Leganés

Contra la crisis, microteatro a tres euros

Marcos Fernández en «Entra sin llamar»
Marcos Fernández en Entra sin llamar | Fotos: U. Mezcua

A diez centímetros de la nariz de los espectadores, en una sala que no mide más de 20 metros cuadrados, dos personajes luchan por conocerse a sí mismos en medio de una espiral de locura. El público, cinco personas sentadas sobre sillas de cartón que contra toda lógica sostienen su peso, contiene el aliento, conmocionados por la cercanía con los actores. Es otra forma de hacer teatro.

El concepto es sencillo: obras breves —de quince minutos de duración— para públicos reducidos (de hasta quince personas) a precios populares: a partir de tres euros por sesión, dependiendo del local.

Nacido en un prostíbulo

La idea surgió en 2009, cuando medio centenar de artistas presentaron sus obras en un antiguo burdel de la calle Ballesta, que les fue cedido dos fines de semana antes de su demolición. El éxito fue tal que en octubre de 2010 se abrió un espacio dedicado al microteatro de forma permanente, Microteatro Por Dinero, en pleno centro (C/ Loreto y Chicote, 9. Metro Gran Vía o Callao). En sus salas se exponen cinco obras de miércoles a sábados, y otras cuatro en sesión golfa, y todas ellas se renuevan mensualmente.

«Microteatro casi gratis», en la calle Jacinto Benavente 1 de Leganés
«Microteatro casi gratis», en la calle Jacinto Benavente 1 de Leganés

Tras su estela surgieron otros centros culturales, como «La Casa de la Portera», en la antigua casa de la conserje de una finca en el barrio de La Latina, rehabilitada ahora para acoger obras de microteatro, cabaret, variedades, conciertos y exposiciones;o el «Garaje Lumière», frente al museo del ferrocarril de Delicias.

El microteatro incluso ha traspasado fronteras: «Microteatro por dinero» ha inaugurado una sede en Miami (Estados Unidos) y periódicamente organiza giras por todo el país. Y desde septiembre, cuentan con un rival con sede fija fuera de la capital: «Microteatro casi gratis», en Leganés. (C/ Jacinto Benavente 1).

«Morir o reinventarse»

«Antes organizábamos los actos cinematográficos del Ayuntamiento de Leganés», explica Rosa Blas Traisac, presidenta de la Asociación Noche del Cazador, creadora del Microteatro casi gratis, «pero por el recorte presupuestario en cultura nos quedábamos fuera del circuito. Era morir o reinventarnos. Y nos reinventamos».

De momento, funciona: «ha sido una “una jartá a trabajar”», explica Traisac «pero dentro de lo que cabe estamos teniendo bastante éxito». Todo ello, sin apenas financiación: «No tenemos subvención del Ayuntamiento», afirma, «aunque sí una del Ministerio de Cultura para elaborar una guía sobre el audiovisual en el sur de Madrid. Queremos demostrar que en el sur también hay audiovisual, y nos parecía muy importante poder ofrecer algo así en Leganés». El microteatro se financia con las consumiciones de los clientes en el bar contiguo (un euro por bebida), ya que la contribución de tres euros va íntegra a remunerar a los actores y a los directores de las obras.

La experiencia es impactante. «Es diferente», explica Marcos Fernández, que interpreta junto con Ariadna Ferrer la obra de trasfondo psicológico Entra sin llamar, su primera pieza de microteatro, «pero también un privilegio: ves pestañear a la gente, la tienes muy muy cerca».

Todos ellos, actores y directores, son profesionales de la escena. Ariadna Ferrer ha participado en varias series y en el largometraje del cineasta independiente Carlos Atanes Maximum Shame. El propio Atanes dirige otra de las obras que se representan en el microteatro La depredadora, una comedia interpretada por Anitta Rock, actriz en varias obras de cine y televisión, y Carolina Clemente, en cuya filmografía aparecen series como Bandolera, Cuéntame como pasó y largometrajes como No habrá paz para los malvados. «La principal diferencia del microteatro es que se hace muy familiar y muy ameno, aunque depende mucho del público», explica esta última.

Pese a su corta duración, o precisamente por eso, el microteatro no se lo pone fácil a los escritores y directores. «Al estar los tempos y el desarrollo más concentrados», dice Marta Timón, autora de Entra sin llamar, «es más difícil que el teatro tradicional y supone todo un reto. A ver cómo se recibe». De momento, parece que bien. «Impacta la cercanía con los actores», explica Pachi, un expectador, «pero me ha gustado mucho. Es bueno que en Leganés existan iniciativas como esta».

Carolina Clemente y Anitta Rock en La depredadora
Carolina Clemente y Anitta Rock en La depredadora  

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