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La Navidad en la UCI y con pronóstico reservado

Archivo ABC

El hospital es uno de los pocos sitios en el mundo al que vas sin querer ir, ya que por rutina se despliega un cordón de seguridad que separa la salud de la enfermedad, pero cuando esos límites se desdibujan por una pandemia el hospital deja de ser una caja negra de paredes blancas y olor a formol, y pasa a entenderse bajo nuevos términos. Qué ocurre después de los aplausos para el personal del hospital o cuando uno se convierte en huésped involuntario en uno de los principales puntos de carga vírica.

En ese sentido los profesionales de distintos hospitales coinciden en decir que la situación actual ha puesto a prueba los límites de la solidaridad, básicamente porque no entendemos al otro, hasta el momento en que nos convertimos en ese otro. La realidad no acaba en el yo,  y eso pasa por abordar el problema del paciente desde distintos ángulos, como redefinir la arquitectura de un hospital o usar terapias innovadoras. Todo esto supone entender que detrás de una maquinaria bien engrasada que trabaja en sesión continua, el hospital es personal que hace lo que puede con las herramientas de que dispone en un entorno donde los nervios están a flor de piel. Y a veces, los resultados disimulan los esfuerzos, especialmente si sólo quedan las anécdotas y las cifras, esto se hace especialmente evidente en la época de Navidad, de ahí que se lleven a cabo proyectos que intentan suplir las carencias de una normalidad que queda, momentáneamente, en la sala de espera.

Hospital Infantil Universitario Niño Jesús

Archivo ABC

La sensación es instantánea cuando pasas dentro, es como traspasar la puerta del Imaginarium, pero en versión hospital, y sin embargo mientras uno espera puede oír a padres quejándose por las excesivas restricciones, mientras el tráfico de pacientes está en hora punta y el personal se mueve sin una coreografía ensayada, pero con una eficiente paciencia, es entonces cuando el visitante se encuentra con un cartel que le dice que todo va a salir bien, ante eso uno puedo pensar ojalá, ojalá sea así.

Cartel en el hospital

Concepción Nicolás de gesto resolutivo, como responsable de Atención al paciente y Voluntariado, lo tiene claro, la gran ventaja de un hospital pediátrico es que con el confinamiento los pacientes de los demás hospitales se quedaron solos, en cambio,  en el suyo los niños siempre han estado acompañados, de modo que la vivencia es distinta, aunque el miedo sigue. “Creo no es lo mismo haber trabajado en un hospital infantil que en uno de adultos donde se ha vivido una guerra”, para ella esta lucha unida al estrés y el daño psicológico de ver cómo la gente se moría sola, cuando era el profesional el único que podía darles  la mano en esos momentos, supondrá secuelas que no se borrarán jamás.

Y recalca:

“Los sanitarios somos todo el año igual, no solo en tiempos de crisis, al final la cuestión no va de buenos y malos y cuando estás dentro de los hospitales te das cuenta”

Su idea es que no hay una tercera oleada, porque en realidad no se ha salido de la primera, el virus está al acecho, y este pico de contagios que se vive estos días viene del Black Friday, no el del Puente de la Constitución. Por eso matiza que no se ha sabido trasmitir a los adolescentes una radiografía verídica de la realidad para así generar prevención, y así éstos se contagian y las secuelas persisten. La conclusión es que en lugar de fuegos artificiales y blindaje de la información se impone hacer hincapié en la transparencia.

A la izquierda Cristina Albertilla Ramos, a la derecha Pilar Herrero López

En cuanto al resto del personal como la supervisora de Oncología, Pilar Herrero López a la pregunta de qué supone para la gente del hospital trabajar en estas fiestas, considera que en este gremio hay un todo incluido, es decir la persona que es sanitaria sabe que antes o después le tocará trabajar en Navidad, “lo más difícil es que tengo que dejar a mis niñas y a mi marido, pero ellos también lo entienden. Y cuando llegas al hospital se te olvida un poco el calendario, porque es un trabajo que se hace en compañía y en el que ejerces de acompañante”.

En ese sentido hay un inevitable contraste con otros años en el que  se tomaban las uvas con los padres de los niños o se compartían cenas.  “Yo recuerdo las Noches Buenas de aquí, el día de la Lotería, el 22 de diciembre desde las ocho de la mañana con la tele puesta a todo trapo, con los gorros de Navidad  y a las dos de la tarde pasábamos por las habitaciones a cantar villancicos”. Ahora con la pandemia explica que uno tiene que comer solo y las familias prefieren permanecer en las habitaciones para evitar un contagio. De modo que aunque se ha perdido en expresión y contacto se ha aprendido a hablar con la mirada, y como mucho este año se ha hecho un concurso de belenes para mantener el ánimo.

