Retiro

Cuando la dignidad de un taxista no entra en los presupuestos

Los taxistas de la estación de Atocha no disponen de baños
Los taxistas de la estación de Atocha no disponen de baños. Foto: R. R. W.

Ocho y media de la mañana, hora punta en la estación de Atocha. Los viajeros que llegan del primer tren de alta velocidad se dirigen a las cabeceras de taxis repartidas por la terminal. Les recibe un mar de coches blancos, recién limpiados y listos para comenzar la ajetreada jornada en la capital. Existe oferta para tanta demanda pero solo hay un problema: todos quieren partir a la vez y, después de años de promesas y reformas, sigue habiendo una única salida.

Hace dos años los principales medios de comunicación ya denunciaron lo que se conocería como «bolsa de taxis»: un taponamiento de vehículo en Atocha en hora punta. Tras un año de protestas, la gestora ferroviaria Adif, responsable de las infraestructuras de la estación, organizó una reordenación de la movilidad, cambiando el sentido de la marcha de los vehículos y mejorando alguno de los accesos. Una solución al tapón que se puso en marcha en septiembre del año 2012.

Más de 365 días después, la situación sigue igual. «¡O peor!», clama Francisco, un conductor de taxis que espera en la cola en la entrada de Méndez Álvaro, uno de los accesos remodelados. Su compañero Juan asiente. «Ya no hay tanto tapón», pero el problema simplemente ha mudado de piel y ahora las colas se forman a la entrada de la cabecera. Cuando un taxi vuelve a la estación después de dejar a un pasajero, la cantidad de coches que se acumula en las paradas les obliga muchas veces a aparcar en doble fila, una práctica perseguida incluso con multas por la Policía Municipal. «Nos piden que sigamos circulando pero no entienden que si no entro yo, vendrá otro al rato y otra vez la misma historia». Ambos piden un poco de comprensión por parte de las autoridades. «Si nos obligan a estar dando vueltas por Madrid solo conseguirán que estemos gastando gasolina y contaminando más la capital», explica Juan. Ninguno de los conductores entrevistados quiso dar su nombre por temor a las fuertes críticas que han recibido varios compañeros de profesión. Nadie parece tener una solución clara al problema.

Julio Moreno, presidente de la Asociación Gremial de Auto-Taxi de Madrid, afirma que la reforma implantada por Adif ha ayudado «más bien poco». Pese a la apertura de una nueva entrada, sigue siendo «una locura» que se haya designado un espacio tan reducido para que 300 taxis presten servicio a los casi 20.000 usuarios diarios que llegan a la estación central. Se han planteado alternativas, como ceder el espacio de aparcamiento que actualmente sirve para coches particulares y abrir esa zona para la cola de taxis. «Sería una forma de potenciar el uso de transporte público», afirma Moreno. Sin embargo, para muchos esa propuesta solo atraería más taxis a la zona y el problema se multiplicaría. La mejor solución que ve es trasladar el destino final de los trenes de alta velocidad a la estación de Méndez Álvaro, al sur de Madrid y más alejado del tráfico del centro.

Por su parte, Mariano Sánchez, presidente de la Federación Profesional del Taxi de Madrid, también lamenta la «poca eficacia y motivación» para poner fin a la problemática. Sánchez reclama que en las horas de máxima afluencia de pasajeros -entre las 8.30 y las 10 de la mañana- la estación madrileña se convierta en un «caos» que puede llegar a provocar retrasos de casi 30 minutos para el viajero. Él ve un remedio claro: asignar a dos policías municipales para que den prioridad de salida a los taxis con clientes.

Un contenedor de basura como aseo

Entrada la noche, el olor a orín en la cabecera de Méndez Álvaro es muy perceptible y es que el taponamiento que se produce en Atocha no es el único problema de los taxistas. En la propuesta de reforma planteada a Adif también se contempló el acceso a servicios, una necesidad básica que, sin embargo, no se ha llegado a solucionar. «¿Ves esos contenedores de ahí? Esos son nuestros baños», señala Juan. También tienen localizados otros dos puntos alejados de la luz de las farolas donde poder realizar sus necesidades. Más allá de las condiciones insalubres en las que los hombres tienen que «ir al servicio», las mujeres taxistas, un grupo minoritario pero existente, no tienen las mismas facilidades físicas. Como cuenta Ana, una de las pocas mujeres taxistas esperando a la cola la pasada noche del lunes, «tengo que ir al bar de enfrente y pedir que me dejen entrar al baño y si no, aguantarme».

«Aguantarse» es la opción por la que se suelen decantar la mayoría de los taxistas y, además, lo hacen durante varias horas al día. No es precisamente lo más saludable. Como señala Amelia Webb, médico de cabecera de la Clínica La Milagrosa, «retener constantemente la necesidad de orinar deriva en infecciones urinarias y, si la situación se vuelve crónica, puede dañar seriamente el sistema urinario del paciente».

Pese a tener muy claro la «locura» que supone para un trabajador lidiar a diario con el taponamiento a horas punta y encima no disponer de servicios básicos, Moreno es consciente de la situación económica actual y de que «los presupuestos son los que son». En la última reunión celebrada con Adif el pasado martes 10 de diciembre, la empresa gestora se comprometió a construir unos aseos -uno para hombres y otro para mujeres-, en la cabecera de la estación. La propia empresa se haría cargo de la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones, eso sí, con el previo pago de una tarifa por su uso, una cifra aún por acordar con los taxistas.

De la ineficacia de la reestructuración también se habló. Pese a que el traslado del punto de llegada de los trenes de alta velocidad a otras estaciones más alejadas del centro esta dentro de los planes finales de Adif, en la actualidad aún no contemplan embarcarse en un proyecto tan laborioso.

Son pasos pequeños pero muy significativos para el sector del taxi y, aunque aún está por ver si los conductores podrán entrar en el 2014 contando con un lugar decente donde poder ir al baño, por lo menos esta vez su dignidad sí parece tener un pequeño hueco en los presupuestos de una gran empresa.

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