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Juguetes a 10 euros… ¡Y no son de los chinos!

Juguetería Conde Casal
Día a día, la tienda situada entre la Avenida del Mediterráneo y la calle Doctor Esquerdo se llena de gente. (Fotos: Isabel Permuy)

Hoy en día resulta sorprendente pasar por delante de un escaparate y ver que al otro lado del cristal una tienda está llena de gente. Aún más extraordinario es comprobar que esas personas no solo miran, sino que hacen cola para pasar por caja. Sin embargo, lo realmente increíble es el hecho de que ese negocio surja gracias a ¡¡¡la crisis!!!

En 2010, José Melero lo vio claro: «La gente lo está pasando muy mal, no puede permitirse gastar mucho dinero. Y menos en juguetes, que no es un bien de primera necesidad». Partiendo de esa premisa, decidió saltarse un paso. Dedicado desde 1983 al sector de la juguetería, hasta hace dos años hacía de intermediario con unos productos que luego otros empresarios vendían. Desde esa fecha, también se encarga de buscar la mercancía, aunque con una diferencia: ahora es él el que la vende directamente.

«¿El secreto? Un buen producto o un buen precio»

Bajo el nombre de Trading Tantalo se agrupan las diferentes tiendas que Melero tiene distribuidas por Madrid. Un total de ocho, de las que la mitad tan solo abren coincidiendo con la campaña de Navidad: de finales de noviembre hasta mitad de febrero. El establecimiento situado en Conde Casal pertenece a los que solo están abiertos tres meses al año. Allí, detrás del mostrador, pasa los inviernos este emprendedor.

¿Por qué cuando aún falta más de un mes para la llegada de los Reyes Magos la tienda está llena? «El secreto es tener buen precio o buen producto», responde Melero sin dejar de atender a clientes mientras habla. Respecto a lo primero resulta imposible encontrar en el establecimiento un juguete que valga más de 20 euros, pero esto es algo que también hacen los chinos. Por tanto, ¿cuál es la diferencia? «Simple, yo vendo productos de marca», explica con una sonrisa. Y añade: «No se trata de mercancía barata, sino de calidad a la que luego buscamos un precio lo más ajustado posible».

¿Cómo se combina calidad y precio? «Viajando por todo el mundo. A eso dedico el resto del año, a buscar buena mercancía para la campaña de Navidad. Los juguetes de 2012 los he sacado de Italia, Francia, Inglaterra, Holanda y China. Pero también de Ibi y Onil (localidades alicantinas)», enumera de carerrilla.

Diferentes ofertas y un lugar estratégico

Ni estudio de mercado, ni nada. Al menos eso es lo que dice este licenciado en Economía nacido en Martos, provincia de Jaén, hace 58 años, cuando se le cuestiona por las zonas elegidas para montar una tienda. «La gente va donde sea, no hace falta publicidad, sirve con el boca a boca. El único marketing es comprar y vender barato», razona.

Aunque enseguida rectifica en parte. Alude al establecimiento desde donde habla, situado en la esquina entre la Avenida del Mediterráneo y la calle Doctor Esquerdo: «En este caso no da igual. Este es un sitio de mucho tránsito porque pasa por delante toda la gente procedente de las paradas de autobuses. El volumen de negocio no sería el mismo si la tienda estuviera en la otra esquina, más allá de la rotonda».

Pese a que Melero no lo cite como mercadotecnia, otra técnica para vender son las ofertas. Habituales en cualquier comercio, choca incluso encontrarlas en un local con precios tan económicos. «Este año ya he rizado el rizo. Las hago todos los días: dos por uno, dos por diez euros o, por ejemplo, juguetes que salen en la televisión como el Monopoly o el Cluedo a 50 euros los vendo por solo 20».

Éxito sin precedentes

Con estos condimentos, la fórmula no puede ser otra que el éxito. «Es cierto que los dos años anteriores me ha ido muy bien», reconoce el empresario. Y verdaderamente resulta casi imposible dudar de ello cuando en apenas un cuarto de hora pasan por caja más de veinte personas. Sin embargo, advierte de inmediato: «Cualquiera no podría trabajar aquí, es muy sacrificado. Además, no se gana mucho dinero». ¿De veras? «Sí, el margen de beneficio en cada producto es muy pequeño, entre un ocho y un diez por ciento», asegura de manera seria.

La juguetería en Conde Casal
Muchas personas prefieren comprar los juguetes con mucha antelación

Su estreno en un bajo de la calle de Alberto Aguilera en 2010 ya llamó la atención de los medios. Por aquel entonces, El Mundo dio la noticia de cómo la gente hacía cola en la calle cada mañana hasta que la juguetería abría sus puertas. Sin embargo, lo que pasó el pasado 21 de noviembre fue más allá.

Para la inauguración anual, Melero decidió que desde las siete y media de la mañana, y durante cuatro horas, en todos los juguetes de la tienda de Conde Casal existía el dos por uno. La oferta tuvo un efecto llamada. Como si en las puertas hubiera un imán, cientos de personas formaban una cola interminable. En definitiva, había bullicio, aunque sin sobresaltos hasta que los empleados anunciaron el fin del dos por uno. Ahí la locura se desató. La gente llevaba horas esperando y no pensaba irse sin una ganga.

Tal fue la confusión que incluso la policía tuvo que intervenir, aconsejando a Melero que prolongara la oferta hasta las dos de la tarde. Dicho y hecho. Al preguntarle, el empresario quita hierro al asunto: «El problema con este tipo de propuestas tan buenas es que vienen gitanos o gente del mercadillo». Por otro lado, el éxito del negocio también contribuye a la creación de empleo. «Durante el año hay dos personas por tienda, mientras que en las que abrimos solo para la campaña de Navidad hay siete. No me acuerdo del número exacto, pero ahora habrá unas 40 o 50 personas trabajando conmigo», reflexiona.

¿Y la calle qué piensa?

Por las dos plantas del establecimiento situado entre la Avenida del Mediterráneo y Doctor Esquerdo cruza gente de todas las edades: niños, jóvenes, adultos y jubilados. En la planta de abajo, las cajas de juguetes se apilan unas encima de otras. No hay estanterías. Una señora de unos sesenta años coge un caja con una Barbie dentro y le muestra a su hijo treintañero el logo de la Comunidad Europea. La mujer explica luego: «El único miedo que te da es que sean seguros, que no haya piezas pequeñas que un niño se pueda tragar, aunque supongo que si están aquí es porque pasarán controles».

En el pasillo de al lado, un jubilado observa, pero no se decide a coger nada. «Vengo aquí porque tengo un nieto de siete años y está bien que haya una tienda así en un momento en el que no tenemos ni un duro», afirma con inconfundible acento andaluz. Al momento detalla la situación familiar: «En casa tengo a dos hijos en el paro y además hay que pagar la hipoteca. Vivimos gracias a mi pensión y a la de mi mujer. Esto supone para mí una oportunidad de oro, ya que no tenemos mucho presupuesto».

Conforme habla parece pensar en su «nietecillo», como él lo llama. «Los niños valoran sobre todo la cantidad. Si les regalas solo una cosa y sus amiguetes tienen tres parece que se quedan un poco fuera de sitio. Aquí un coche eléctrico cuesta 10 euros, por lo tanto con 50 puedo comprarle hasta cinco», concluye subiendo ligeramente la voz.

A la salida, todo el mundo sonríe. ¿Qué te dice la gente? «Que gracias por estar aquí, que quizás si esto no estuviera abierto sus hijos este año no tendrían juguetes», responde con ternura José Melero.

 

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