Encuentros

Ignacio Camacho: «Las columnas de opinión son el valor añadido de la prensa»

Ignacio Camacho, sonriendo en su visita a los alumnos del Máster de ABC. Foto: Iara M. Bua
Ignacio Camacho, sonriendo en su visita a los alumnos del Máster de ABC. Foto: Iara M. Bua

«Es el columnista más perseverante y puntual del periódico. Si no hace su columna, no respira». Con esas palabras dio la bienvenida el director del Máster de ABC, Alfonso Armada, a Ignacio Camacho.

Natural de Marchena (Sevilla), Camacho es un hombre alto, delgado y con un rostro que desprende inteligencia. Con traje y corbata, su gracioso acento andaluz produce cercanía. En sus 33 años como periodista, ha pasado por tres de los diarios más importantes de España: Diario 16, El Mundo y ABC. De los dos primeros, llegó a ocupar el cargo de subdirector, sin dejar a un lado su columna. En el ABC, tras ocupar la dirección en 2004, Ignacio Camacho escribe todos los días del año su columna titulada «Una raya en el agua». Su humildad influyó en la elección de este nombre que alude al carácter efímero de su trabajo, a su aparente levedad.

Camacho es un periodista «todoterreno», que ha sido capaz de escribir sobre un amplio abanico de temas a lo largo de su trayectoria profesional. Sólo se le han resistido las guerras y las crónicas taurinas. Pero su verdadero fuerte son las columnas de opinión. Desveló cuál es el secreto del éxito de una columna: un mismo lugar y una misma periodicidad. La suya en ABC, lo cumple a la perfección. 365 días al año en la página 15. En ese espacio, cada mañana los lectores comparten un «desayuno» con este filólogo hispánico y periodista sevillano. Como columnista guarda otro secreto: «Si me bloqueo, me meto en la ducha para desbloquearme».

Admirador de Umbral y de la mejor tradición del periodismo literario («Larra-Clarín-Azorín-Ruano… y el maestro Alcántara»), añora las palabras bellas y estilizadas para realizar descripciones en los artículos de opinión. «Las columnas son el valor añadido de la prensa y, también, de la radio», afirmó Camacho. En la actualidad, la «venta de influencia» se ha apoderado de las páginas de Opinión en todos los diarios. El columnista andaluz lamenta ese cambio: «Se intenta adoctrinar al lector. Le damos nuestra visión del mundo transformada en munición intelectual para su debate cotidiano con los amigos».

La opinión ocupa gran parte de las emisiones televisivas. Debates, tertulias, «desayunos» y mesas redondas están en auge en las pantallas. Sin embargo, Ignacio Camacho se define como un «apasionado» de la radio y «no» de la televisión, donde «prevalece el espectáculo por encima de la información».

Arrepentido de una entrevista

Llegó el mes de septiembre de 2012. Mariano Rajoy concedía su primera entrevista como presidente del Gobierno en TVE. Ignacio Camacho fue invitado por la cadena pública como representante del diario ABC junto a compañeros de otros periódicos. Todo, a priori, resultaba interesante, ya que se trataba de la primera entrevista en televisión de Rajoy, frente a periodistas de importantes medios de comunicación. Pero todo salió mal. «Me sentí incómodo con el formato e hice solamente una pregunta. Además, Rajoy iba a tiro hecho, a soltar un mensaje determinado», dijo Camacho, arrepentido. «Cometimos el error de ser amables con la televisión. Fue un desastre espantoso», argumentó.

Diario 16

Miembro del equipo fundador de la edición andaluza de Diario 16 (fue subdirector, columnista y cronista político), fue preguntado por sus recuerdos de ese periódico: «Todos tenemos un bucle melancólico de este periódico. Fue un espacio de libertad insólito e histórico. Se volvió anárquico de tan intenso que llegó a ser. Podíamos leer columnas de Fernando Sánchez Dragó, Pablo Castellano o Federico Jiménez Losantos».

Pedro J. Ramírez, actual director de El Mundo y exdirector del desaparecido Diario 16, presume del parecido entre ambos diarios. Según Camacho, «se parecen menos de lo que Pedro J. cree».

Sin proyecto ni confianza

Ignacio Camacho no se escondió cuando los focos estuvieron puestos sobre el problema económico que atraviesa España. Fue directo y explicó la situación sin tapujos: «En la transición, España era un país en construcción y ahora es un país en destrucción. Todo lo que era sólido se ha desmoronado en un periodo muy breve. La sociedad está incapacitada para aportar soluciones. Falta proyecto».

La única parte de España que parece tener un proyecto, aunque sea disparatado, es Cataluña. Hace años que trabajan para diseñar un plan. «Solo los catalanes han construido un proyecto, por muy simple que sea. Irse», explicó Camacho.

Ante la falta de ideas y de profesionalidad de algunos políticos españoles (aunque dijo que era injusto criminalizar a los políticos e hizo hincapié en la responsabilidad de todos los ciudadanos), Camacho vislumbra un futuro nada grato para nuestro país: «Estamos acercándonos a un fracaso colectivo por estupidez, maldad y corrupción».

Todas las palabras pronunciadas por Ignacio Camacho en el coloquio pasaron por un filtro de prudencia al que se obliga por resquemor hacia la instantaneidad y superficialidad de las redes sociales (Twitter, Facebook) y los blogs. «Cuando esto no era así, podía contar cosas a grupos como el que forman ustedes». Como consecuencia de esta nueva realidad, a juicio de Camacho, se ha producido un hecho fundamental en la relación entre periodistas y fuentes: la pérdida de confianza. «La desaparición de la credibilidad y del análisis ya es un hecho en el periodismo».

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