Encuentros

Cruz Morcillo: «Se puede matar con las palabras, no solo con una pistola»

La periodista Cruz Morcillo, en la charla con los alumnos del Máster. Foto: Regina Rivera

Cruz Morcillo (Castellar, Jaén, 1973) llegó a Madrid en 1997 y desde entonces ha trabajado como periodista sobre el terreno para ABC. Su vida está en la calle. En la actualidad también colabora en la sección de actualidad y sucesos de El Programa de AR (Tele 5). Se considera una «reportera de libreta y paraguas» a la que le sigue enamorando «poder salir a la calle y contar historias». Siempre ha sido una amante de la poesía. Por ello, después de cursar el máster de ABC, entró por la puerta de la redacción dispuesta a escribir en las páginas del suplemento cultural. A los pocos días se cruzó con «dos tipos peculiares». Eran Pablo Muñoz y Ricardo Domínguez, dos periodistas que cubrían sucesos. Le cayeron bien y decidió probar en la sección que no le había atraído nunca. Desde entonces han pasado 17 años y sigue siendo una enamorada de los sucesos y de contar historias.

Morcillo se muestra en todo momento contraria al periodismo de teléfono y de pantalla, asegura que el contacto con la gente es «esencial». «Nunca se transmite lo mismo si no estás en el campo de batalla. En esta vida hay que comparecer». Además, la periodista sabe que antes se tenían que buscar los titulares, ahora te los dan los gabinetes de prensa. Esa forma de trabajar dista mucho de lo que Morcillo considera buen periodismo: «Tienes que conseguir que una fuente te cuente algo que no quiere que se sepa y que tiene mucho que perder si lo hace». Por eso cree que es «complicado que un reportero de sucesos perdure en el tiempo», porque se vive constantemente en tensión y «se juega todo el tiempo con la honra y buen nombre de la gente». Morcillo sabe de lo que habla, por eso reconoce que la profesión del periodista requiere una gran responsabilidad: «Se puede matar con las palabras, no solo con una pistola».

Cuidar a las fuentes es primordial para un reportero, y más para uno de sucesos. «Un periodista que cubre este tipo de información no es nada sin buenas fuentes», comenta con un sonrisa antes de relatar sus inicios al frente de la sección de local en ABC. «Cuando me pusieron en Madrid yo no había hecho mucha calle y tenía que hacer sucesos yo sola». Morcillo recuerda que aquellos primeros meses apenas pudo dormir. Todas las mañanas desayunaba viendo cómo la competencia daba historias a las que ella no tenía acceso por falta de experiencia y agenda. Pero esa situación no pudo con ella. Decidió patearse todas las comisarías y hablar con el comisario. Una mañana le pidió jefe de policía de Madrid que le hiciera caso: «Yo soy una buena tía y he venido a hacerme un hueco en Madrid». Ante el caso omiso que en dos ocasiones hizo el alto mando y gracias a las estadísticas que Morcillo hacía estado elaborando sobre el alto número de asesinatos que se cometían en la ciudad a fines del siglo XX, decidió publicar a doble página una noticia que dejaba a la policía en muy mal lugar, porque apenas un 7 por ciento de los crímenes se habían resuelto. Desde ese momento se ganó el respeto de las fuentes por su «profesionalidad y rigor». Dice la reportera que la agenda se hace cada día y sabe que hay ocasiones en las que se necesita un «introductor» y hay que «convencer a la fuente de que te cuente una información».

 «He llegado a pasarme cuatro horas bebiendo cervezas y tres tomando copas para conseguir un dato»

Morcillo apostilla que se pasa la mitad de su jornada laboral preguntándoles a sus fuentes por su vida personal. Sobre un asunto debatido en Madrilánea (debe ser un periodista amigo de sus fuentes), la reportera recalca que las fuentes «están acostumbradas a contar cosas cuando quieren. He llegado a pasarme cuatro horas bebiendo cervezas y tres tomando copas para conseguir un dato». En momentos en los que se comparte tanto con una fuente, la línea entre trabajo de amistad es muy estrecha, pero Morcillo considera que «la intensidad y amor hacia una fuente no puede cegar al periodista a la hora de dar una información».

 Antes de acostarse, Morcillo revisa todos los periódicos y pone la radio. Sigue la misma rutina en cuanto se despierta: «Me fastidia mucho que la competencia me levante un tema». Considera un privilegio poder llamar a una fuente a las siete y media de la mañana y que se ponga. Le gusta apurar al máximo la hora de cierre del periódico para poder tener contrastados la mayoría de los datos. «La precisión y el rigor son cosas que diferencian al periodista». Siempre busca que la nota de prensa y su información «difieran lo máximo posible», a poder ser, que sus datos vayan por delante de lo que narra la nota institucional.

