Chamberí

Loros parcos en palabras

Un loro de Europarrot curiosea el objetivo de la cámara. Por C. Castellón

«Nunca compre un loro si no está dispuesto a ofrecerle amor eterno». Esa frase de advertencia reza en la página web de Europarrot, una tienda dedicada en exclusiva a la venta y cuidado de estas aves. Este curioso establecimiento situado en el barrio de Chamberí nació como un hobby, pero poco a poco la colección de estos animales fue creciendo y la afición pasó a convertirse en un trabajo. «Cada vez fue a más y una manera de darles salida fue montar y vender al público», afirma Sergio Chávez, dependiente de Europarrot. Ha tenido tres loros como mascotas a lo largo de su vida, y recuerda que su primer ejemplar fue uno color verde amazónico. Aunque ahora mismo no tiene ninguno, se encarga de cuidar a los más de 20 que viven en el local.

Desde el escaparate exterior se puede ver cómo los pájaros juguetean entre ellos, se recuelgan de sus árboles artificiales y observan curiosos a los que se sitúan al otro lado del cristal. Para entrar hay que llamar, la tienda está cerrada por dentro y solo el dependiente tiene el poder de dejar entrar o salir. Y es que una de particularidades de Europarrot es que los loros no están encerrados en jaulas, sino que vagan libremente por la tienda para poder interactuar con ellos. Se trata de animales perfectamente sociales que han sido criados en cautividad y que están acostumbrados al trato con seres humanos. Aceptan cualquier caricia, siempre que sea con respeto, y se muestran muy curiosos ante el objetivo de la cámara. Se alteran al tocar al timbre y comienzan a parlotear. Casi es imposible escuchar al vendedor. «Tienen momentos del día. Hay momentos en los que están más tranquilos y otros en los que están más alterados. Ahora mismo están muy excitados porque están escuchando ruidos y se extrañan de la cámara», dice Chávez. Para prevenir que las aves revoloteen por la sala se les recortan algunas plumas de manera que no tengan la potencia suficiente para elevarse, solo para planear. Ese plumaje se renueva cada uno o dos años y el loro recupera la capacidad de volar.

Dos cacatúas blancas. Por C. Castellón

Los ejemplares de la tienda son aves jóvenes y suelen permanecer poco tiempo en el local del número 15 de la calle de Meléndez Valdés. Ninguno de ellos tiene nombre. Entre los que allí trabajan, reconocen a los animales mediante apelativos cariñosos y dejan que sean sus futuros dueños los que bauticen al animal. Los loros suelen comenzar a hablar a partir del año de edad y los que viven en Europarrot solo tienen tiempo de aprender unas pocas palabras. Alguna vez se puede escuchar un «hola», o un «guapo» con la voz chirriante que se escapa de los picos de los hombros de los piratas.

Mientras dos ejemplares de cacatúas blancas coronan un inmaculado árbol de madera lechosa que parecen haber conquistado, el resto de animales se reparte entre las ramas de un perchero diferente como temorosos de sus compañeros. Casi como los humanos que se sienten unidos a sus semejantes (hinchas de un mismo equipo, fanáticos de un mismo grupo de música o estudiosos de una misma parcela del saber), los loros se agrupan en la tienda por especies. Dos loritos de tamaño pequeño se posan sobre la base de uno de los árboles tan juntos que casi parecen siameses, como si intentaran fusionarse en uno. «Entre ellos se llevan bien y juguetean o se hacen caricias, pero no se venden por parejas», explica el dependiente. Al fondo de la tienda un ejemplar rojo vivo contempla indiscreto la cámara, le despierta tanta inquietud que hasta se despega de su inseparable compañero solo para estar un poco más cerca del objetivo. Como si de repente entendiera la complejidad de los obturadores y los diafragmas posa ante la fotógrafa presumido, primero de frente y después de perfil.

Según Chávez, la compra de loros como animal es un fenómeno muy extendido en Estados Unidos y en países de Europa como Reino Unido, Holanda, Alemania y Bélgica. En España esta tendencia ha aumentado en la última década. En Europarrot lo vienen notando desde que inauguraron su tienda en el año 2000. Una chica con un loro dentro de una jaula duda en la puerta del establecimiento si ese es el local que andaba buscando. La imagen de la veintena de ejemplares que se contemplan desde el escaparate exterior termina por darle la pista. Allí podrá comprar todo lo que necesite para su nuevo amigo.

El precio de la amistad

Los precios de los loros varían según su tamaño y especie pero suelen rondar entre los 400 y 600 euros los más pequeños, los 1.000 y 1.300 euros los de mediana envergadura y por último los más grande y de razas especiales como las cacatúas o los guacamayos pueden llegar a alcanzar los 2.000 euros.

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