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Carmen Grande: «El baloncesto femenino en España no da para vivir»

Carmen Grande en un partido de Ohio State (Foto: OHIO STATE ATHLETICS)

Desde pequeña corre el deporte por sus venas ya que su abuelo, Pepe Mirlo, fue futbolista y jugó en primera división con el Valladolid en la temporada 58/59. Tras probar suerte con la gimnasia rítmica, Carmen comenzó su trayectoria en el Club Baloncesto Tres Cantos donde jugó durante seis años. Después pasó tres años en el Estudiantes y estuvo un año en el Rivas Ecópolis. En el año 2015 le surgió la oportunidad de irse a Estados Unidos, donde ha vivido durante cinco años. Su primera casa al otro lado del charco fue Ball State University, en Indiana. Allí estuvo durante tres temporadas y llegó a ser la segunda máxima asistente de la NCAA. En 2018 decidió hacer las maletas para probar suerte en otro sitio y acabó jugando en Ohio State la temporada 18/19. Tras un año sin jugar, en 2020 volvió a la que ya había sido su casa, el Movistar Estudiantes.

-Después de jugar durante temporadas en Estados Unidos, ¿qué diferencias ve entre jugar allí y en España?

-En España es muy difícil compaginar estudios y baloncesto a un alto nivel. Yo estudié un año de Industriales mientras jugaba en el Rivas Ecópolis en LF1 (Liga Femenina 1) y dormía cinco horas al día. En Estados Unidos he podido estudiar un grado y un máster mientras jugaba en la NCAA. Allí la organización de todo es brutal porque las instalaciones están muy cerca entre sí: entre el pabellón, la universidad, la biblioteca y mi casa no había más de cinco minutos andando. Otra diferencia que veo es que en Estados Unidos hay muchas personas trabajando que están a tu disposición todos los días; desde tutores que te ayudan con los estudios, nutricionistas, fisioterapeutas, etc.

– ¿Cómo ve el panorama del baloncesto femenino respecto al masculino?

-Sigue habiendo diferencias muy claras entre el baloncesto femenino y el masculino. En Estados Unidos existe una norma, que se hizo en el año 1972, llamada Título IX que prohíbe la discriminación por razón de sexo en los programas y actividades educativas de todos los niveles. De esta manera las mujeres tienen las mismas oportunidades que los hombres en las universidades. A la hora de la verdad y bajo mi parecer no funciona tan bien, pero ahí está y creo que es dar pasos en la dirección adecuada. En España la realidad es que los equipos de baloncesto femenino no tienen el presupuesto de los masculinos, pero creo que no se ha invertido lo suficiente ni se han puesto los medios para dar voz a los clubes femeninos.

– ¿Qué medidas se están tomando para profesionalizar el baloncesto femenino?

-Nosotras estamos luchando junto con la Asociación de Jugadoras de Baloncesto (AJUB) para que el baloncesto femenino se consiga profesionalizar. Actualmente no hay obligación de que nosotras percibamos el salario mínimo interprofesional, la realidad es que no llegamos a tener lo suficiente como para vivir de esta profesión. Sin embargo, en la WNBA el año pasado se aprobó un nuevo convenio colectivo, tras años de lucha, que ha sido un logro histórico para las jugadoras.

-En el mundo del baloncesto, ¿quiénes son sus referentes?

-Mis entrenadores del Club de Tres Cantos, John Paul y Pablo, son dos personas muy influyentes en mi carrera baloncestística. Siempre acudo a ellos para pedirles consejo. No tengo ningún «héroe» del baloncesto ni ningún jugador en especial, me suelo fijar más en las jugadas que me gustan para aprender de ellas.

– ¿Se imagina una vida sin baloncesto?

-No, es una parte esencial de mi vida y siempre lo ha sido. El baloncesto me ha aportado muchas cosas positivas como liderazgo, saber actuar bajo presión, organizarme y perseguir metas. Al final, son valores que te ayudan a afrontar las situaciones que se viven en el día a día.

-Hablando de organización, ¿cómo lo hace para llegar a todo?

-En el baloncesto siempre tienes que estar disponible para tu club, eso es algo que has de tener claro cuando te metes en este mundo. Nosotras entrenamos unas cuatro o cinco horas al día y los horarios a veces son complicados, al final lo que intento para organizarme es ser objetiva con las tareas que tengo que hacer y el tiempo del que dispongo para acabarlas. Compagino los entrenamientos y partidos con mi trabajo en una agencia de gestión de becas deportivas, ofreciendo la oportunidad a nuevos talentos del baloncesto femenino para irse al extranjero.

-Si pudiera volver al pasado, ¿elegiría irse de nuevo a Estados Unidos?

-Volvería a irme mil veces. Irte fuera te ofrece muchas oportunidades, te permite conocer otras culturas y, en definitiva, te abre la mente.

¿Le resulta gratificante trabajar dando la oportunidad de irse a hacer carrera profesional,
como hizo usted en su día, a jugadoras amateurs a Estados Unidos?

-Es un proceso muy guay, lo vivo de manera distinta. Veo todos los errores que cometí yo en su día y eso me sirve para ayudar a las chicas que quieren emprender esta aventura a través de mi experiencia. A mí en su día me contactaron a través de Facebook y era una consultoría educacional muy pequeña. En mi generación nos fuimos muchas a Estados Unidos, ahora ya está más «normalizado» irse a jugar a universidades norteamericanas.

– ¿Qué expectativas tiene como jugadora de baloncesto profesional para este 2021
tan lleno de incertidumbres?
-Con el equipo vamos a jugar la Copa de la Reina, así que estoy ilusionada. Mi propósito siempre es seguir mejorando todos los días para seguir construyendo mi futuro y, sobre todo, disfrutar del baloncesto. En abril se me acaba el contrato con el Movistar Estudiantes, en definitiva, me gustaría estar en un sitio que me siga permitiendo mejorar y sumar experiencias y nuevas vivencias como hasta ahora.

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