Opinión

Las piezas sueltas del Gaiás

Dos hombres observan la Ciudad de la Cultura desde el Monte Gaiás. EFE
Una pareja observa la Ciudad de la Cultura desde el Monte Gaiás. EFE

El Parlamento gallego ha decidido detener la construcción de los dos edificios que completarían la Ciudad de la Cultura, el complejo arquitectónico de Santiago de Compostela ideado por el expresidente de la Xunta Manuel Fraga en 1999. Ideado para conciliar el patrimonio con el conocimiento, el proyecto iba a estar terminado hace diez años y no sobrepasaría los 108 millones de euros. Hoy, triplicado el gasto y cuadruplicado el tiempo, su sucesor Alberto Núñez Feijóo no considera una prioridad terminarlo mientras 50.000 gallegos menores de treinta años buscan trabajo.

El hombre es proclive a la creación por la destrucción. Lo demuestra sobradamente Percival Bartlebooth en La vida: instrucciones de uso, la novela de Georges Perec. El objetivo vital del inglés era pintar 500 marinas en 20 años para después despiezarlas, componerlas en puzles y, finalmente, disolver las pinturas hasta restaurar el aspecto original del papel.

Algo parecido le ocurrió a Peter Eisenman, el arquitecto de la Ciudad de la Cultura, en 2001, cuando comenzó a vaciar el monte Gaiás para recrear su cima con seis edificios: el museo de Historia de Galicia, la Casa Mundo, la Biblioteca, la Hemeroteca, el Escenario Obradoiro, el Edificio de Servicios Centrales y las Torres de John Hedjuk. Rodeadas por un bosque de 25.000 metros cuadrados, las dos primeras piezas de este puzle arquitectónico se inauguraron en 2011. Un año después Manuel Fraga murió sin ver su sueño hecho realidad.

Si Barthlebooth se despidió del mundo con la última pieza del puzzle en la mano, lista para completar el rompecabezas de su vida, el expresidente de la Xunta se llevó dos: el Centro de Música y las Artes Escénicas y el Centro de Arte Internacional. Dos piezas de 175 millones. Y parece que no será el único en perderse el fin de un espectáculo que la Xunta ha cerrado por vacas flacas. Ahora toca negociar con las constructoras una indemnización de entre 4,5 y los 18 millones. Veremos qué números marcan los dados tras rodar por la ladera del Gaiás.

 

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