Malasaña

Donde la duración y el tamaño no importan

«(X X)n > (x Y)0», una obra de Nancho Novo. En Microteatro por Dinero. Por Javier Villuendas

Dos neuronas se quejan de que vivir en el cerebro de un «arquitecto gafapasta» es un aburrimiento. «Este sistema me pone nerviosa», gritan al unísono. De ahí a satirizar nuestro modelo de organización, un paso. Pero muy divertido. Las continuas carcajadas de los nueve espectadores lo corroboran.

En noviembre de 2009 casi 50 artistas presentaron un proyecto teatral en un antiguo prostíbulo que les cedieron dos fines de semana antes de su demolición. Las obras se interpretaban en las 13 habitaciones del burdel y debían durar menos de diez minutos. Sin nada de publicidad, salvo las redes sociales, la iniciativa se convirtió en un gran éxito. Con el refrendo de crítica y público, en octubre de 2010 abriría, ahora en una antigua carnicería de la calle Loreto y Chicote, el espacio «Microteatro Por Dinero». El nombre homenajea a aquel burdel de la calle Ballesta.

El precio de cuatro euros por exhibición es un gran atractivo. También el asombro. «Mucha gente trae a su pareja para darle una sorpresa», explica Ennio, taquillero del lugar. Julián y su acompañante son unos habituales, afirman haber visto más de veinte obras. “Me parece un buen invento. Es barato y original”, relata Manuel, estudiante de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático), que ha ido a ver la pieza de un compañero de clase.

Desde que surgió la idea más de 150.000 visitantes han asistido a las representaciones de las pequeñas piezas, que cada mes tienen una temática diferente. Es tal el éxito del proyecto que el 29 de marzo abrirá sede en Miami (Estados Unidos) y se estudia su expansión también a Buenos Aires (Argentina). Además, los fines de semana se trasladan a otras ciudades. El próximo toca Segovia.

Entre bambalinas

Los 21 socios que integran el proyecto provienen de diversos ámbitos, desde el mundo de la interpretación y del teatro hasta la gestión cultural o la abogacía. La cabeza pensante, y socio fundador, es Miguel Alcantud (director de Águila Roja y El internado), que además es miembro permanente del comité de selección de obras. Son tres miembros los que estudian la viabilidad de las piezas que les envían, dos de los cuales rotan y Alcantud se mantiene. En la asociación también están Lola Baldrich y Ana Risueño.

Cualquiera puede presentar un proyecto, ser elegido y disponer de una de las cinco salas diminutas que componen la planta baja del espacio, que es, en realidad, diáfano. Para la división del sitio se utilizan unos paneles móviles, salvo los lunes y martes que se ofrece una obra teatral de duración y formato clásico. Y al igual que los minutos el máximo está en 15 espectadores por pieza.

«Recibimos más de 100 obras al mes y muchas de gente famosa», explica Ennio. En éste, por ejemplo, hay obras de Nancho Novo o Borja Cobeaga. Y por supuesto, ambas de humor. Pero también abre sus puertas a los jóvenes autores. La cercanía literal, los precios populares, el petit comité, la variedad en la selección (la carta) y el boca a boca han conseguido que los fines de semana haya colas que bordean la esquina de la calle. Y también la apropiación de la idea: en Lisboa se ha creado «El Teatro Rápido». «Sin preguntar a nadie», aclara Ennio con una gran sonrisa.

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