Reporterismo

Un empresario chino con mente musical

El empresario chino Marco Wang, primer estudiante en volver a la ciudad durante la revolución cultural china. Foto:I.M.B
El empresario chino Marco Wang, primer estudiante en volver a la ciudad durante la revolución cultural china. Foto:I.M.B

«Estoy intentando convencer a unos directivos asiáticos para que inviertan 270 millones de euros en un proyecto energético en España. Pero se resisten. Dicen que la prensa española no da la bienvenida a los chinos».

Las gotas de lluvia resbalan sobre el limpiaparabrisas del Mercedes negro y extra largo de Marco Wang. Uno de los empresarios chinos más importantes de España. Está estacionado al lado de la estación de metro ligero de Boadilla Centro. La entrevista finalizó en el mismo lugar en el que empezó: en el asiento del copiloto de su turismo. Y en esa estación.  Cuatro horas antes, Wang conducía desde Boadilla Centro hasta su casa, un bonito chalet en medio de una urbanización con piscina y jardines de palmeras verdes. Una puerta de seguridad llena de hierros impide la entrada al recinto sin autorización. Todas las personas que entran y salen parecen españoles: «En este país hay un problema de seguridad, muchos comercios chinos han sido atacados».

Wang habla en tono uniforme, tranquilo. Piensa muy bien sus palabras antes de decirlas. Es difícil verlo actuar o hablar de manera impulsiva.  Se nota que ha vivido mucho, aunque cuesta descifrar cuántos años tiene. «Aquí dentro no pasan coches. Los vecinos dejan las bicicletas de sus hijos fuera de sus casas». Seguridad y tranquilidad. Dos palabras ligadas a la vida empresarial de Wang. Aunque no siempre fue así.

Biblioteca con libros occidentales

Entra en su casa, un dúplex con garaje en la planta de abajo. Camina diez metros en línea recta y abre las puertas de su salón de dos en dos. La luz, los colores y el decorado muestran una habitación que parece sacada de la fotografía de una exquisita película ambientada en épocas pasadas.

A la derecha de la entrada hay una alfombra roja bordada. Sobre ella cuatro butacas de asientos rojos con reposabrazos dorados. Al fondo, un pequeño aparador rectangular blanco roto, con picaportes dorados, sostiene dos jarrones con dibujos orientales, y un espejo, apoyado contra la pared. A los lados del aparador dos enormes colmillos de elefante encuadran el mueble. A la izquierda del salón plantas verdes envuelven un espacio con muebles blancos sobre moqueta beis. En medio, un asiento de cuero oscuro espera vacío a ser ocupado. Está enfrente de un piano de cola. Silencioso y apagado. Su majestuosidad absorbe toda la atención de Wang.

La conversación empieza, pero no en el salón, sino en una pequeña sala escondida en medio de la enorme casa. Con poca luz. Decoración sencilla. Wang trae un té verde porque no le gusta el té rojo. En realidad no le gusta ni el té ni el café. Solo lo bebe para acompañar al invitado. Para los chinos es muy importante ser buenos anfitriones.

El silencioso piano del salón del empresario Marco Wang
El silencioso piano del salón del empresario Marco Wang

 Tratar bien a sus visitas

«Vengo de la provincia china Zhejiang, al lado de Shanghai, donde es muy caro mandar a los hijos fuera. Pero mi abuelo materno era banquero. Consiguió que todos mis tíos viajasen a países extranjeros: Japón, Alemania y Francia. Estudiaron desde economía hasta gimnasia», dice Wang riéndose. Es la primera vez que se escucha su risa desde que empezó la entrevista. En la casa donde se crió estaban acostumbrados a tener una biblioteca repleta de libros occidentales. Desde poesía hasta novela. En varios idiomas. También les gustaba la música. Sí, la música era su gran pasión. Su vida estuvo ligada a ella. Al igual que su forma de pensar.

La familia del abuelo banquero de Marco Wang
La familia del abuelo banquero de Marco Wang

Primero en volver del campo

Cuando tenía 16 años comenzó la Revolución Cultural china, una campaña de masas organizada por el líder del Partido Comunista de China, Mao Zedong. Consintió en mandar a todos los estudiantes al campo para fortalecer la educación de los campesinos. «Estuve desde 1965 a 1970 en Wenzhou», región situada al sureste de la provincia de Zhejiang.

Es la primera vez que se puede confirmar cuántos años tiene: 64. Wang mantiene buenos recuerdos de esa época: «Aprendí mucho, desde hacer confección, trabajar como electricista, manejar máquinas de producción e incluso conocimientos de medicina». Muchos chinos consideran que la revolución cultural fue una buena iniciativa. El actual presidente chino, Xi Jinping, también estuvo en el campo cuando era estudiante.

Marco Wang (arriba a la derecha) cuando tenía 16 años antes de ir al campo durante revolución cultural comunista china (1966)
Marco Wang (arriba a la derecha) cuando tenía 16 años antes de ir al campo durante Revolución Cultural comunista china (1966)

En 1970, la Orquesta Nacional pidió una autorización expresa al Gobierno para sacar a Wang del campo. Necesitaban un músico en la orquesta, «fui el primer estudiante en toda China autorizado para abandonar el campo y volver a la ciudad». A partir de ese momento vivió una época llena de medallas y de reconocimientos como músico. En 1984 ganó el premio al mejor director de orquesta de coro. «Cuando un artista gana un premio es un problema porque hay que mantenerlo».  Fue la primera lección que su anterior vida como músico le enseñó a su actual vida como empresario: disciplina, vocación y horas de trabajo. Wang deja de recordar por un momento. Su mirada se focaliza.

