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Los olvidados de Nochevieja

Iluminación navideña en la calle de Serrano en los años 80. Foto: ABC
Iluminación navideña en la calle de Serrano en los años 80 Foto: ABC

Noche del 31 de diciembre: cena con la familia, las 12 uvas y el cava, fiesta con barra libre entre amigos, posibles nuevos romances y churros con chocolate antes de irse a dormir. Pero la ciudad no se detiene por completo. Médicos y enfermeros, limpiadores, taxistas o barmans trabajan para que Madrid sea una fiesta y no un funeral. Aunque no les agrade abandonar a sus familias, se sienten privilegiados: tienen empleo y además cobran más que en cualquier otra noche. Con la crisis, lo que antes era un suplicio, ahora es una oportunidad.

Plaza de Legazpi al mediodía. Un grupo de taxistas espera su turno en fila con un bocadillo en mano. De los seis, solo uno, el más joven, confirma que trabajará en Nochevieja. La noche del 31 no podrá festejarla con su novia, cenará un tupper de albóndigas y se tomará las uvas en su taxi estacionado en Callao. Sin embargo, Justo González presume de poder conseguir 110 euros en una sola noche gracias al suplemento por servicio de 6,70 euros, cuando en una jornada cualquiera no pasa de los 40.

Antes de la crisis pocos taxistas sacrificaban el cotillón a cambio de ganar unos euros de más. «Hoy somos muchos los que al trabajar en Nochevieja o en el día del Orgullo, salvamos el mes», asegura González, que recuerda el desenfreno de estas fechas con anécdotas como cuando llevó a un rabino del aeropuerto a una sauna gay.

César Ramírez, natural de Venezuela, tampoco descansa el día 31 pese a tener mujer e hijos pequeños. Va a ser su séptima Nochevieja trabajando, tantas como años lleva en el sector. Coincide con González en que 16 horas en su taxi este día «vale la pena» y recuerda que una vez sumó hasta 30 suplementos —201 euros—. «Es una fecha especial en la que incluso llegas a recibir propina», dice Ramírez, y rememora una Nochevieja en la que una pareja anciana esperaba con desesperación un taxi próximo a la estación Atocha. «Poco antes de las campanadas y debían ir a Alcalá de Henares con la familia, se mostraban tan agradecidos por haberles acercado que me premiaron con 20 euros».

«Puedo ganar en una Nochevieja casi lo mismo que en dos días laborables», calcula Ramírez. Las prisas, aglomeraciones y excesos propician el mayor uso del taxi. Frente a esta opción, el autobús público parece menos atractivo cuando la cadencia del servicio nocturno de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) es de 45 minutos —de 22:30 a 00:45 horas— y de 25 minutos el resto de la noche. «La oferta es ligeramente inferior a la de un sábado normal», apunta la compañía de transportes. Los conductores del bus nocturno también reciben una prima económica y, además, en determinados casos, un día libre extra. Pese a ello, «apenas hay voluntarios para esta noche, por lo que son los fijos, que no tienen libranza en esa jornada, quienes conducen la mayoría de los autobuses», señala la EMT.

Noche en el hospital

La sala rociera de Alcalá 202 y la chocolatería San Ginés; una es el punto de partida de la noche y la otra el de despedida. «Celebramos la Nochevieja desde que abrimos hace un par de años, sin embargo, en la primera me llevé un chasco, parecía un sábado cualquiera», señala apesadumbrada la dueña del local. Por el contrario, la centenaria churrería agradece el bullicio de la noche más especial del año. «Se nota bastante, sobre todo a partir de la una de la mañana, lo que hace necesaria la incorporación de unos jóvenes, todos con un bonus salarial», afirma el encargado de la histórica chocolatería.

Sin embargo, las sonrisas, bromas y cánticos se tornan en esperpénticas escenas a medida que el alcohol va surtiendo efecto en los cuerpos danzantes de los bares. Y ahí es cuando la inevitable visita al hospital destapa la cara menos amable en una noche de abstrusos límites. «La ingesta de alcohol, drogas o el empacho son propias de estas fechas», comenta Gloria Torres, médico del Servicio de Urgencia Médica de Madrid (SUMMA 112). Pero aclara que la patología más simbólica de esta fecha es la «social»: la que deriva en una crisis de ansiedad por vivir esta noche sin nadie a tu lado.

En estos 25 años como médico del SUMMA 112, Gloria Torres recuerda con especial tristeza el día en que vivió muy de cerca la muerte de un joven de 21 años al ser atropellado cruzando la Nacional V para ir al centro comercial Xanadú con sus amigos, apenas unos minutos después de haberse tomado las uvas con sus padres. Le conmovió mucho atenderlos psicológicamente en el tanatorio. Su hija, de la misma edad, estaba en ese mismo momento disfrutando la Nochevieja con sus amigos.

Dejo solo a mi marido, que está enfermo y no tiene nadie que le cuide

La médico del SUMMA 112 aclara que no recibe prima económica, solo como víspera de festivo. Lo mismo le ocurre a Marcelo Zevallos, enfermero natural de Perú, que trabaja en el hospital privado La Milagrosa. «Antes estaba en el Ramón y Cajal y me pagaban el doble por esta noche, en torno a los 800 euros, ahora serán 25 la hora», declara resignado ante la que será su primera Nochevieja en este centro.

Limpiar un hospital no debe ser agradable un día cualquiera y mucho menos después de una Nochevieja. Luisa, limpiadora del hospital Gregorio Marañón, lleva desde los 14 años en el centro —ahora tiene 59— y cobra 20 euros más por ser víspera de festivo. Dice que esta Nochevieja será una de las más laboriosas para ella debido a los despidos de muchas de sus compañeras y que, además, «la contrata que llevaba más de diez años encargada de la limpieza deja precisamente de operar este día 31». Luisa se lamenta el tener que ir al hospital la última noche del año: «Esta Nochevieja será especialmente dura porque dejo solo a mi marido, que está enfermo y no tiene nadie que le cuide».

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