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Personas racializadas claman contra la España «colonizadora»

Cabecera de la manifestación contra el racismo del 12 de noviembre -Foto: EFE
Cabecera de la manifestación contra el racismo del 12 de noviembre -Foto: EFE

El 12 de octubre de 1492 ha sido considerado tradicionalmente como una efeméride definitoria dentro de la historia española. Sin embargo, la llegada a aquellas tierras allende los mares -tan celebrado a uno y otro lado del Atlántico- ha devenido en lo que algunos a día de hoy consideran ejemplo de «saqueo», «conquista» y «genocidio».

Bajo dicha premisa, el pasado 11 de noviembre, se celebró en el Centro de Residencias Artísticas del Matadero de Madrid (cuya concesión depende de Madrid Destino y del área de Cultura dirigido por la alcaldesa Manuela Carmena) un coloquio que tenía por nombre «No esperaban que sobreviviéramos». Una frase que hace referencia a los supuestos genocidios llevados a cabo por España y Europa en lo que ellos llaman «frontera sur».

En este acto varios miembros de comunidades racializadas –relacionados con la organización de la manifestación contra el racismo del pasado 12 de noviembre- debatieron sobre sus distintas experiencias con respecto a la intolerancia y como combatirla dentro de una España a la que algunos se refirieron como «blanca», «colonizadora» y «opresora».

 

Cartel de «No esperaban que sobreviviéramos»
Cartel de «No esperaban que sobreviviéramos»

Los ponentes (todos ellos miembros de comunidades afrodescendientes, gitanas, islámicas, asiáticas e hispanoamericanas) abogaron por la importancia de ser ellos mismos quienes encabecen los cambios, a su juicio, necesarios dentro de la sociedad: «Es importante que las personas que sufren racismo sean las protagonistas. No se entendería que, por ejemplo, en la lucha feminista fuese el hombre el que llevase la voz cantante», subrayó la portavoz de la asociación SOS Racismo y moderadora del coloquio, Paula Guerra.

Al mismo tiempo, según afirmaron algunos de los participantes en la charla, el camino hacia dicha igualdad social dentro de España no es el de la integración, «ya que supondría renunciar a tu identidad y dejar atrás una parte de lo que eres». En su lugar, la ruta escogida por estos grupos pasa por conformar un movimiento político liderado por los miembros de las comunidades frente a un «poder blanco que encierra en guetos espaciales, sociales y jurídicos», según afirmó Helios F.G. (miembro de la asociación gitana Kale Amenge).

Sin embargo, el que estas comunidades racializadas se unan en un movimiento político no implica que tengan intención, al menos por el momento, de conformar una fuerza parlamentaria: «Es muy prematuro hablar de un partido político. Estamos en un proceso de toma de conciencia, necesitamos ampliar el movimiento, cosa que requiere tiempo» explicó Paula Guerra.

La mesa redonda contó también con la participación de la activista francesa Houria Bouteldja, ligada al Partido de los Indígenas de la República (PIR). La ponente afirmó durante su turno de palabra que para ser antirracista es condición obligatoria «luchar también contra el imperialismo y contra el capitalismo», y ve en la izquierda radical el principal apoyo a la causa de las comunidades racializadas.

Una izquierda paternalista

Una de las principales quejas vertidas durante la charla se centró en el empleo que hace la izquierda de su causa: «Tienen una actitud paternalista. No ponen como protagonistas a las personas que sufren el racismo. Cuando la izquierda participa en una causa que no es la suya lo que tiene que hacer es apoyar desde el lugar que le corresponde» aseveró Paula Guerra.

«Choco», fundadora de una asociación feminista y afrodescendiente relacionada con la organización de la manifestación del pasado 12 noviembre, afirmó a este mismo respecto: «Nos usan para su propio interés. Nos ponen en la foto pero después no nos hacen caso».

Buena prueba de las discrepancias existentes entre las comunidades racializadas y la izquierda fue un tweet publicado por Izquierda Unida a razón de la manifestación. La frase «Miles de personas en Madrid defendiendo el mestizaje y la multiculturalidad» fue duramente criticada por varias personas que por lo que clamaban realmente era por el respeto a su identidad.

«Un discurso de confrontación»

Varias asociaciones relacionadas con la lucha contra el racismo en España no han apoyado la celebración de la manifestación. Este es el caso de «Movimiento contra la Intolerancia», una organización que lleva funcionando desde 1991. En palabras de Esteban Ibarra, su presidente, el carácter de la marcha «dejó bastante que desear».

«Estos grupos emplean un discurso de confrontación. No se puede calificar a una sociedad o a un país como racista» afirmó el dirigente de la asociación, quien también aseveró que estos grupos están conformados por «gente muy joven sin ninguna trayectoria social».

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