–¿Cómo se bebe este té sin cuchara?

–De un trago, como si fuera agua.

Las dos tazas de porcelana blancas se van vaciando mientras Wang continúa su historia. El otro gran problema de haberse consagrado como músico en China es que quería triunfar en Europa. En el año 1985 consiguió un permiso para venir a España. El día 16 de marzo. Tenía 36 años.

En 1984 ganó el premio al mejor director de orquesta de coro en China
En 1984 ganó el premio al mejor director de orquesta de coro en China

España, El Dorado musical

«Me sorprendió ver a los españoles en vaqueros cuando llegué  a Madrid». Wang tenía una idea de Europa clásica alejada de la realidad. Un amigo de un amigo le fue a buscar al aeropuerto. Y se fue a Valencia, porque allí tenía familia.  «Todos los chinos viajamos junto a nuestros familiares. Si tienes ayuda es más fácil prosperar en un país y montar un negocio». La unidad de la familia en la cultura china es uno de los factores que explican por qué la tasa de paro de este colectivo no ha aumentando durante la crisis y los empresarios como Wang continúen expandiendo negocios. Los familiares  y paisanos se convierte en el mejor banco: prestan dinero sin intereses para sus deudores, ni agobios legales. La tasa de ahorro privado en China es del 38%, una de las más altas del mundo, según analiza el periodista Ángel Villarino en su libro ¿Adónde van los chinos cuando mueren?

Tras un tiempo en Valencia, Wang se mudó a Madrid. Trabajaba en un restaurante chino en la calle López Hoyos.  Un miércoles cualquiera, su día de descanso, se asomó a la parada de metro Alonso Martínez. Un músico tocaba el violín. Hacía tiempo que sus manos no rozaban las cuerdas. Le pidió que le dejara el instrumento. Una melodía china sonó en el metro. Y la caja empezó a llenarse de monedas. El músico se puso muy contento. Wang vuelve a reír.

Decidió probar suerte. Le pidió a uno de sus amigos que le enviara un violín de China. A partir de ese día tocaba varias veces en la estación de Ópera, donde conoce a músicos españolos. Empieza a colaborar con ellos,  «podía ganar 200 dólares en dos horas, la mitad del sueldo de todo el mes» comenta Wang. En aquellos años se ganaban unas 40.000 pesetas mensuales. Pero lo que se gana fácil se pierde fácil. El célebre artista gastaba hasta el último centavo saliendo de parranda. Decidió cambiar de vida.  Empezar como empresario. Tuvo que abandonar la música.

Desde ese momento su historia se resume en una carrera de éxitos y algún que otro fracaso empresarial. En 1997 constituyó el Grupo 3E, dedicado al tratamiento de residuos y a la energía.  A día de hoy se ha convertido en uno de los empresarios chinos más importantes de Madrid y es el dueño de los dos principales periódicos de la comunidad china en España: Ouhua (2002) y El Mandarín (2005). El primero escrito en chino. El segundo en español y ahora solo en digital. Aunque admite que con los periódicos pierde más dinero del que gana.

Es difícil caminar por un cementerio español y ver nombres chinos. La mayoría de ellos prefieren volver a su país antes de morir. No es el caso de Wang. Tiene cuatro hijos  y admite que quiere muchísimo a España. Ese ha sido su secreto para triunfar como empresario: integrarse.  A diferencia de la mayoría de los asiáticos quienes viven dentro de sus propios barrios, como Usera o Parla, y no hablan español.

Marco Wang como empresario de una empresa energética con sus socios españoles
Marco Wang como empresario de una empresa energética con sus socios españoles

La perfección, su secreto

Wang también quiere a China. Se muestra descontento con ciertas expresiones que escucha cuando camina por las calles de la capital. Como la de mafia china, usada en el caso de la Operación Emperador. «Gao Ping era un individuo, no representa al colectivo chino. Además estaba nacionalizado en España», dice.  El honor es un concepto básico para los chinos.

Se convirtió en un empresario de éxito empezando desde cero. Pero a cambio tuvo que renunciar a la pasión de su vida: la música, la razón por la que vino a España. Lo hizo para ganar dinero. El piano silencioso de su salón y el asiento vacío define lo que ha  tenido que dejar atrás. «Si me hubiese quedado en China podría haber vivido como músico», reconoce antes de salir de su casa.

Baja al garaje. Vuelve a arrancar el coche en dirección a la parada de metro ligero de Boadilla del Monte. Antes de que el asiento del copiloto se quede vacío, como la silla de su majestuoso piano, dice: «Gracias a la música conseguí triunfar como empresario. El secreto es buscar siempre la perfección».

De vez en cuando Wang sigue tocando el violín en su tiempo libre
De vez en cuando Wang sigue tocando el violín en su tiempo libre

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