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‘Vida de perros’: Las marcas del abandono

Cada año, cerca de 300.000 animales son abandonados en España. Más de la mitad son canes que, si pudieran hablar, contarían la historia detrás de las cicatrices que su pelaje no oculta y de sus miedos hasta a las caricias

Compay, uno de los perros recogidos por Alba Protectora | Vivian Bustos

Lo primero que salta a la vista de Olmo son los cortes en las orejas y el rabo. Fue marcado de cachorro para su primera y única temporada en la caza de jabalíes y venados. En esta práctica no suele haber segundas oportunidades: la mayoría de los canes, generalmente mantenidos en lugares donde ni siquiera pueden ver la luz, son descartados o mandados a sacrificar muy jóvenes, apenas finaliza la faena en los campos, en el mes de marzo.

A Olmo le salvó la vida una incautación del Cuerpo de Agentes Forestales. Fue rescatado junto a un centenar de animales que estaban comiéndose unos a otros, entre cadáveres y peste. Solo su apellido, Guna, y sus orejas, que mantiene erguidas por los cortes, avisan del pasado infernal de este peludo, que en enero cumplió cinco años, estiman sus cuidadores de Alba Protectora. Lo equivalente a cuatro décadas de un humano. Es juguetón, cariñoso y no necesita largos paseos, porque todavía se pone nervioso en ambientes abiertos. «Pero es guapo y educado, la compañía perfecta», asegura Carolina Corral, voluntaria de la organización, mientras muestra las fotografías de estudio que el fotógrafo de perros ha sacado a Olmo con el objetivo de que encuentre un hogar.

Olmo | Alba Protectora

Corral explica que el maltrato y el abandono dejan secuelas emocionales insuperables en los animales. «Es más fácil curarles a nivel sanitario que a nivel psicológico, porque muchos tienen tantos traumas de haber sido maltratados o que no se les haya hecho una caricia en su vida, que no es sencillo superar», revela.

Edmundo no soporta una caricia. Al menor roce manifiesta una sensación de profundo dolor que lo bloquea de cualquier muestra de afecto. Fue abandonado dentro de una jaula en medio de un campo. Era su condena de muerte. Luego de varios días de sufrimiento fue encontrado por una persona que paseaba por el lugar y dio el aviso a las autoridades.

Edmundo fue recibido en Alba, pero nunca pudo ser dado en adopción por sus traumas: miedoso, desconfiado e incapaz de soportar una caricia. «Le respetamos y no podemos obligarlo a más, porque lleva tantos traumas de cachorro que no vamos a conseguir más. Él, a su manera, es feliz», comenta Corral sobre el único perro de la casa que pasea libre por las oficinas de la organización. Cuando lo único que un animal ha recibido del humano es una patada o una pedrada, «convencerlo de que no todos no todos somos iguales, a veces, es muy complicado», explica Corral, desde su experiencia de 25 años en los que se ha dedicado al rescate animal.

Más de 700 perros en las calles cada día

En España, casos como los de Olmo y Edmundo se repiten cada día en al menos 782 casos, según el estudio ‘El nunca lo haría 2022‘, de la Fundación Affinity. El informe está sustentado en cifras de 461 organizaciones protectoras, que acogieron a 285.554 perros (167.656) y gatos (117.898) abandonados en todo el país.

Según Affinity, el abandono persiste como uno de los principales problemas de bienestar y calidad de vida de perros y gatos. Asimismo, identifica que el descarte de animales, la pérdida y la caza abultan los ingresos a los refugios. Se estima que la tasa de abandono y/o pérdida de animales es de cuatro perros y tres gatos por cada 1.000 habitantes –la población española es de 47 millones de habitantes–.

En España hay 5,3 millones de niños menores de 12 años. La población prefiere tener una mascota que hijos. Actualmente, las campañas de adopción están siendo relativamente exitosas, donde la mitad de los animales recogidos logran ser adoptados. El problema es el destino de la otra mitad, pues quedan en los mismos refugios o en casas de acogida.

La interpretación que la organización Zarpas y Colmillos hace sobre las abrumadoras cifras de abandono animal es que todavía como sociedad «no somos conscientes de la responsabilidad que conlleva tener un animal y, sobre todo, la necesidad de concienciar de que las mascotas son un miembro más de la familia, y aunque nuestra situación personal se complique, hay que entender que la mascota no se puede abandonar o regalar, igual que no se haría con un hijo».

Lo que los perros no pueden contar

Si Flor de loto pudiese hablar, contaría que sus primeros padres humanos casi nunca la alimentaban y terminó matando su hambre con cualquier cosa que encontraba, desde huesos hasta tapas de botellas. La perra sufrió un prolapso de ano y en su esfuerzo por evacuar terminaba vomitando sus heces. Sus dueños tampoco le prestaron asistencia clínica. De hecho, nunca había pasado por un veterinario y cuando ya no podía ni sostenerse fue desechada.

Carolina Corral explica que Flor de loto encarna una adopción irresponsable: personas que llevan un perro a casa como si se tratara de un objeto decorativo y que cuando se deteriora o disgusta se le tira. «Muchas veces no se plantea que el animal te va a suponer una serie de gastos: veterinario, alimentación, tiempo en entrenarlos, paseos o limpieza. Los dueños tienen que tener en cuenta que si quieren tener un animal va a significar una serie de gastos y tienen que asumirlos. No le pueden negar a sus animales una asistencia al animal cuando les haga falta», subraya.

