ActualidadCongreso de Periodismo Digital 2018

Pepa Bueno: «Las mujeres estamos rompiendo techos de cristal… y de cemento»

Pepa Bueno. Foto: Cadena Ser
Pepa Bueno lleva las riendas cada mañana de Hoy por Hoy . Foto: Cadena SER

Es difícil encontrar algo que Pepa Bueno (Badajoz, 1964) no haya hecho. Con más años de experiencia profesional que edad tiene la redactora que escribe estas palabras, la periodista fue durante más de una década la cara de las mañanas de TVE. Se sentó, una temporada entera, en el famoso Chester e incluso, durante tres años, informó a los españoles al frente del telediario a la hora de comer. Ahora cada mañana pone voz a la actualidad en la Cadena SER, donde lleva las riendas de Hoy por Hoy.

La profesional da cierre a la 19º edición del Congreso de periodismo de Huesca que, durante sus dos jornadas, intenta buscarle un sentido a la realidad periodística actual. Jóvenes periodistas a los que se les pide ser «multiusos», la cobertura informativa del conflicto catalán o la importancia de las redes sociales son temas obligados. La cita tampoco se olvida de que es un año marcado por el movimiento #MeToo, que alcanza su momento álgido con la huelga del día 8 de marzo, día mundial de la mujer y primera jornada del comienzo del Congreso.

Este año clausurará el Congreso de Periodismo de Huesca junto a Ignacio Escolar en una conversación que lleva como título «¿Por qué la sociedad necesita periodismo?» Esa pregunta ya la responderá allí, pero ¿Qué sería de la sociedad sin periodismo?

No es concebible la sociedad en la que vivimos sin periodismo. Estaríamos a merced de un aluvión de datos, de cifras y de imágenes inconexas que no serían información verdadera. El mundo que vivimos es impensable sin prensa. Otra cosa es que ahora mismo los profesionales convivimos con muchas otras formas de comunicación a las que se llaman periodismo y no lo son. Están conviviendo y están tratando de adaptarse a la nueva realidad, pero necesitamos el periodismo, sin él no tendríamos contexto, jerarquía… con todo lo que recibimos lo que hace nuestra profesión es jerarquizarlo, ordenarlo, priorizar, contextualizar y convertirlo en noticias. La información es una cosa y la comunicación es otra, y el aluvión de inputs que recibimos cada día es otra bien diferente.

¿Tienen las periodistas más dificultades que los periodistas a la hora de desarrollarse en la profesión?

Yo creo que tienen las mismas dificultades que el resto de las mujeres en la sociedad, como las de mi generación tropezamos con las mismas complejidades que el resto de las mujeres. El periodismo no es una burbuja, participa de los mismos conflictos y las mismas ventajas que el resto de la sociedad. Las mujeres siguen teniéndolo más difícil y negar esto es negar la evidencia.

Siguen teniéndolo más complicado en el periodismo porque, entre otras cosas, el peso de la imagen sigue siendo una tiranía para ellas, porque todavía para aquellas que deciden ser madres la maternidad, tal como está ahora mismo, ralentiza mucho más su carrera que la de los hombres, porque las redacciones están llenas de mujeres y los despachos de hombres… es una realidad.  Esto repercute a las mujeres de hoy, estemos en puestos de responsabilidad o estén, las más jóvenes, en la redacción como redactoras base. Claro que afecta, solo hace falta mirar alrededor y mirar esto que digo, redacciones llenas de mujeres, despachos de hombres y una organización del tiempo muy, perdona, masculinizada, donde la presencia física sigue valorándose por encima de la dedicación.

¿Se acentúa más esto de lo que habla en el sector audiovisual?

Me faltan elementos de juicio para valorar el periodismo escrito porque no estoy ahí, pero sí puedo hablar del periodismo audiovisual, al que me he dedicado muchos años. Ahí el peso de la imagen sigue siendo una losa para las mujeres. Pesa en el tiempo que deben dedicar a su trabajo, porque tienen que dedicar un tiempo extra que ellos no dedican a cuidar su imagen. Pesa porque la edad de los hombres sigue jugando a su favor, que si madurez, que si experiencia, que si responsabilidad… En los medios audiovisuales hay pocas mujeres mayores al frente de programas informativos. Claro que sigue pesando.

Todavía no hemos roto el techo de cristal, ¿pero considera que vamos camino de ello?

Estamos rompiendo muchos techos de cristal… y de cemento [se ríe]. Todos los días, afortunadamente, rompemos techos de cristal y esta conversación que tenemos ahora es una buena prueba de ello. Tú eres una mujer periodista, yo soy una mujer periodista, tú me estás haciendo una entrevista porque yo tengo un puesto muy destacado en el periodismo, de mucha responsabilidad y estamos hablando de mujeres. Claro que avanzamos, pero quedan techos que romper, eso sin ninguna duda.

Dice el título de la conferencia que dará Gervasio Sánchez que «El periodismo es pasión y compromiso». ¿Continua esta máxima vigente?

