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Cezar Pirvu, un ejemplo de superación y emprendimiento

Cezar Pirvu, natural de Rumanía y residente en El Escorial, cuenta cómo ha pasado de ayudar en obras, jardines y restaurantes, a ser un emprendedor dueño de tres negocios en el municipio

Cezar Pirvu, emprendedor | Andrea del Valle

En la pastelería Delys, situada en el centro de El Escorial, la gente se refugia y combate el frío con un un café caliente y unas pastas. La barra, situada a la entrada, recibe a los comensales con aproximadamente una decena de tipos de pasteles distintos. Tras esperar varios minutos en una de las mesas con ventana, Cezar Pirvu saluda desde el exterior y entra en el local. En su local. Después de hablar con varios comensales, la conversación comienza de manera distendida, y lo que en principio iba a ser una entrevista, se convierte en el relato de una historia de 

Fomento del comercio local

‘No me considero empresario, sino comerciante del pueblo’ asegura. Su objetivo es fomentar el comercio local que, a su parecer, se está perdiendo debido a las grandes superficies. A los 32 años, Cezar Pirvu abandona Craiova – Rumanía – para buscar un futuro mejor y un hogar en el que cuidar a su familia y ver crecer a su hija, de tan solo tres años. A diferencia de lo que ocurre en muchas otras ocasiones, él ya contaba con una estabilidad económica en su país natal.  ‘Simplemente vine para intentar mejorar la vida que teníamos mi familia y yo’, afirma. No era por problemas económicos, sino por superarse y alcanzar nuevas metas.

No me considero empresario, sino comerciante del pueblo

Tras intentar asentarse en Italia y después de dos intentos fallidos de llevar a cabo la reagrupación familiar, desistió y regresó a Craiova. ‘Realmente yo venía con intención de ganar algo de dinero, volver a Rumanía y montar mi propio negocio’, dice con una sonrisa. ‘Mis padres pensaban que volvería, pero al decirles que me compré una cosa, comprendieron que eso no iba a pasar’, y añade riendo: ‘ni ellos querían venir ni yo quería que vengan’.

Fueron muchos los trabajos que Cezar tuvo que hacer para traer a su familia y salir adelante. Sin hablar absolutamente nada de español, y siguiendo el consejo de una de sus jefas, aprendió el idioma escuchando la radio cada noche. ‘Todos los empleos que he tenido me han hecho crecer’, afirma el emprendedor. Entre ellos se encontraban limpieza de obras y jardinería. Ocho meses fueron todo lo que necesitó para que su mujer e hija volaran y se asentaran en El Escorial, un 13 de abril de 2001.

Delys, una de las pastelerías con más afluencia de El Escorial

La buena relación con el que era su jefe en la hamburguesería Hippos, su primer trabajo en hostelería en la localidad, haría que en un futuro próximo se convirtieran en socios de uno de los restaurantes con más afluencia de comensales: Parada y  Fonda. Situado a la salida de la estación de Renfe, fue el germen del nuevo proyecto y actual realidad de Cezar Pirvu: Delys.

Lo que en principio iba a ser ‘un pequeño local con dos hornos y una cafetera’ se convirtió en una de las pastelerías de más éxito de El Escorial, tanto es así, que el emprendedor continúa ampliando sus negocios y recientemente ha abierto ‘El horno de Delys’, una tienda en la que encontrar desde vinos hasta pan y pasteles. ‘La idea es que Delys sea únicamente una pastelería-cafetería, y que la venta se haga en este nuevo negocio’.

Nos hemos comprado un coche de segunda mano y vivimos en un piso de setenta metros cuadrados

Historias como la de Cezar Pirvu se repiten cada día. Miles de personas abandonan sus países en busca de una vida mejor con la incertidumbre y el miedo por bandera. En el caso que nos ocupa, Pirvu dice estar muy bien en España, al igual que su familia. A diferencia de él, su mujer es algo más nostálgica: ‘Echa más de menos Rumanía y va bastante de visita’ apunta con una sonrisa. Actualmente, es la jefa de Delys, cafetería en la que trabaja cada mañana: ‘Mi mujer también viene de la hostelería, y yo quería que volviera a trabajar en ello aquí’, concluye.

Actualmente y entre sus tres negocios (Parada y Fonda, Delys y El horno de Delys) son 32 las personas que trabajan para que estos funcionen. ‘Nos hemos comprado un coche de segunda mano y vivimos en un piso de setenta metros cuadrados’, cuenta. Se define como una persona ahorradora y sin vicios a excepción del café, y a  pesar de su notable presencia en el pueblo, afirma que el coste de sus tres negocios es elevado.

Aunque su presencia en el municipio es notable, el emprendedor afirma no ganar tanto como la gente piensa. La historia no termina aquí, y por el momento parece imposible conocer su final. Son muchos los proyectos que el emprendedor tiene en mente, pero se sigue decantando por la hostelería, eso sí, fuera de El Escorial.

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