Flor de loto | Alba Protectora

No obstante, en el caso de Alba Protectora la mayor presión la reciben de los perros de caza, de fincas y naves que rescatan, muchas veces en masa y en conjunto con las autoridades. «Los cazadores todos los años mueven muchos perros, tienen un mínimo de 40 y cuando desechan a perros lo hacen entre 15 a 20 a la vez. Hazle un seguimiento a un cazador y desde cuándo tienen los perros. Verás que no tienen ningún perro viejo, la edad de sus perros está entre los 2 y 3 años, ‘¿qué ha hecho con los perros mayores?’ Cuando no dejan abandonados a los perros, simplemente los ahorcan, los tiran a un pozo o se lo dan a un desconocido de la esquina o al Vampiro de Humanes para que los recoja a todos, le pagan y ellos matan a esos perros luego», denuncia.

El caso del Vampiro de Humanes es la situación más extrema de crueldad animal al que a Corrales que le tocado asistir: un falso veterinario que extraía la sangre a decenas de galgos a los que dejaba morir. Los galgos son las mayores víctimas de explotación canina en España. Es «normal» ver sus caras y cuerpo llenos de cicatrices, como las apenas perceptibles en la piel de Sabrina Tala, una hembra de un año que se encontraba en una perrera del sur de Madrid y que fue acogida por Alba el año pasado. Es muy cariñosa y algo tímida, pero no miedosa, dice su ficha de promoción de adopción.

Adopciones: un camino desconocido

El proceso para adoptar a un perro como mascota es algo desconocido para aquellos ubicados fuera del panorama animal. Anna, una arquitecta de 26 años que deseaba compañía canina, trató de contactar con varias protectoras a través de sus perfiles en redes sociales. Tres de ellas respondieron y le remitieron un cuestionario para conocer su perfil, tipo de hogar y sus intenciones. La única de la que obtuvo contestación fue HappyDog Rescates, una protectora afincada en el municipio madrileño de Majadahonda. Gracias a ellos y en cuestión de días, pudo acoger a Yeta, una perra de raza podenca.

Yeta, la perra de Anna | Madrilánea

«Yo he tenido suerte, pero no suele ser tan fácil. Conozco mucha gente que ha adoptado y no es un proceso que dure tres días. Suele durar semanas y muchos de los perros tienen problemas de adaptación y sufren, bien porque han sido maltratados o porque estaban muy unidos a la casa de acogida donde estuvieran», reconoce Anna. Otro aspecto poco conocido es el factor económico, algo relevante a la hora de iniciar el proceso de acogida de un animal de compañía. La cuota cobrada por HappyDog Rescates, para un perro encontrado en Madrid, es de 150 euros. A lo que hay sumarle el coste de la manutención de la criatura. «Barato, no es. No es el concepto que tiene la gente de ‘voy a adoptar, porque no quiero gastar dinero’», concluye Anna.

Desde Alba Protectora, ponen todo de su parte para facilitar al máximo el proceso de adopción. El trato a los animales que acogen incluye un chequeo veterinario que incluye analíticas, vacunas, castración, microchip, limpieza de boca. «Esto no lo tienen ni el 90% de las mascotas que se venden en las tiendas o criaderos ni los animales que dan en adopción otros centros de acogida», aseveran. Asimismo, ponen a disposición del adoptante, de forma gratuita, un equipo de educadores para facilitar la adaptación del animal a su nuevo hogar, «para evitar que las personas digan que es muy caro adoptar por todo lo que hay que pagar por servicios veterinarios», indican.

Respecto a las preferencias de los adoptantes, Alba Protectora aclara que es un error pensar que es más fácil acoger a un cachorro «porque los ven más lindos y pequeños, pero cambian de opinión al enterarse de las rutinas que tienen y toda la dedicación que demandan». Aseguran que acoger a perros adultos supone menores complicaciones para las familias porque se adaptan más rápido, exigen menos tiempo y si proceden de albergues, se les garantiza todos los controles sanitarios.

Por su parte, la protectora Zarpas y Colmillos recuerda que, en el proceso de la adopción, es fundamental ser consciente de la responsabilidad que se asume: «Los animales son un miembro más de la familia y son para toda la vida, incluidos los gastos económicos que acarrean».

Los puntos claves de la adopción

Para llevar a cabo el proceso de adopción de un perro, existen cuatro puntos que es imprescindible tener en cuenta y es necesario haber contrastado con la protectora: la identificación del animal mediante un microchip, con los datos del animal y de su dueño; su inscripción en el registro censal del municipio en el que se encuentre la residencia; la cobertura del perro con un seguro, algo que es obligatorio para todos ellos en Madrid y el País Vasco, y en todo el territorio nacional para aquellos considerados potencialmente peligrosos por la ley; y, por último, entre los tres y los seis meses de edad, el animal debe recibir la vacuna antirrábica, obligatoria en toda España salvo en Galicia, Cataluña y País Vasco.

La reciente reforma de la Ley de Bienestar Animal en España, que entrará en vigor en septiembre, es más rigurosa en los requisitos para la tenencia de animales de compañía y va de la mano con el Código Penal, que reconoce el maltrato como un delito grave o muy grave. No obstante, la protección de la norma no cubre a los perros de caza, rehalas y animales auxiliares de caza, lo cual Alba Protectora considera un vacío porque representan la segunda población canina que más se abandona. Las multas por incumplir los artículos de la ley van desde los 500 hasta los 200.000 euros, dependiendo de la calificación de la infracción.

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