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Tirso de Molina: un mercado para comérselo

El mercado Tirso de Molina. Foto; Ignacio Gil
El mercado Tirso de Molina. Foto: Ignacio Gil

El mercado de Tirso de Molina cuenta con más de 85 años entre los vecinos de Puerta del Ángel. En sus comienzos, en 1932, no tenía techo. Tras haber soportado la Guerra Civil, la instalación diseñada por el arquitecto Luis Bellido sigue en pie. Lo que muchos fuera del barrio no saben es que este lugar, ubicado entre las calles de Doña Urraca y Doña Berenguela, ha sido objeto de diversos cambios a lo largo del tiempo. El último, la apertura de nuevos negocios dentro del mismo edificio, que ahora cuenta con numerosos bares de tapas que revitalizan el Barrio.

El «Plan Estratégico de los Mercados Municipales de Madrid 2017-2021» pretende invertir 4,5 millones de euros anuales para convertir la red de mercados en un referente de excelencia. El Ayuntamiento quiere potenciar la marca «Mercados de Madrid» como sinónimo de calidad alimentaria. El Plan se puede consultar abiertamente en la web del Ayuntamiento.

Debido a este motivo, el Ayuntamiento está facilitando permisos para la ocupación de puestos dentro del Mercado. Esto propicia, a su vez, la apertura de negocios distintos a los de un puesto de venta común, como son bares-restaurantes que ofertan el consumo de vino, cervezas y comida de gran variedad. Una clienta habitual, Lucía García, comenta que «poco a poco, esto se va a convertir en el nuevo mercado  San Miguel». Son 42 puestos los que componen el recinto, aunque no todos están ocupados todavía.

Sin embargo, este gran comercio atrae a dos tipos de clientela: aquella de toda la vida, que sigue acudiendo para la compra de productos; y otra nueva y reciente, que lo que pretende es almorzar y tomar un aperitivo mientras pasa el tiempo en una zona de ocio del barrio. Así lo contaba Roberto Torres, un asiduo del Mercado, quien afirmaba bromeando que «la gente ahora viene más aquí porque a los de Madrid nos gustan los bares».  Un mismo punto de encuentro con dos fines diferentes, pero que en ocasiones, son el mismo para algunos de los que acuden.

Los horarios, clave entre los consumidores

La existencia de dos clientelas diferenciadas no supone necesariamente que ambas se rijan por el mismo horario. Antes del mediodía, las personas que se encuentran presentes entre los pasillos de los puestos son, en su mayoría, gente de avanzada edad  que viene a comprar verduras, pescado o carne, entre otras posibilidades. Por tanto, el Mercado no deja nunca de vender a pesar de los bares.

Pasadas las doce del mediodía, comienza a verse otro tipo de gente. La «hora de la comida» incentiva la llegada de familias que, con sus hijos, se acercan a las zonas de «tapeo», antes menos ocupadas. No obstante, los bares-restaurantes tienen una franja horaria distinta a los pequeños mercados. Por las noches, los dueños de los puestos de venta de productos alimenticios cierran sus puertas, mientras que los dedicados a la restauración continúan con su actividad.

Foto Mercado
La entrada principal del marcado Tirso de Molina. Foto: Ricardo Otermin

La realidad es que la modernización de este sitio está suponiendo un cambio en todos los aspectos. Incluso el horario que muestra la página de internet del propio Mercado no es el auténtico. Los domingos el cierre es a las cinco de la tarde. Los primeros días de la semana se cierra a las 8 de la tarde. Entre el jueves y el sábado no se sabe a qué hora finaliza la actividad, pues, tal y como afirma Arturo Hernando, uno de los nuevos propietarios, «la gente no se quiere ir».

Esto se debe, por otra parte, a la celebración de nuevos eventos  que estimulan la llegada de ingresos a estos nuevos negocios que se mantienen abiertos. Este mes ha contado con la celebración de dos conciertos en el Mercado. El último, de música jazz, mantuvo el lugar abierto hasta las doce de la noche. El segundo, hace dos semanas, fue un concierto de rock.

La visión de los nuevos bares y su variedad

Son muchos los emprendedores que intentan probar suerte en Tirso de Molina, mezclándose con los mercaderes de toda la vida. Ya no se cuenta solo con comerciantes naturales de Madrid o del mismo barrio de Puerta del Ángel: “La oportunidad es para el que llega y la coge”, afirma Arturo Hernando, que encabeza uno de los nuevos proyectos empresariales. Estos nuevos inquilinos tienen diferentes nacionalidades, encontrándose entre ellos personas de nacionalidad  venezolana, argentina, italiana y china.

Todos tratan de abrirse al público buscando especializarse en algo en concreto. Existen múltiples ejemplos, como la «Piñatería», un negocio reciente cuya especialidad es la piña natural. Por otro lado, está «PaellaMar», local que tan solo lleva una semana y que oferta paellas y arroces. «Vegicano», por su parte, apuesta por comida para vegetarianos y veganos. «La Lattina», con 11 meses de trayectoria, se caracteriza por una amplia gama de vinos y cervezas artesanales, además de venta de alimentos italianos. El crecimiento no cesa, estando previsto en los próximos meses la apertura de otros cuatro locales, entre los que se incluye un mexicano.

«La Andaluza» es una franquicia caracterizada por servir comida propia de esa Comunidad Autónoma. Su dueño, Arturo Hernando y natural de Venezuela, se las ha ingeniado para introducir comida de su país en el menú, como arepas y tequeños. Él ha sido el último en llegar y sumarse a esta nueva aventura, hace apenas dos semanas. «No hay mercados como este en ningún sitio de Madrid, aquí la gente tapea mientras va de compras», comenta  Hernando, que se muestra emocionado por el ambiente que se vive en la zona.

La perspectiva de los mercados tradicionales

La situación que viven los comerciantes más habituales con respecto a los recién llegados es distinta. «Nosotros seguimos igual», explica Ricardo, que lleva más de 25 años manteniendo la “Pescadería Ricardo”. «La modernización de los bares, seguro que no afecta al Mercado en sí mismo», comenta el trabajador. “No todo el mundo que viene alterna, se nota algo más de gente joven, pero este es un barrio de gente mayor, estamos más o menos igual”, concluye el dueño.

archdc. Madrid, 11 de mayo de 2017. Mercado de Tirso de Molina. Foto: IGNACIO GIL.
Uno de los puesto del Mercado de Tirso de Molina. Foto: Ignacio Gil.

El punto de vista de los empresarios más antiguos, como Ricardo, va más allá. Ante una posible inversión del Ayuntamiento para mejorar los mercados municipales muchos comerciantes aseguran «no saber nada de eso». Sin embargo, tanto nuevos como viejos empresarios, coinciden en una cosa: la falta de aire acondicionado y de calefacción. Destacan que se pueden alcanzar los 30 grados en verano. «No es por nosotros, sino por los clientes» señalaba uno de los propietarios. Otros se sorprenden, incluso, de que Sanidad del Ayuntamiento no haya intervenido antes para solucionar esta situación.

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