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El mercadillo ilegal de los viernes, a los pies de Picasso

Autores: Paula Arocha y Noemí Nacemento 

 

Podemos encontrar móviles rotos, pantalones usados, gafas sin cristales o incluso pilas y todo ello expuesto a pleno pie de calle. Según declaraciones de vecinos de la zona, la mayoría de estos vendedores ambulantes ilegales ponen en venta chatarra y hasta cartones, desde primera hora de la mañana de cada viernes, hasta mediodía, donde ya se instalan junto al Reina Sofía hasta que anochece.

Alrededor de 60 manteros extienden sus mantas en la transitada Ronda de Atocha, montando un mercadillo clandestino, por supuesto ilegal. Son personas con una situación económica muy precaria, indigentes o gente con adicciones, de unas edades comprendidas entre 37 y 55 años y mayoritariamente de origen marroquí. Ante esta situación, los trabajadores y vecinos de la zona están hartos, cansados, y califican como «guarrería» esta ilegalidad, además de expresar sus protestas debido a la ocupación de gran parte de las aceras, lo cual dificulta el paso de los transeúntes durante prácticamente todo el día.

En este mercadillo clandestino se vende de todo, es un zoco improvisado de productos variopintos, que se mantiene en pie al compás que marca la policía.  Pese a la intervención de los agentes, retirando a estas personas cuando son «pilladas», pocos minutos más tarde vuelven a extender sus mantas y continúan haciendo lo que les viene en gana, trasladándose de una acera a otra durante todo el día . Cuando finaliza este «bazar de calle» se puede observar la cantidad de basura, bolsas y artículos rotos que dejan los manteros en la propia entrada del museo, generando un aspecto terriblemente precario para un lugar tan importante y apreciado tanto por los turistas, como por los propios madrileños.

Más control que multas

Los manteros venden sus artículos robados y recogidos de los contenedores, pero se despreocupan por completo de dejar la zona recogida y no llena de basura. «¿Cómo vamos a respetar a esta gentuza si lo único que hacen es manchar? ¡Y encima la ropa que venden es de los contenedores de ropa!», declara enfadada una señora residente de la zona.

Muchos ciudadanos de la comunidad son desconocedores de este grave asunto, el cual realmente es un problema social para los vecinos del distrito de Arganzuela. El Ayuntamiento de Madrid califica como falta grave ejercer la venta ambulante sin autorización municipal e infringir esta norma está penalizado con multas de hasta 6.000 euros. Estas sanciones se imponen en función del beneficio obtenido, del volumen de la facturación a la que afecte, grado de intencionalidad y el plazo de tiempo durante el que se haya venido cometiendo la infracción. Sin embargo, los policías tan solo pueden requisar y destruir el material que recojan, debido a la mala calidad del género que ofrecen (objetos usados o del contenedor), el cual impide aplicarles dichas sanciones.

Una lucha diaria que los agentes tratan sin éxito de ganar. Los productos incautados no son llevados al almacén municipal, sino que también los depositan en la basura.

Imagen: Patricia Balbontín y Paula Arocha
Agentes policiales irrumpiendo el mercadillo ilegal frente al Museo Reina Sofía. Foto: Patricia Balbontín

Siete años de invasión

Un camarero de la zona declara que «además de dejar todo lleno de porquería también roban a los propios ojeadores» y «yo ya no les dejo entrar al baño porque me lo ensucian todo, solo dan problemas y esto lleva ocurriendo desde hace muchos años».
Ya son siete años los que se han cumplido desde los comienzos de este problema de venta ambulante ilegal en pleno centro de Madrid,  a la que también se le acusa y añade una supuesta trama de droga. Un hecho espeluznante que, tras numerosas quejas de vecinos y comercios, sigue sin resolverse y ponerse fin.

Un suceso en el que, sin duda, el Ayuntamiento de Madrid debería tomar acción y replantearse qué hacer para lograr el pacifismo y bien de la comunidad. Atocha siempre se ha sido considerada una zona óptima y armónica, por lo que los residentes de la zona solo desean recuperar la esencia de sus pacíficas y limpias transitadas calles.

 

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