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Las estatuas alzan la voz en el Templo de Debod

El elenco de estatuas vivientes en el templo de Debod el pasado 28 de octubre. Fotos: M. Camacho

El distrito de Moncloa-Aravaca lleva a cabo por tercer año consecutivo su idea de sacar a la calle una serie de representaciones artísticas con su programa «Moncloa de Calle». En esta ocasión han optado por cambiar los focos, el telón y las butacas por los parques, con el fondo del Templo de Debod. El pasado 28 de octubre se dieron cita en este monumento egipcio un grupo de ocho profesionales que realizaron una representación artística de estatuas vivientes. Allí dieron a conocer la disciplina del estatuario y de la eutonía, que combinados consisten en expresar un mensaje permaneciendo quieto e inmóvil durante una hora.

El proyecto «Moncloa de Calle» se ha propuesto que los ciudadanos tengan al alcance de su mano diferentes expresiones artísticas, por lo que a lo largo de diferentes semanas irán proponiendo y anunciando diversas actividades culturales. El hecho de que el Ayuntamiento de Madrid haya impulsado este tipo de acontecimientos hace que los artistas se sientan apoyados y puedan difundir sus obras. Así lo refleja Amparo Alameda, organizadora del evento: «este es el tercer año que realizamos esta representación, por lo que sentimos el respaldo de las instituciones».

Fernando Salvá, director artístico de esta obra, explica el arte de estatuario como «la transmisión de un mensaje a través de una estatua humana, donde las composiciones siempre hacen referencia a algo que quieren dar a conocer. Al igual que el escritor transmite a través del texto y el cantante por la letra, el mimo se comunica por gestos».

Los asistentes a este acto han podido dejar de lado los prejuicios y los clichés de que el profesional en cuestión solo se sube a la peana por una moneda de dos euros. «Se trata de actores con un gran caché que han ido difundiendo el arte del estatuario por lugares como Dubai, París, Lisboa o Egipto», recalca Salvá. También ha reiterado en varias ocasiones que «aunque se dé la sensación de que practican esta disciplina por la moneda que les tiran, no es así. Desarrollan un tipo de arte que es una tradición en Europa y que en España, por suerte, ha ido creciendo».

La estatua que representa el Charlot de Charles Chaplin

Doble objetivo de los profesionales

La interacción con el público se vuelve uno de los principales atractivos de esta modalidad artística, además de que los profesionales puedan ver la reacción de aquellos que se detienen a contemplarlo. Quizá, lo más bello de esta disciplina es que no precisa una edad para poder disfrutarla: durante el tiempo que duró la exposición se podía ver a los niños correr y jugar con el Charlot de Chaplin y a los más mayores rememorar la escena mítica de «Desayuno con diamantes» de Audrey Hepburn. Hasta los más románticos se podían sentir identificados con la estatua de «El Enamorado», sin duda la representación más firme y seria, impasible por estar en búsqueda de su amor idílico.

Estos ocho profesionales daban vida al espacio en el que se encontraban, había quienes se detenían para apreciarlas como si de un cuadro del Prado se tratase. Otros interactuaban con ellas, aprovechando para sacar una fotografía. Los más curiosos depositaban en el cepillo una moneda para ver la reacción del artista.

El otro elemento destacable es el mensaje que quiere expresar cada estatua. A través del personaje que escogen quieren representar una idea u otra, lo que obliga al espectador a aumentar su capacidad de observación para encontrar ciertos detalles y, de esta forma, descifrar el mensaje de cada estatua. La idea que quiere representar cada uno es decisión del propio virtuoso. En el Teatro Destellos ponen en común aquello que quieren realizar, y después, es trasladado al Ayuntamiento.

Las cuestiones sociales también están presentes en este tipo de exposiciones, es el caso de la estatua que sostiene un megáfono y un cartel. Natalia, la actriz que representa a «la activista», hace alusión a una sufragista del siglo XX, reivindicando el papel de la mujer y luchar por sus de derechos. El «soldado desconocido», pese a su aspecto bélico y de guerrillero, presenta el detalle de la ausencia  de arma. En lugar de la típica metralleta porta un teléfono y un equipo de comunicación, con la intención de mostrar que la falta de diálogo provoca que haya más víctimas.

Muchas veces, paseando por las calles de Madrid, se ignora que las personas que se esconden debajo del disfraz y de las múltiples capas de maquillaje son en realidad profesionales. Como dice Amparo Alameda «no deben tratarles como mendigos, como ocurre en algunas ocasiones, sino como los grandes artistas que son».

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