Miradas

«Mi primera crítica de cine tenía 120 líneas. La última, 30»

Casimiro Torreiro junto al cineasta Isaki Lacuesta en el Festival de Málaga de 2011. Foto: Malakao.es
Casimiro Torreiro escucha al cineasta Isaki Lacuesta en el Festival de Málaga de 2011. Foto: Malakao.es

Si de él hubiera dependido, la gran triunfadora de los Oscar habría sido ‘La noche más oscura’, de Kathryn Bigelow. Pero la elegida fue ‘Argo’, y ahora Casimiro Torreiro se pregunta por qué la película que él definió como «exhaustiva, implacable y rigurosa» en su crítica de Fotogramas, se marchó de Los Angeles con el Oscar a los mejores efectos sonoros.

«Yo le habría dado el de mejor película, mejor director y la actriz también», dice. Pero el veredicto de la Academia trasciende la teoría cinematográfica que imparte este profesor en sus clases de la Universidad Carlos III. Se basa en criterios comerciales, pero también ideológicos: «El cine americano nunca ha sido de izquierdas… No le pidamos peras al olmo».

El fracaso de la cinta que retrata la captura de Osama Bin Laden en Pakistán es más complejo. No tiene tanto que ver con el criterio político como con «ciertas cosas que a Hollywood no le suelen gustar». El crítico uruguayo explica que las películas de tres horas «tienen que ser ‘bigger than life’», y ésta dura dos horas y tres cuartos para contar «una investigación criminal detrás de un escritorio.» Torreiro, que también se apoya en uno para historiar el cine, la considere «la mejor película americana del año».

Pero el público general disiente. Principalmente, porque además de ser «un autorreconocimiento de la industria hacia sí misma», los Oscar se han convertido en un espectáculo global gracias a la televisión. Y ‘Argo’ —el rescate de unos diplomáticos estadounidenses en Irán en los años 70— cumplía mejor ese papel. «Es una película de fórmula», dice Torreiro, de las que a los americanos «les encantan porque cuentan cómo vencieron, como siempre, en la ficción, allí donde no pudimos vencer en la realidad». A los americanos siempre les ha gustado contar historias de la gente que gana y, aunque ‘La noche más oscura’ también es una película sobre el triunfo, «es oscura, y eso no le gusta a la Academia».

Tras una vida dedicada al cine (El País, Dirigido Por, Fotogramas…), Torreiro ya no se siente decepcionado al fallar la quiniela de las galas. «Eso es lo divertido», dice, «uno no coincide nunca con el resultado de los premios, y eso tiene un punto…» Sin embargo, hay algunos con los que sabe de antemano que no acertará. Es el caso de los Goya de documental, «que están dados por analfabetos cinematográficos», dice convencido de que el mejor de este año era, «de lejos» ‘Mapa’, de Elías León Siminiani. «Cualquier persona que sepa de documental te lo va a decir».

Pérdida de terreno

Escuchándole cuesta creer que la influencia de los críticos sea «muy poca», pero no siempre ha sido así. Hace 18 años, cuando Torreiro empezó a escribir en El País, sus críticas ocupaban 120 líneas. La última que publicó era de 30. A la dictadura del espacio se une la de la industria, a la que le quita importancia. «La industria hace cohechillos. Te invita a una comida después de un pase, te hace un pase extra… Nada».

Las presiones más importantes para él son las de los medios de comunicación que tienen intereses en las películas. «Antes se defendía mucho a los críticos», dice. Pero «la cosa ha cambiado. Ya no son ellos quienes deciden la película ni la extensión de la crítica, sino  los jefes de sección y las pocas páginas de cultura que lleva el periódico».

Mirito, como le conocen en el gremio, cree pertenecer a la última generación influyente de su oficio. «Ahora hay gente como Boyero en El País que puede ayudar o hundir una película, pero ya no hay críticas de una página en los periódicos».

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