ARCOmadrid 2017

Casa sin fin, un pequeño espacio infinito

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Una instantánea de Julian Rodríguez Foto: Errata Naturae

La calle Doctor Fourquet, en el madrileño barrio de Lavapiés, es todo arte. No sólo por el carácter festivo y multicultural de sus vecinos, también por la concentración de galerías que alberga. En su número 8, no muy lejos de La Casa Encendida y al calor del Museo Reina Sofía, se levanta Casa sin fin. Una galería de arte contemporáneo que toma su nombre de la obra Endless House, de Kiesler (1890-1965), el arquitecto surrealista que concebía la casa «no como un espacio donde habitar sino como un organismo vivo».

Una puerta de una sola hoja sirve de entrada a la galería, un cubo de dos plantas y 100 m² que recibe al visitante. El espacio es pequeño pero el universo que rezuma es infinito. Un conjunto de líneas que se encuentran y separan, chocan y rebotan, describe el esqueleto de dos montañas ante la atónita mirada del espectador.

Bajo el paraguas de Kiesler, los extremeños Juan Luis López Espada (1973) y Julián Rodríguez (1968) –este último director de la editorial Periférica junto con Paca Flores– abrieron la galería en 2011. Un año antes inauguraron Casa sin fin en Cáceres, su hermana mayor. «Kiesler se opone a la idea de casa como un constructo impuesto por el arquitecto en el que el habitante tiene que acostumbrarse a vivir. Habla de casa como un ser emocional, que se amolda al habitante. Nosotros creemos en ese proceso reflexivo. Entendemos que la galería no sólo somos nosotros, también los coleccionistas y el público que nos visita. Por eso decidimos llamarla Casa sin fin en lugar de utilizar nuestros apellidos», aclara Rodríguez.

Ambos espacios huyen del concepto de galería como prototipo de «laboratorio de lujo». La casa infinita tiene vocación de ser algo más que un simple mostrador de arte. Por eso no sólo expone la obra de autores contemporáneos, también fomenta el debate estético priorizando la reflexión sobre las tendencias artísticas, anteponiendo lo intelectual a lo comercial. Más que vender arte, lo razona.

Sin embargo, trabajar en los márgenes del mercado no le ha resultado fácil. Como comenta el director de Periférica, «abrimos la galería de Madrid porque en Cáceres no había un espacio de debate, las visitas eran contadas y la mayoría de nuestros artistas no tenían salida entre el público local. Buscamos ser interlocutores del arte conceptual, y eso lo estamos consiguiendo aquí, donde el foco de discusión es mucho más amplio, aunque no renunciamos al compromiso que tenemos con nuestra tierra».

Proyecto editorial

El proyecto de Casa sin fin se cimienta sobre dos pilares fundamentales: la exposición y la teoría. Busca dar preferencia a las ideas que se desprenden del universo del artista frente a la representación física de la obra. En esto ha jugado un papel destacado la editorial Periférica. En los últimos años ha publicado distintas obras literarias basadas en las propias exposiciones, lo que les ha permitido recorrer el mundo sin salir de la galería. «Al fin y al cabo, el arte no es sólo material, también son conceptos. El libro es lo que  llega a más gente y amplifica el resultado de las exposiciones», reconoce Rodríguez.

Casa sin fin es una galería ambiciosa en lo artístico, pero no trabaja sólo para coleccionistas. Sus puertas están abiertas a miradas curiosas. Desde la del coleccionista, adinerado y con mucha pompa, hasta la del lego y la del que sin serlo vive al día. Como dice Rodríguez, «es importante fomentar la cultura, que la gente nos visite como si fuéramos un museo, aunque se marchen sin comprar nada».

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«El Voladero», de Sergi Aguilar expuesto en Casa sin fin

Desde su apertura, la Casa infinita ha estado habitada por una colorida nómina de autores. Desde veteranos de la talla de Pedro G. Romero, Jorge Ribalta, Javier Codesal o Joan Fontcuberta, pasando por Eva Lootz o Jorge Molder, hasta emergentes como Marta de Gonzalo o Publio Pérez.

Precisamente, la apuesta artística de Casa sin fin fue galardonada en el año 2013 con el premio GAC que conceden las galerías de arte de Cataluña. El jurado valoró su proyección internacional y su producción editorial, que se traduce tanto en los artistas que presenta como en las publicaciones que acompañan a las exposiciones.

La crisis del sector de las galerías de arte

Juegan un papel destacado en la promoción del patrimonio artístico y, sin embargo, son uno de los sectores más olvidados. Las galerías de arte contemporáneo viven en una crisis permanente que convierte cada nueva exposición en el juego de la «ruleta rusa».

Por un lado, el IVA cultural hace que los pocos coleccionistas que hay en España se refugien en galerías extranjeras con un IVA reducido, lo que pone de manifiesto la necesidad de elaborar una Ley de Mecenazgo que fomente la financiación privada.

Por otro lado, el mercado exige que las galerías tengan presencia internacional. Las únicas alternativas para ello son las ferias. Pero los gastos de acudir a las mismas son tan elevados que a veces no garantizan el retorno económico.

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