Tetuán

Tetuán, sin palomitas

Los cines Renoir, cerrados. Foto: D. V.
Los cines Renoir, cerrados. Foto: D. V.

En la calle Raimundo Fernández Villaverde, justo antes de llegar a Cuatro Caminos, el paseante se encuentra una escena paradigmática. Un letrero que antes estuvo iluminado no deja leer más que tres letras: «CIN». Al lado, una «E» y una «S» se intuyen porque han dejado huella en la pared, pero en realidad no están. Debajo, una cartelera de fin de verano que se empieza a desteñir y una persiana de metal que nunca se sube. La imagen, casi una postal, es de los restos de los cines Renoir Cuatro Caminos, cerrados el pasado 30 de septiembre.

Estas salas son otra víctima entre las muchas que ha dejado la crisis de la industria cinematográfica. Su cierre, sin embargo, fue un punto y final algo más triste que el resto: los Renoir eran los últimos cines que quedaban en el distrito de Tetuán. Aunque técnicamente su calle no pertenece al distrito, la frontera estaba a apenas 20 metros de Bravo Murillo, el corazón del barrio. Eran el último destino del vecino que quisiera disfrutar del séptimo arte en una sala.

El penúltimo fueron los Cines Lido, quizá una pérdida más dolorosa para el barrio que los Renoir. Situados en la misma Bravo Murillo, echaron el cierre en septiembre de 2012, días después de que el IVA de los productos culturales subiera del 8% al 21%. «El cierre de los Cines Lido nos sorprendió mucho», explica Carmen Míguez, presidenta de la Asociación de Vecinos Solidaridad Cuatro Caminos, la entidad vecinal más representativa de Tetuán. «Era un cine muy popular. El comentario general de la gente que se acercaba era ‘¡uy, qué lástima!’. Fue un cierre muy sonado».

A diferencia de los Lido, los Renoir son una cadena de cines en versión original propiedad de la distribuidora Alta Films, que aún conserva tres complejos en Madrid (en Retiro, Plaza de España y Princesa) y otro en Barcelona. La situación de Alta Films es tan delicada que la operadora que coge el teléfono explica que «ya no hay departamento de comunicación porque la empresa está en proceso de cierre». Enrique González Macho, propietario de la distribuidora y actual presidente de la Academia del Cine, cuenta que los Renoir Cuatro Caminos tenían «pérdidas desde hace siete años, y llega un momento en el que no puedes seguir». Los Renoir que siguen abiertos «se mantienen» y no corren más peligro que cualquier otra sala de cine, que no es poco. Cree González Macho que «quizá no haya público para tantas salas. Por eso hemos tenido que cerrar algunas».

De alguna forma, la presidenta de Solidaridad Cuatro Caminos no le quita la razón. «Todos nos quejamos mucho de que no haya cines en el barrio, pero en realidad tampoco viene nadie con propuestas para arreglar la situación». Desde su asociación vecinal se organizan ciclos de cine temáticos, gratuitos para el público, «a los que prácticamente solo acuden los socios de la asociación. Y eso que lo publicitamos por fuera y en otras asociaciones». Hace 30 años había hasta diez locales de cine abiertos en el distrito, aunque los mejores tiempos hay que encontrarlos aún más atrás. «Cuando yo era pequeña, había hasta 16 o 17 salas en el barrio. El primer gran bajonazo llegó cuando la televisión se empezó a popularizar», rememora Carmen Míguez. De hecho, el otro gran cierre que recuerda es el del Cine Montija, que cambió de nombre en 1976 y bajó la persiana en 1991. «Era donde íbamos toda la chavalería en mis tiempos; lo llamábamos el palacio de las pipas». Ahora posiblemente siga habiendo pipas, pero dentro del supermercado que ocupa el local en el que estaban los cines.

A Carmen no se le ocurren razones que expliquen que Tetuán en particular se haya quedado sin salas de cine. Borja de Benito, responsable de comunicación de la Federación de Cines de España (FECE), opina que «el traslado de espectadores de las salas del centro de las ciudades a las de los centros comerciales» ha sido determinante en este fenómeno concreto. Más en general, la subida del IVA ha hecho mucho daño: la taquilla neta —según FECE— ha caído un 5,3% desde entonces, y en 2012 se cerraron 141 salas. El 21% de IVA en España contrasta con la situación de Francia, donde el gobierno acaba de bajar la tasa para los productos culturales hasta el 5%.

Para De Benito, la iniciativa de «La Fiesta del Cine» —entradas a 2,90 euros para el público durante tres días concretos—, que llevó a más de 1,5 millones de espectadores a las salas, no soluciona el problema. «Sirve para fomentar la asistencia y que se hable del cine durante un periodo determinado. Pero no sirve para revivir el sector». ¿Y qué serviría? «Terminar con la piratería. Nosotros esperamos que España cuente algún día con alguna legislación al respecto», concluye.

Mientras la industria del cine resuelve sus interrogantes, Tetuán se ha quedado definitivamente sin salas. Nadie se imagina a un empresario abriendo un cine a medio o incluso largo plazo. Pero antes de escribir una necrológica, no hay que olvidar que los cines han cerrado porque la gente no iba. ¿Lloran los vecinos de Tetuán la muerte de sus salas? «A mí no me importa mucho que cierren los cines», confiesa José Pérez, vecino del barrio. «Yo prefiero ver las películas en casa. El cine está muy caro».

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