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La negativa de los comercios de Puerta del Ángel a la zona SER: «Nos sentimos engañados, estafados y acorralados»

Los comerciantes de Puerta del Ángel se oponen a la implantación de la zona SER y advierten de sus estragos

Comercios de la calle Francisco Brizuela | Javiera Vercelotti

Los parquímetros totalmente destrozados y algunos de ellos incluso con heces de perro son la evidencia del malestar vecinal que se vive en Puerta del Ángel (Latina) desde que el pasado 23 de noviembre el Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) se estableciera en la totalidad del barrio. La medida, aprobada el 9 de marzo tras dar luz verde el pleno de la Latina, comenzó a ampliarse inicialmente en abril y alcanzó hace un mes su culminación en el barrio, dentro de la segunda fase de la operación. Sin embargo, es el pequeño comercio el principal opositor de la instauración del SER. «Nos han hecho polvo», afirma enfadada Nieves, dueña de una zapatería y vocal de la Asociación de Comerciantes del Paseo de Extremadura (Asocomerex), que se encarga de representar los intereses de los comercios del lugar y actualmente se encuentra recaudando firmas en contra de la medida para presentarlas al Ayuntamiento. 

Parquímetro destruido en Alto de Extremadura | Javiera Vercelotti

Según la dependienta, «ha sido como una implantación a traición» y asegura que no se les ha tenido en cuenta a la hora de aprobar la medida. «Se supone que los vecinos tienen que solicitar la implantación de la zona SER», apunta refiriéndose a la Ordenanza de Movilidad Sostenible de 2021, que en su artículo 57, disposición transitoria quinta, fija que la ampliación de SER a nuevos barrios de la ciudad debe ser «con acuerdo previo favorable de la junta de distrito correspondiente, así como haber consultado a los vecinos y asociaciones vecinales afectadas». Pero la tendera manifiesta que esto no fue así, y que ni los vecinos ni los comerciantes sabían que la medida se ampliaría más allá de las zonas cercanas a Madrid Río -que es donde mayor efecto frontera se produce-. «Se presentaron 480 firmas en Puerta del Ángel. Eso se aprobó en la junta, pero se limitó hasta la zona de Caramuel. Y de repente, de la noche a la mañana, sin saber nadie nada de esto, nos la han implantado a todos. Solo han considerado a 480 vecinos y somos 41.982», remata Nieves.

Precios elevados y pocas horas 

Otro de los aspectos que más preocupa al pequeño comercio es el convenio estipulado para los comerciantes, el cual tiene un coste de 566 euros anuales por 8 horas diarias. Los comerciantes denuncian la situación por considerarla injusta debido a su precio «elevado» y horas «insuficientes» para llevar a cabo sus labores. Ese es el caso de Los Hermanos Marco, una popular jamonería del barrio, llevada por Óscar, Pascual y Jesús, que cuenta con una abundante y fiel clientela. «Nosotros tenemos que alquilar una plaza de garaje porque no nos dejan acceder a las plazas como si fuéramos residentes. O pagas casi 600 euros o nada», afirma uno de los hermanos, quien además asegura que este gasto les supone en torno a 240 euros mensuales, es decir casi 3.000 euros anuales. Aseguran sin mucho entusiasmo que actualmente «pueden permitirse este gasto», pero se cuestionan si mañana podrán hacerlo. 

Nieves, sin la misma suerte, admite que en su caso le resulta imposible costearse un aparcamiento, por lo que es su padre quien debe sacar su coche para que ella pueda utilizar su plaza. «No nos dan ninguna solución», revela. Los problemas de movilización que ahora tienen que afrontar les dificultan también el reparto de sus productos, «Con ocho horas no es suficiente. Nosotros hacemos aquí 14 o 15 horas, o incluso más», asegura Óscar, quien además lamenta que todo está hecho sin estudiar la situación y con intención recaudatoria. «En la pandemia éramos esenciales, y ahora que no les conviene ya no lo somos», apostilla.

 

Hermanos Marco en la jamonería | Javiera Vercelotti

Miedo al futuro 

La mayoría de comerciantes concuerdan que actualmente no han percibido un descenso de sus ventas debido a ser fechas próximas a la Navidad, pero están convencidos de que les acabará pasando factura. «Tengo clientes que no tienen pegatina medioambiental y no pueden venir al barrio, así que ahora van a otro sitio y compran allí», sostiene uno de los jamoneros. «Algunos compran parando sin aparcar y se llevan lo justo. Me dicen ‘no me pongas más’ y se van corriendo», indica desazonado. «Nadie va a venir en transporte público para irse cargados con bolsas», agrega. De la misma manera, la dueña de la tienda textil Decorata revela a Madrilánea que ella también teme la inminente pérdida de clientela. «Muchos que antes venían en coche ahora vienen andando y en lugar de llevarse dos edredones se llevan uno y me dicen que ya volverán». 

Por otro lado, los comerciantes advierten que los gastos extra que están asumiendo acabarán viéndose reflejados a la larga en el precio de sus productos y en el inevitable encarecimiento del barrio. «Los precios del barrio van a subir, y esto es un barrio obrero», asevera Pascual. 

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