En cuanto a la lectura de los pacientes hay concordancia de juicios,  los niños se han adaptado mejor a las mascarillas que los adultos, las reglas las tienen más claras y se les recompensa desde que ingresan con un juguete personalizado que se llevan a casa. La historia cambia con los adolescentes porque a diferencia de los niños, saben lo que se están perdiendo fuera, y más con las redes sociales, pero pese a ello Herrero reconoce que la hospitalización termina acercándolos más a sus familias .

Y frente a la presión que para Herrero es como si estuviesen tirando siempre de ti explica:

“Hay fatiga, si hubiese una fecha final todo sería de otra manera, pero gestionar la tensión ante la incertidumbre es complicado, sin embargo como supervisora no ha habido ni una sola vez que haya llamado a un compañero para que viniera a trabajar más allá de su horario y me dijera que no”

En ese sentido la psicóloga del Hospital a título personal ha estado pendiente de sus compañeros, pero no hay una referencia permanente a la que dirigirse y menos aún para el personal no sanitario. Pese a todo, forma parte del ADN del que se dedica a la sanidad pública anteponer el servicio al paciente a otras cosas. 

Su compañera, Coordinadora de Supervisión en Oncología, al trabajar con niños en edades comprendidas entre los 0 a 18 años siempre ha intentado que sus pacientes tengan una Navidad lo más cercana a lo que sería la Navidad que tiene un niño en casa.  «Es verdad que en otros años se contactaba con famosos que venían a ver a los niños, como  fue el caso de Tom Holland de Spiderman o el cantante Dani Martín, y en  esta época los sanitarios jubilados se vestían de Reyes Magos y hacían una cabalgata interna acompañados por un tamborilero, y luego iban al teatro  del hospital y les entregaban las cartas de los niños, ahora todo está limitado». Y las reglas no son menos estrictas en oncología sino que al contrario, antes se facilitaban las visitas porque los pacientes del ala de oncología pasan mucho tiempo en el hospital, ahora al ser niños que están inmunodeprimidos se evita todo riesgo, no obstante a través de las galerías pueden ver a sus familias y hablar por teléfono con ellas. La lección es que cuando el margen de maniobra es pequeño solo queda reinventarse continuamente.

Hospital Universitario Rey Juan Carlos

Archivo Quirón Salud

Mayra Castelo es responsable del Servicio de Información y Atención al Paciente del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, y reconoce que en tiempos de precovid el 99% de los pacientes ingresados contaban con visitas, y las consultas se traducían en un 99% de ocupación en las agendas de los sanitarios, pero actualmente con el Coronavirus el escenario está desdibujado, solo se permite el acompañamiento a menores, a mujeres que han dado a luz y aquellas personas extremadamente dependientes que necesitan ayuda para los quehaceres diarios. De ahí la difícil labor de mantener un equilibrio entre la seguridad y la recuperación del paciente.

En esa línea la Dirección del hospital, por respeto a lo que está pasando, ha decidido decorar sobriamente las plantas del hospital, cosa que contrasta con el año anterior en el que se hicieron concursos y  manualidades, premiando a los ganadores con obsequios que iban desde una cesta de Navidad a tablets o jamón. Ahora el ritmo es otro para los dos extremos de edades, en el área de neonatos son las matronas las que mantienen la iniciativa en el desarrollo de actividades que se muestran en su página de Facebook. Mientras que a los pacientes mayores, a los que habitualmente la Fundación ABG repartía mantas, este año se las han entregado plastificadas para facilitar la desinfección. Y en un intento de implicar a la sociedad civil se ha iniciado la fórmula el Árbol de los deseos, básicamente con cada deseo que se remite al correo del Hospital (navidad@hospitalreyjuancarlos.es), éste dona 50 céntimos a un Banco de Alimentos de Móstoles. Por ahora, el deseo que más  se repite es salud, ante todo salud, pero para Castelo hay uno en concreto que destacaría entre el resto porque pedía que todo el que lea el deseo pueda mirar hacia atrás y pueda contarlo.

Árbol de los deseos

El broche final para visibilizar esa iniciativa ha sido montar un árbol de 4 metros, colocado en la entrada del hospital, para colgar los 150 deseos recibidos hasta el momento.  Y para el propio personal del hospital se está llevando a cabo un concurso musical con el que distender el ambiente. En cuanto al voluntariado, el religioso está suspendido y el social y universitario también, sin la posibilidad de una actividad online alternativa porque para el hospital el voluntariado se entiende de una manera principalmente presencial.

