Opinión

Las victorias se les acabaron

Cuadro taurino de Pablo Picasso
Cuadro taurino de Pablo Picasso

Protestas, recogidas de firmas, indignación y amenazas. Estas son las bases del movimiento antitaurino. Se muestran en rebeldía para intentar atraer a los más confusos y desconcertados. El máximo premio ya lo recibieron: prohibir las corridas de toros en Cataluña. Pero las victorias se les acabaron. Más aún, con el nuevo gobierno de Mariano Rajoy.

Como respuesta, el Congreso de los Diputados aceptó a trámite el pasado mes de febrero, una Iniciativa Legislativa Popular para declarar los toros Bien de Interés Cultural. La propuesta fue impulsada por la Federación de Entidades Taurinas de Cataluña y contó con el apoyo de 590.000 firmas.

Por tanto, el Congreso aceptó su trámite con el voto favorable de PP, UPN, UPyD y Foro Asturias, mientras que el PSOE se abstuvo. ERC, CiU, Izquierda Plural y PNV votaron en contra. Los taurinos también tienen sus derechos. Y son muchos los que siguen las corridas de toros, los encierros, concursos de recortadores y otros festejos taurinos menores. Trescientos millones de personas participan en este tipo de actos en todo el mundo. Por tanto, es una gran parte del planeta la que no se declara antitaurina y está a favor de este patrimonio cultural.

Es un arte, una cultura, una expresión artística y un foro que les reúne, que gusta a mucha gente; gente que siempre tiene la libertad de asistir a ese espectáculo. Un espectáculo artístico de más de 250 años de historia, con una improvisación, una gran estética visual y un colorido que ha subyugado a muchos artistas, a muchos poetas, a muchos pintores, escultores, etc. Como dijo Mario Vargas Llosa, «la tauromaquia siempre ha sido una fuente de inspiración para el arte y la literatura». Es cierto que muchas personalidades como Ortega y Gasset, Cossío, Bergamín, Alberti, Goya, Picasso, García Lorca, Botero, Hemingway, Fernando Savater, Joaquín Sabina, o incluso Borges —que era ciego—, se han inspirado en los toros para realizar sus obras.

La Fiesta Taurina se tiene que entender como un combate leal entre el ser más inteligente y el animal más bravo que existe. Por eso, el toro es el único animal que se puede lidiar y que se defiende constantemente en la plaza.

La marca España se vería muy perjudicada por una supuesta prohibición de los toros y la economía recibiría un golpe de muerte en aquellos lugares donde tiene más arraigo la fiesta.

El toro para la lidia es un animal específico de la fauna ibérica y solo ha existido históricamente en la Península Ibérica. Después, fue exportado a Iberoamérica. Además, es uno de los animales mejor tratados. Tienen atención durante las 24 horas del día y una serie de «entrenamientos» o preparación para que adquieran la bravura, la furia, la fuerza, la musculación y la embestida que les caracterizan en la lidia. Alrededor de 15.000 familias viven en España del cuidado del toro para corridas.

Para prohibir un comportamiento público acreditado con tanto tiempo y con tanta afluencia hacen falta razones muy poderosas, muy serias y no argumentos basados en aspectos arbitrarios ni prejuicios. En la fiesta taurina no están en juego los derechos humanos, ni los valores democráticos, ni la libertad, ni la étical No hay razón para suprimirla.

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