Sur

El ciclismo desde dentro

Jesús del Nero
Jesús del Nero ha cambiado la carretera por la montaña

En el Tour del 2008 el ciclismo vivió uno de los peores momentos de su historia reciente. La tormenta empezó cuando uno de los favoritos para ganar la carrera, el italiano Riccardo Riccò, dio positivo en un control antidopaje. Era la etapa 11 y todavía faltaban diez días para llegar a París.

Sin embargo, los directores de Saunier Duval tomaron la decisión de retirar al equipo entero de la carrera. Días más tarde se sabría el porqué: esta empresa se había cansado de patrocinar un deporte que siempre estaba bajo sospecha. Era el fin. «¿Es verdad el ciclismo?», tituló en portada el diario Marca al día siguiente, acompañando el texto con una ilustración en la que aparecía una rueda de bici pinchada por una jeringuilla.

Jesús del Nero, corredor ahora de mountain bike, fue compañero en aquel Tour de Riccò. También de Leonardo Piepoli, que meses después daría asimismo positivo por dopaje. Aquel julio de 2008 este ciclista natural de la localidad madrileña de Chinchón estaba cumpliendo un sueño al debutar en la carrera más importante del mundo. Sin embargo, todo se truncó. «Riccò era una persona con una ambición inusitada, había nacido para montar en bici y hubiera ganado todo lo que se hubiera propuesto, pero él quería vencer a toda costa. Ese año mejoró muchísimo su rendimiento, sin embargo como era una persona joven y que no dejaba de crecer…», reflexiona Del Nero.

Autocrítica y pasaporte biológico

En pocas profesiones existe tanta autocrítica como en el ciclismo. Sus protagonistas asumen que en pocos años, no más de dos décadas, han pasado de ser considerados héroes a villanos. A principios de los noventa, buena parte de España no dormía la siesta por ver a Indurain. Hoy, eso sería imposible de conseguir.

«El ciclismo tiene poca credibilidad», afirma sin dudar el corredor madrileño. Y lo explica: «Yo puedo creer que Wiggins (ganador del Tour este año) es muy bueno. Ahora, lo que no puedo entender es que de repente aparezca un año y arrase. Y su equipo, el Sky, haga primero y segundo en el Tour. No les pongo en duda, pero me resulta extraño».

Jesús del Nero durante su etapa en Saunier Duval
El ciclista madrileño durante su época en Saunier Duval. Foto: J. D. N.

Con la idea de recuperar el crédito perdido, hace cuatro años los ciclistas firmaron el llamado «pasaporte biológico». O lo que es lo mismo, renunciaron a parte de su libertad como personas con el objetivo de «acabar con el dopaje». El pasaporte trata, ni más ni menos, de la obligación que tiene cualquier ciclista profesional de estar localizable las 24 horas del día durante los 365 días del año.

Del Nero lo resume bien: «Tener que estar rellenando un formulario todos los días por internet no es muy agradable. A mi casa habrán ido 15 o 20 veces. Normalmente viene alguien de la UCI (Unión Ciclista Internacional) o la AMA (Agencia Mundial Antidopaje). Llama a la puerta, se identifica y te hace control de sangre y orina. Si por lo que sea no estás localizable, te ponen una falta y ya eres sospechoso. A las tres, te sancionan».

Para el corredor madrileño, la intensificación en los controles no ha sido eficaz. «Estamos muy lejos de acabar con el doping porque sigue habiendo positivos. Bajo mi punto de vista, el pasaporte biológico no ha solucionado nada y la imagen del ciclismo ahora está igual o peor», concluye.

Armstrong y Millar

Aunque supuestamente ocurriera hace algunos años, el último escándalo que ha conmocionado a la opinión pública es el de Lance Armstrong, al que las autoridades han desposeído de sus siete Tours, ganados entre 1999 y 2005. Para Del Nero, el norteamericano «es una persona muy respetada en el pelotón, a pesar de lo que ha salido ahora». El madrileño tiene sus razones para pensar así: «Un ciclista nunca va a pensar que el dopaje es solo cosa de Armstrong, sino que antes era lo que se hacía y que al final ganó el mejor. Todos llevaban los mismos medios. No me creo que Ullrich (el principal rival de Armstrong) no fuera con la misma gasolina».

