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Javier Gomá: «La cultura no es Dios»

Javier Gomá durante la charla
Javier Gomá, durante la charla en el Máster de ABC. Foto: R. R. W.

Javier Gomá Lanzón (Bilbao, 1965) no atosiga a sus hijos con la obligación de abrazar la lectura, pero siempre les reclama que se expresen con corrección y «sepan deleitar» con su lenguaje. Para el director de la Fundación March, la segunda era de la oralidad está en ciernes y quienes tomen ahora ventaja encabezarán la cultura: «Dominar el lenguaje significa tener estructurado el contenido». Meticuloso en su exposición, Gomá lleva años masticando reflexiones en las hojas del suplemento Babelia sobre qué es cultura y qué no pasa de vulgar mercancía. «Estamos viviendo una época donde la alta cultura y la industria comparten estantería. Dos productos antagonistas que emplean el mismo traje», expone sobre la gran contradicción de nuestro tiempo.

«La cultura no es Dios. Nada me chirría más que la beatificación de la cultura. La gente se arrodilla ante ella pensando que es la solución a todos los problemas humanos», asegura Gomá, licenciado en Filosofía y en Filología. Según explica –producto de la secularización de la sociedad contemporánea– «la cultura se ha divinizado» y, aunque es «un instrumento de socialización sin parangón», sus limitaciones son evidentes. «La cultura es la gran costumbre, un gran elemento de cohesión social», enuncia.

En este sentido, el actual director de la Fundación March cuenta con una definición concreta para discernir la auténtica cultura. «Es la conversión de la naturaleza en historia. No tenemos que inventar el mundo cada mañana, la ambición de la gente culta es buscar la perspectiva histórica a hechos presentes», argumenta. Precisamente por ello, Gomá cree que «ser culto no es acumular datos, sino tener conciencia histórica». El bilbaíno, además, apunta a que «el paradigma cultural ha sufrido un cambio y los artistas no se han enterado»: «El problema ya no es cómo ser libres, sino como ser libres juntos».

«Mi percepción de la opinión pública durante esta crisis es muy negativa. Aunque la ciudadanía no se ha dejado tentar por movimientos anti-sistemas, su reflexión cultural ha sido penosa». Para el filósofo, nuestra sociedad no valora en su justa medida el momento actual: «Vivimos un éxito colectivo sin precedente en la historia. No es la mejor de la sociedades posibles, pero la democracia occidental es un fenómeno extraño y debemos cuidarlo».

Por esta razón, Gomá no comprende que la prensa esté obsesionada con dar tanta presencia a aquellos que critican la sociedad. «La gran aportación de Occidente al mundo es la autocrítica. No conozco ninguna civilización que se haya autocriticado tanto», dice Javier Gomá, quien destaca la robustez de la cultura occidental a pesar de que en el aspecto político y en el económico otras civilizaciones están conquistando su terreno. «Durante muchos años quisimos imponer nuestra cultura por la fuerza y ahora que hemos desistido nos están comprando los inventos estrictamente occidentales: la globalización que vivimos es otra forma de colonización».

«Los genios desconocidos no existen»

El director de la Fundación March considera crucial una buena dosis de vanidad en el arte. «Uno comprende que lo que sienten los creadores literarios no es narcisismo cuando entiende que los genios desconocidos no existen», razona el escritor y colaborador de ABC, puesto que «lo que más se valora en un artista es su intensidad». A su juicio, los artistas «mendigan opiniones» dado que la verdad en la literatura reside en el consenso social: «La inmediata aspiración de un escritor es saber si en sus textos hay verdad».

Enérgico tuitero, Javier Gomá anuncia la vuelta del predominio de la cultura oral que se abandonó en el siglo XVIII. «La oralidad exige la responsabilidad del contenido y que si a ti te prestan atención tú debes ser divertido y ameno», distingue. No obstante, advierte de que las redes sociales –bandera de esta nueva oralidad– privan del aplauso sonoro y por tanto «cuanto más se pantalliza la sociedad, más aumenta el anhelo de rozarse y de oír aplausos». «La pantalla te da el directo, pero internet son almas sin cuerpo», concluye Gomá antes de devolver al público la atención prestada «lo más valioso que pueden ofrecer los seres humanos».

UN LIBRO «Tonio Kröger», de Thomas Mann
UNA PELÍCULA «Viaje a Italia», de Roberto Rossellini
UN ESCRITOR Jane Austen
UN PAÍS La adolescencia
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