todo lo demás alrededor está intacto. Las escuelas o los hospitales han sido objetivo directo de los bombardeos. Es terrible.

—Usted se ha labrado una gran trayectoria, especialmente en lugares peligrosos. ¿Cómo afronta el miedo?

El miedo es muy útil, te mantiene alerta. No debe paralizarte, pero es inevitable y necesario tenerlo en algunas situaciones.

—¿A qué dilemas morales se ha enfrentado? Por ejemplo, casos polémicos como el de publicar, o no, una foto similar a la del cadáver de Aylan para concienciar a la sociedad.

Esos dilemas existen a menudo en nuestra profesión, y cada una debe resolverlos en base a criterios propios. El respeto a las personas que fotografías, especialmente cuando están en situación de vulnerabilidad, debe ser prioritario. También hay que pensar si la publicación de una fotografía puede poner en peligro a quienes salen en ella. Yo en caso de duda, prefiero no hacer la foto o no publicarla. Hay muchas situaciones en las que ni siquiera he sacado la cámara de la mochila, y algunas fotografías que he hecho no verán la luz. También es muy importante que nuestro trabajo no contribuya a perpetuar estereotipos, no revictimizar a las víctimas, ni estigmatizarlas.

—¿Cuándo y cómo surgió el Colectivo 4F?

El Colectivo 4F, del que formamos parte las fotógrafas aragonesas Lorena Capdevila, Tamara Marbán, Lara Albuixech y yo misma, surge la de la necesidad de compartir experiencias y de apoyarnos en una profesión que a veces puede ser muy solitaria. También pensamos que era importante visibilizar el trabajo de las fotógrafas y acercar la fotografía a la población. Todas nuestras actividades van en esa dirección; hemos comisariado una exposición de fotógrafas, nos hemos ocupado de la edición del libro Divina Campo. La mirada de una pionera la primera fotógrafa profesional de Huescay hemos organizado talleres, ciclos y debates en torno a la fotografía. Y en ello seguimos.

—¿Ha sufrido discriminación machista en la profesión?

Sí, claro, nuestra profesión no es ajena al machismo y al patriarcado imperante en nuestra sociedad. En mi época de formación, asistía a seminarios y eventos fotográficos en los que todos los ponentes eran fotógrafos. Eso provocaba que apenas tuviéramos referentes femeninos. Hoy en día la situación ha mejorado un poco, pero no lo suficiente. Somos muchas las que nos dedicamos a la fotografía, aunque todavía hay que pelear para que nos inviten a los festivales, que se exponga nuestro trabajo; en definitiva, no tenemos la misma visibilidad que nuestros compañeros.

—Después de «Expolio», ¿cuáles son sus próximos proyectos?

En abril se inaugura mi próxima exposición, MATRIA, que recoge el trabajo de dos años documentando conflictos en torno a la tierra y violaciones de los derechos de los campesinos en diferentes partes del planeta.

 

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