La cara opuesta al norteamericano es David Millar. Este ciclista británico se dopó y le sancionaron por ello. Posteriormente, escribió un libro llamado «Pedaleando en la oscuridad», en el que además de arrepentirse por haber hecho trampas detalla cómo hace una década el dopaje era una práctica generalizada en este deporte. Gracias a ello, para la opinión pública Millar es hoy el abanderado del ciclismo limpio.

Del Nero compartió equipo con él en 2007 y, sin embargo, no tiene tan buena opinión. «Conozco a Millar de primera mano y puedo decir que no es de fiar. De la imagen que sale de él en Informe Robinson nada de nada. En Saunier, supuestamente ya rehabilitado, cogía a veces unas borracheras de escándalo. Durante el año que estuve con él no cambió. Déspota, muy maleducado, le hablabas y te hacía desprecios a menudo», afirma.

Ya metidos en el tema, lanza otra reflexión: «Millar está ahora en Garmin, que es un equipo en el que muchos se han dopado. Es la paradoja del ciclismo. Es decir, lo han reconocido y están corriendo como si no pasara nada, parecen buenísimos. En cambio, a otros como a Armstrong se les ha crucificado».

Pese a todo, dentro del mundo ciclista el dopaje es un tema tabú. «Entre nosotros no hablamos de ello», comenta Del Nero para añadir a continuación: «Siempre oyes, o te dicen, o alguien ha dicho, pero es algo de lo que siempre se comenta en tercera persona. Nunca nadie te va a decir yo hice esto o lo otro, o yo lo vi».

Lo que no sale en la televisión

Con todo el ruido que hacen los medios de comunicación con los casos de dopaje, a veces se pierde la perspectiva de lo sacrificado que es este deporte. ¿Cómo es la vida de un ciclista? «Básicamente es rutina», suelta de primeras el nacido en Chinchón. «Un día normal, me levanto, desayuno y a entrenar. Va por ciclos de carga, pero puedo hacer 4 o 5 horas. La mañana la tienes ocupada. Cuando llegas, comes bien, y por la tarde haces estiramientos. La verdad es que se te hacen los días muy cortos», apostilla. Kilómetro a kilómetro, el contador de cualquier ciclista puede ponerse a final de año en los 30.000 o 40.000. Es decir, más que casi cualquier coche.

La alimentación y el descanso son las otras dos patas de este duro deporte. Sobre lo primero, Del Nero advierte que es cierto que tiene su importancia, aunque «siempre y cuando no te obsesiones con ello porque hay gente que llega a tal punto que incluso pesa los alimentos». ¿Y el descanso? Fundamental durante la competición en las Grandes Vueltas de tres semanas. «Sobre todo porque todo el tiempo que estés descansando es beneficioso para que se recupere mejor el cuerpo», aclara.

De la carretera a la mountain bike

La crisis económica y la lacra del dopaje han hecho que muchos patrocinadores huyan. No hay dinero para el ciclismo. Debido a esto, Del Nero, un corredor que además del citado Tour también ha corrido el Giro de Italia y la Vuelta a España, se vio abocado al paro a finales del año pasado. Con 29 años no tenía un hueco en la carretera.

Del Nero lleno de barro
Jesús del Nero después de una carrera de mountain bike

Fue entonces cuando apareció la mountain bike. «Se trata de correr por el campo. Existen dos modalidades: el rally es dar vueltas a un circuito, mientras que el maratón es más similar a la carretera y es donde me defiendo un poco mejor. Son carreras de un día, pero duran cuatro o cinco horas», explica casi de carrerilla. El biker madrileño, que combina ambas modalidades, ha obtenido grandes resultados en su debut en la especialidad: subcampeón de España en la categoría de maratón y ganador del campeonato de Madrid de rally.

Pese a ello, son muy pocos los que se ganan la vida con la bicicleta de montaña. Del Nero no es una excepción. «Lo compagino con premios, dietas y algunos sponsor personales, pero no me da para vivir. Este año, por ejemplo, sí que tenía un contrato profesional con el equipo Rotor, aunque las cantidades eran mínimas», explica.

Su futuro es incierto: «Estoy enviando dossiers a empresas, pero con la crisis es complicado porque solo puedes tocar a redes sociales o bebidas energéticas». Con todo, solo existe una certeza: ama montar en bici y, por la pasión que muestra al hablar de ello, lo seguirá haciendo. Haya dinero o no.

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