En cuanto a la forma que tiene el hospital de gestionar el estrés externo por la pandemia Castelo establece: “hay mucha gente que le cuenta al personal sanitario que ha sido un año muy difícil, que han perdido el trabajo y para colmo están los problemas de salud, pero básicamente el profesional está ahí para escuchar”. En cuanto al estrés interno la propia Castelo necesitó acudir a los psicólogos clínicos del hospital, debido a que la primera ola fue especialmente dura para ella, estuvo presente cuando se realizaban llamadas de despedidas de los enfermos a los familiares, que al ser población de riesgo, no podía estar presencialmente con el paciente. Fue en ese momento cuando tuvo que acudir a pedir ayuda, desbordada a nivel emocional por la situación que se estaba viviendo en el hospital. Por eso, incide en la necesidad de la concienciación de la población, que se mueve dentro y fuera del hospital, solo entonces se puede llegar a  comprender lo que realmente está en juego.

Hospital Universitario 12 de Octubre

Archivo ABC

Ana María Díaz-Oliver es jefa del servicio de Responsabilidad Social Corporativa y hace hincapié en que convertirse en paciente para alguien que trabaja en un hospital, y eso es lo que a ella le pasó,  te cambia totalmente la perspectiva y refuerza la idea de que es imprescindible instalar en el gremio sanitario la necesidad de empatizar con el paciente y no sólo limitarse a curar la enfermedad. Aunque es una exigencia que en realidad se ha trasladado a la totalidad de la sociedad.

En términos generales la vida del hospital pasaba por tener unas 44 mil operaciones quirúrgicas al año, 46 mil ingresos programados y un millón y medio de consultas. La media eran 774 personas solamente en Urgencias en un día normal, y los viernes se estaba por encima de esas cifras, a menos que hubiera fútbol. Pero aclara  «este año la gente evita ir a los hospitales aun teniendo patologías. Además la anomalía se deja entrever con un hospital que en muchos aspectos se asemeja a un pueblo fantasma en lo que a movimiento de visitantes se refiere, restringiendo al máximo la entrada en los hospitales y pasando gran parte de las actividades a un formato online».  Ése ha sido el caso de la Gran Fiesta de Navidad que se celebra todos los años y que en otras ocasiones ha contado con músicos de fama mundial que llenan un salón de actos con 550 asientos entre los que se incluye a los familiares del personal del hospital, pero este año con la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) el seguimiento se ha hecho desde las  1300 camas de las habitaciones del Hospital 12 de Octubre.

Otras actividades pese a su potencial para el tratamiento del paciente han quedado en standby hasta el fin de la pandemia con todo lo que ello implica, es el caso de la máquina de los sueños de Juegaterapia que permite crear un mundo virtual y avatares para el desarrollo cognitivo de los niños y la reducción del dolor. Además en otras circunstancias vendrían de visita por esta época los jugadores del Atlético de Madrid o el Real Madrid, pero la adaptación a los nuevos tiempos se ha traducido mayormente en forma de mensajes de vídeo.

Pese a todo no se renuncia a la  visita de un Papá Noel, perteneciente al personal, ya que se intenta trasmitir normalidad dentro de la anormalidad. Se procura tener un horario en el que se mantengan la mayor parte de las actividades para los jóvenes, como  el cuentacuentos,  a lo que se suma que el 30 de diciembre habrá un torneo de videojuegos Brawl Stars para niños de la Asociación Porta Sonrisas. Otra actividad que entusiasma a los niños es Cartas encantadas de los reyes magos, de la Fundación Pequeño Deseo y los vídeos de la Legión 501, que consisten en que una enfermera recoge información de los niños hospitalizados y se les envía un email con un saludo personalizado de los personajes de la Guerra de las Galaxias.

 

A eso se suma que en esta pandemia han preocupado los mayores solos, por eso por primera vez en el Hospital 12 de Octubre se ha iniciado el proyecto Siempre a tu lado de Nadie Solo, pensado para aquellos ancianos que pueden pedir contactar vía teléfono con un voluntario que los llama todos los días para hablar. Precisamente para luchar contra la soledad de los pacientes también  por iniciativa de las enfermeras se han repartido tablets para hacer llegar mensajes de los familiares a las UVI de politrauma.

En cuanto a la pregunta de quiénes cuidan a los que cuidan, es decir al personal sanitario, la respuesta es que se ha gestionado desde dentro del Hospital, aunque al ser personal que se conoce y por tanto compañero resultaría  más fácil un apoyo psicológico externo. La previsión  es que la normalidad volverá en 2022, mientras tanto lo importante  es fortalecer la comunicación interna en los hospitales, poniendo recursos y habilitando las redes sociales institucionales. «Pero de esta  pandemia se puede aprender que es necesario, en el día a día, compaginar  actividades online con trabajo presencial» si sobre todo como decía Aldous Huxley «la investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano» . En ese sentido para Díaz-Oliver:

El hospital ideal sería  un espacio que funcionase como un centro cultural , facilitando el tratamiento y el entretenimiento, con una integración absoluta entre voluntarios, ciudadanía y profesionales, en el que la pedagogía sea imprescindible

 

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