Hortaleza

Un ateneo para despertar el barrio

Entrada del local. Por Ateneo Libertario de Hortaleza

María baja las escaleras y se encuentra medio centenar de personas en su salón. Las hay de todas las edades y tienen algo en común: son vecinos del barrio. No se trata de una alevosa invasión de la intimidad, sino de la representación de una obra de teatro que se hizo este domingo 5 de febrero para inaugurar el Ateneo Libertario de Hortaleza. Un lugar para la discusión política con el que «recuperar el tejido social tan necesario en los barrios».

María viste bata de seda y se mueve por una «casa» que es el salón contiguo de la asociación de vecinos. Previo al espectáculo, los asistentes se arremolinan en grupos y charlan. En el recibidor hay panfletos anarquistas y a continuación una estantería en la que se ofrecen libros que van desde Chéjov o Miguel Hernández hasta teoría de claro signo político. Uno de ellos sirve de pie para una encendida conversación.

«Si miramos a Darwin, el grande se come al pequeño, el fuerte al más débil… pero aquí te explica que la cooperación mutua es el factor más importante de la evolución. Fíjate en las abejas o en las hormigas, trabajan en grupo, no compiten de forma egoísta, y les va bien», comenta uno de ellos. «Aquí» es un ejemplar de El apoyo mutuo, de Piotr Kropotkin, un libro que se contrapone al darwinismo social y entronca con los ideales del nuevo ateneo. Mejor colaborar que competir.

Nace y se confiesa como un espacio con «afinidad por el pensamiento anarquista», un sitio en el que poder sentir que «las ideas libertarias» gozan aún de un empaque suficiente como para tener «una presencia activa» en el barrio. «A veces me tengo que llamar a mí misma señor para animarme», continúa en el salón María, protagonista de La mujer sola de Darío Fo. Un alegato por la mujer, elemento clave para un movimiento que simpatiza con el feminismo.

María plancha en su casa de dos paredes y habla con una vecina invisible con la que comparte sus frustraciones. En el ateneo se citan personas que comparte «una crítica más o menos similar al actual sistema político, económico y social» preocupadas por la «desmovilización» que sufre el barrio. Podría decirse que en ambos casos se dirigen a alguien que existe pero no se deja ver. En ambos casos, parece, el exceso de paz se hace «asfixiante».

Un joven que busca asiento impide ver el escenario. «La pasión por destruir es una pasión constructiva», dice Bakunin en su camiseta. Cuando por fin deja ver a María, la mujer está desesperada por el excesivo control al que le somete un marido maltratador. Para colmo, tiene que soportar las obscenidades de un vecino mirón. «¡Aparta la vista! ¡Que, que, que como suba no sé lo que te corto!», grita empuñando una sierra. Al final de la obra la actriz acabará ovacionada por su actuación.

Y en el ateneo discutirán temas como el maltrato o eternos debates del anarquismo como «las continuas agresiones del capital y del Estado». Será el tiempo quien diga si esta iniciativa sirve para entablar un debate político abierto o si se cierra en un solo bando como anticipa la homogeneidad de sus estanterías. El Ateneo Libertario de Hortaleza, anuncian, quiere «sembrar la semilla de la rebeldía». Pensarán, como dijo María, que «una siempre tiene que estar a punto, como el café».

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