Yo soy muy apasionada y ejerzo una profesión que adoro, pero el periodismo antes de nada es un trabajo. Es un trabajo que se debe remunerar dignamente. Luego está el concepto de sacerdocio, de entrega sin límite y la pasión por contar la historia de tu tiempo, pero antes de nada es un oficio que requiere de profesionales formados y a los que hay que pagar proporcionalmente el trabajo que hacen, porque hay cierto concepto de entrega al  periodismo, que para lo que sirve es para mal pagar a la gente. Como tú tienes tanta pasión y este es un trabajo tan fascinante, bastante tienes con que vas a cubrir tal cosa tan importante y no, perdona, esto es antes de nada un trabajo.

Viendo «Los papeles del pentágono» pensaba: el periodismo exige mucha entrega. Eso se ve en la película, una vida en la que no hay festivos, casi calendario, pero el periodismo al que nos remite ese tiempo ofrecía a cambio épica, prestigio social y una vida digna económicamente. Ahora exigimos la misma entrega, y está bien que se pida, es verdad que esta no es una profesión que se puede ejercer «solo un poquito», hay que ejercerla «a tope», pero hombre, a cambio hay que dar, como mínimo, un salario que permita vivir con dignidad. Y si luego tienes la suerte de que te toque un momento de épica y si alcanzas prestigio social, eso tiene que ver muchas veces con razones ajenas al periodista que ejerce y más con el momento histórico. Pero ojo con ese concepto sacerdotal del periodismo que lo que permite, en general, es la explotación laboral.

Hoy en día, a los periodistas más jóvenes se les prepara para saber hacer «un poco de todo». ¿Cree que esto tiene ventajas frente al periodista especializado, más tradicional?

Yo viví en TVE la transformación del periodista redactor, que por entonces se ocupaba del contenido, escribía su información y entregaba su texto y las imágenes a un montador con el que construía la pieza. Ahora el periodista  llega de la calle con sus imágenes, las tiene en su ordenador y él elabora su propia información. ¿Tiene ventajas? Claro, eres muy responsable del producto final, toda la pieza está llena de intención porque tú sabes lo que quieres contar, eliges la imagen que mejor la explica… pero yo creo que los periodistas necesitan tiempo y especialización.

Cuando hablamos de un «periodista orquesta» hablamos de los tiempos a los que está sujeto y a la entrega del producto. Eso acaba en un «urgentismo» que muchas veces es contrario al periodismo. Yo suelo repetir, y he trabajado siempre en medios audiovisuales, que es mejor contar tarde una noticia que contarla mal. Es un modelo con ventajas, el producto final termina pareciéndose a lo que tú tenías en la cabeza, eres el responsable, pero tiene la enorme desventaja de que se tocan muchos palos sin profundizar en ninguno. Al final el periodismo de calidad necesita tiempo y necesita cierta especialización.

Se dice que los jóvenes ya no compran casi periódicos, que no escuchan la radio… ¿Considera que esto también ocurre entre los periodistas más noveles?

Yo estoy rodeada de periodistas jóvenes, mejor formados que mi generación y en general, muy preparados. Esta es mi experiencia. Por donde se informen y como, siempre que el origen sea fiable, a mí me da igual, un periódico de papel, o que lo lean en una tableta o que su fuente de información sea una buenísima selección que hagan de otros canales por los que le llegue. Lo importante es que tengan criterio para diferenciar el ruido, la intoxicación, la propaganda, la noticia falsa, de lo que es información verdadera. No comparto esa leyenda de que «oh, nosotros los periodistas de antes…». Teníamos otros hábitos, es verdad. Tocábamos más la noticia porque éramos redacciones más numerosas, se podía salir a la calle y vivir cuerpo a cuerpo la noticia, lo que te hace madurar profesional y personalmente. Eso es algo importante y en buena medida ha desaparecido. Pero a cambio, los periodistas jóvenes de los que yo estoy rodeada se manejan en un mundo lleno, como decía antes, de inputs y distinguen con muy bien criterio qué es información y qué no es. No se puede responsabilizar a los nuevos profesionales de la organización empresarial de las redacciones, que han sido reducidas a la mitad.

¿Algún consejo para estos jóvenes, para los que salen ahora de las facultades de periodismo?

Yo odio dar consejos, no me gusta nada porque en general yo tampoco los aceptaba cuando era joven [se ríe]. Yo solo puedo tratar de compartir lo importante que para mí ha sido ser periodista. Mucho más allá de que los puestos que he desempeñado han sido vistosos y privilegiados, que considero que ha sido así, a mí el periodismo me ha hecho la persona que soy. Me ha permitido mirar la realidad desde una atalaya privilegiada, conocer a mucha gente, así como relativizar muchas cosas de la vida.

Yo solo puedo compartir la experiencia de que ejercer un periodismo sin atajos fáciles es posible, y que un periodista no es dueño de todo lo que hay que decir, porque ser dueño de lo que dice un medio de comunicación son los propietarios del medio, no el periodista. Pero el redactor sí es propietario único de sus palabras, de lo que describe y de lo que él dice. Y en defensa de ese criterio, de la honestidad con la que haces tu trabajo, no hay que dejar de batallar, eso es lo que le diría a los periodistas jóvenes. Tú no eres dueño de todo lo que se dice en el medio de comunicación en el que trabajas, pero eres el propietario de tus palabras.

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