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Jorge Carrión: «El periodismo se ha petrificado y ha perdido su ambición de experimentar»

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Jorge Carrión durante la charla con los alumnos del Máster ABC-UCM. Foto: R. R. W.

Siempre compra libros nuevos para reparar un trauma de la infancia: creció en una casa sin referencias literarias ni biblioteca propia. Para compensar, sus padres le compraban todos los volúmenes que pedía y pagaban a plazos las enciclopedias. Hoy Jorge Carrión (Tarragona, 1976) es un cronista reconocido. Disecciona cada texto con la precisión de un cirujano y convive con la paradoja de ser un escritor experimental que sigue un riguroso método .

Jorge Carrión tiene la habilidad de encontrar protagonistas para sus crónicas en cualquier circunstancia cotidiana. Un artista polémico, una bienal en Costa Rica y una búsqueda rápida en Google fue todo lo que necesitó para saber que ahí había una historia. El autor de Australia. Un viaje compara la labor de un detective con la de un periodista. Ambos trabajos consisten en observar, anotar las pesquisas y reconstruir después una historia que cobre sentido. Como buen investigador, el día que descubrió al artista local Habacuc Vargas, Carrión registró los detalles en su libreta tras tener una larga conversación con él. «Te lo habrán dicho muchas veces, pero tengo que preguntarlo: «¿El perro murió o no?»», le interrogó el escritor. Se refería a una polémica obra del artista que consistía en dejar a un perro famélico en medio de un museo y comprobar si los visitantes trataban de alimentarlo. No lo hicieron y el perro, un día cualquiera, desapareció de la galería sin ninguna explicación.

El público se apresuró al acusar a Vargas y al condenarle públicamente por dejarlo morir de inanición. Las críticas fueron feroces y crueles. Las protectoras reprocharon su conducta, recibió comentarios amenazantes en su blog, corrieron ríos de tinta repugnando su obra. Incluso, un profesor le dedicó un sesudo libro de sociología. Pero nadie se preocupó de comprobar si el perro estaba muerto o vivo, ni de leer la explicación del autor en su web, ni el comunicado de la galería en la que insistía en que el animal había escapado tras encontrar la puerta de la galería abierta. Por eso, el periodista persiguió la historia, un procedimiento cada vez más ‘rara avis’ en el periodismo, y llegó hasta el final. Pocos días antes de que Vargas desvelase que la perra se encontraba en su casa y que llevaba alimentándola cinco años, Jorge Carrión publicó la crónica El perro que nos ladra en la conciencia, donde contaba la historia de Habacuc y se posicionaba en contra de un linchamiento poco fundamentado tras una exhaustiva investigación: «Voy de lo particular a lo general. Con temas de fondo latentes como el racismo para que lector vea el grado de violencia que hay debajo de la historia».

UNA RIGUROSA TÉCNICA

Tras la narración se esconde un proceso mental complejo en el que el autor traslada un tema concreto a un mensaje universal: «Tenemos que pretender que el texto tenga subtextos, temas anunciados y no desarrollados que le permitan al lector reconstruirlos», comenta Carrión mientras pinta un esquema en forma de triángulo. Ha utilizado esta táctica en algunos de sus libros como Mejor que ficción, La piel en La Boca y Los Muertos. El escritor aconseja combinar testimonios y trabajos de archivo con datos latentes: «Es importante que el texto permita una expansión simbólica de la lectura».

Conocer al protagonista y elegir un enfoque desde el que describirle es esencial: «Si has llegado a la piel del personaje y decides alejarte y desvirtuarle puede ser interesante y deseable». La escritura requiere técnicas para atraer al lector y evitar que se te escape. En el estilo hay dos elementos imprescindibles: «variedad y drama». La tensión, la existencia de un protagonista y un antagonista en la historia o el conflicto son los indicativos para saber si hay o no una historia: «La posible crónica va creciendo dentro de ti», afirma. El periodista debe construir la narración con la técnica de un arquitecto. Las frases, el lenguaje, la elección de cada palabra tiene que estar milimétricamente estudiada para sintonizar con el objeto del texto: «No puedes escribir una cronica igual sobre el Sáhara que sobre Shangai. No es igual describir a Rajoy que a Messi».

Una Luna, de Martín Caparrós, Los suicidas del fin del mundo, de Leila Guerriero, Missing de Alberto Fuguet o Anatomía de un instante, de Javier Cercas son algunas de las crónicas maestras que recomienda el escritor. Las series como True Detective o The Newsroom, películas como Gravity o los cómics y las novelas gráficas permiten al cronista empaparse de nuevas narrativas y renovar las técnicas periodísticas: «Si no tienes curiosidad por otros lenguajes es difícil encontrar algo nuevo», comenta. El periodismo, en opinión de Carrión, «se ha petrificado y ha perdido su ambición de experimentar».

Hace poco, el escritor materializó una de sus obsesiones en papel. Si Borges imaginó el paraíso como algún tipo de biblioteca, Carrión se ha cruzado medio planeta recopilando trozos de su particular Edén bajo el título de Librerías: «Siempre que viajo voy a las mejores de la ciudad, recopilo fotos, apuntes y libros de las mejores tiendas de libros hasta que me di cuenta de que tenía una caja llena de información y escribí el libro».

«Últimamente soy más Jordi que Jorge», responde consciente de lo extraño que resulta que un mismo autor escriba su firma en dos lenguas distintas. Su nombre oficial, el que pone en el DNI , está escrito en español, pero hubo una campaña lingüística y comenzaron a pronunciarlo en catalán. «Cuando escribo en catalán soy Jordi, en el resto del país soy Jorge. Aún hay gente que cree que soy dos personas distintas».

UN LIBRO «Austerlitz», de Sebald
UNA PELÍCULA «La Jetée»,de Chris Marker
UN ESCRITOR Bruce Chatwin
UN ACTOR/DIRECTOR Quentin Tarantino
UN PAÍS Japón
UNA CIUDAD Estambul
UN LUGAR VACACIONES Menorca
UN PERSONAJE Tony Soprano
UNA NOTICIA 11-S
UNA VIRTUD NECESARIA Paciencia

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