También es partidaria de dar las iniciales de los implicados en procesos judiciales: «El nombre del hijo de Ortega Cano se ha dado siempre. ¿Por qué unos sí y otros no?». Todo cambia cuando los implicados son menores, en ese caso nunca se deben dar sus iniciales «ni las de sus padres si así se les puede relacionar».

La periodista jienense abandera la «honestidad» como la mejor herramienta para poder trabajar. «Es muy fácil cruzar el límite. Cuando tienes a una víctima delante te va a contar todo». Por eso, considera imprescindible ponerse en su piel: «Hay que tratarle como te gustaría que te tratasen a ti». En esos momentos, Cruz Morcillo sabe que tiene que ejercer de «psicólogo, abogado y moderador». Un filtro para el que muchas veces no se ha sentido preparada.

La cobertura del 11-M

El suceso que supuso un punto de inflexión en su carrera profesional fueron los atentados del 11-M. Morcillo recuerda aquellos días como los más duros de su trayectoria como reportera de sucesos. Asegura que la cobertura que dio ABC, durante el atentado y después, fue impecable. Sintió mucha presión cuando Pablo Muñoz, Dolores Martínez y ella fueron a publicar una doble página con la verificación (por tres fuentes diferentes e inconexas) de que se trataba de un ataque islamista: «Zarzalejos se acercó a nosotros y nos dijo: “Si esto es mentira nos echan a todos”», recuerda Morcillo, antes de sentenciar: «En momentos así es muy importante que los redactores se sientan apoyados por el director».

Morcillo reflexiona y se sincera: «Junto con mi hijo, el periodismo es lo más importante de mi vida». Pero muchas veces ha tenido que ponerse firme. Después de tantos años conoce las presiones de una redacción y lidia a diario con el conflicto entre la inmediatez y verdad. Durante toda su carrera profesional ha cuidado a sus fuentes, por eso cuando tiene que negarse a firmar una información que le piden, se niega. «Si dejas tu firma una vez, y tragas, tragarás siempre. Eres tú quien debe decidir qué camino quieres seguir». También sabe que cuando un periodista se pone límites, dice que no, tiene problemas, pero «a la larga es mucho más gratificante».

Frente a la crisis del periodismo que se vive en España Morcillo cree que «no hay que tirar la toalla. Ahora es difícil, pero a la vez hay más oportunidades». Cuando ella comenzó «no existía google» y nunca estuvo «parada». Siempre tuvo claro que nunca trabajaría gratis: «En nuestro trabajo hay que reivindicar lo que hacemos». Por ello, anima a los alumnos del Máster de ABC a que aprovechen la oportunidad: «El que es periodista se acostumbra a cualquier formato y adapta su forma de trabajar a cualquier soporte». Considera que los medios pequeños tienen mucho futuro. «Hay que utilizar la formación de un medio grande y aplicarla en uno pequeño». También cree que el periodismo ciudadano está dañando al periodista de verdad, al experto. Cree que los periodistas de verdad son los que consiguen la información.

Morcillo asegura que en la actualidad el periodista ya no está protegido por el paraguas de un gran medio de comunicación. La firma del redactor es su propia marca. «Yo no quiero ser Cruz Morcillo de ABC o del programa de Ana Rosa. Quiero que la gente me crea por mi nombre».

«Para mí esta es mi casa, seguiré estando vinculada a ABC todo el tiempo que pueda». Auténtica enamorada de su profesión, dice Cruz Morcillo que aprende cada día, incluso de los jóvenes que están empezando. «Siempre se me ha respetado bastante pese a mis ideas», relata mientras cae en la cuenta de las dos horas intensas en las que ha estado recordando episodios de su vida como periodista. «Nunca me han hecho jefa, ni me harán», cuenta entre risas. Ella lo agradece. De ser así no podría «estar en la calle». Contando historias. Su oficio.

 

UN LIBRO «Cuentos completos»
UNA PELÍCULA «Mi vida sin mi»
UN ESCRITOR Juan Carlos Onetti
UN ACTOR/DIRECTOR Federico Luppi
UN PAÍS  España
UNA CIUDAD Roma
UN LUGAR DE VACACIONES Cualquiera sin teléfono
UN PERSONAJE Mi hijo
UNA NOTICIA 11-M
UNA VIRTUD NECESARIA Honestidad

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