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El metro pierde el búho

El número de autobuses nocturnos se redujo el pasado mes de septiembre. Foto: Javier Prieto

Son las cinco de la mañana y David está junto a unas veinte personas más en la plaza de Cibeles esperando que parta el autobús que lo va a llevar a casa. Es un joven de 24 años, vive en Madrid y como a la mayoría de personas de su edad le gusta salir a divertirse los fines de semana. Suele quedar con amigos y frecuentar discotecas del centro hasta bien entrada la madrugada pero, desde hace poco más de dos meses volver a casa después de una noche de pasarlo bien se ha vuelto más complicado: dos líneas nocturnas de autobuses que pasaban cerca de su casa han sido eliminadas por el Consorcio Regional de Transportes de Madrid.

El caso de David es sólo un ejemplo de muchos. El pasado mes de septiembre entró en vigencia la última reforma en la red de autobuses de la capital, que se tradujo en la desaparición de los popularmente conocidos como Metrobúhos, los vehículos que desde 2006 hacían el mismo recorrido que el suburbano madrileño durante los fines de semana y las vísperas de días festivos. Además de las 12 líneas de las que disponía la red de Metrobúhos, también se suprimieron las dos circulares de fin de semana (NC1 y NC2) y la línea I entre Somosaguas y Ciudad Universitaria. Sin embargo, la reforma también incluyó la creación de dos nuevas líneas N25 (Alonso Martínez-Villa de Vallecas) y N26 (Alonso Martínez- Aluche), y la modificación del itinerario de las líneas N15 (Cibeles- Orcasur), N17 (Cibeles- Carabanchel Alto), N22 (Cibeles- Barrio del Pilar) y N23 (Cibeles-Montecarmelo). De esta manera, el servicio nocturno quedó compuesto por 26 líneas convencionales y una exprés al aeropuerto.

La Empresa Municipal de Transportes (EMT) asegura que la diferencia de viajeros transportados entre el anterior sistema y el actual con una sola red unificada es muy pequeña. En ese sentido, afirma que la medida responde a un plan para hacer más eficiente el servicio nocturno de la red. Algunas rutas de la línea suprimida, conocida como «línea L», hacían el mismo recorrido que otras líneas convencionales de nocturnos, lo que suponía una «redundancia del servicio». «Hay que tener muy presente que los Metrobúhos solo funcionaban dos días a la semana y que un 70% estaban duplicados con líneas de búhos convencionales. Nuestra obligación es prestar un servicio eficiente y estamos transportando sólo un 7,74% menos de viajeros con un 30% menos de recursos», señalan fuentes de la empresa, que agregan que la disminución de viajeros es una tendencia generalizada desde hace varios años en el sistema de transporte público y no únicamente en el servicio nocturno de autobuses. «La línea de nocturnos convencional ha incrementado su cantidad de usuarios en un 10,59%».

David comenta que anteriormente había cuatro líneas nocturnas que pasaban cerca de su casa –a un par de manzanas de la glorieta de Cuatro Caminos– mientras ahora «sólo pasa una». La información suministrada al público le ha parecido insuficiente. «Creo que se debió informar mejor del cambio. Al principio me confundía porque además modificaron la ruta de la línea que solía usar, que iba en dirección Barrio del Pilar, y ahora la que va en esa dirección no pasa por mi casa», dice disgustado.

Desde la EMT indican que se informó lo mejor que se pudo, «a través de redes sociales, en las oficinas de atención al cliente y en la propia plaza de Cibeles». Sin embargo, la Unión General de Trabajadores lo niega, califica de «irresponsable» la medida y considera «insuficiente» el actual servicio nocturno. «El Consorcio no ha tomado en cuenta ni a usuarios ni a trabajadores», asegura Juan Castañeda, secretario general de la sección de este sindicato en la EMT, que declara que los conductores contaban con «unas jornadas, unas retribuciones económicas y unas libranzas que se correspondían con un servicio especial» que se han tenido que renogociar. En cuanto a los datos presentados por la empresa municipal, afirma que «los números y las estadísticas tienen ideología» y prefiere no valorarlos. Cree que el servicio de Metrobúhos debe prestarse a pesar del bajo número de usuarios. «Si hablamos de un servicio público tenemos que olvidarnos de argumentos de demanda, aunque vayan solo cuatro viajeros no podemos cercenar el derecho a la movilidad de las personas», afirma Castañeda.

Con el sistema de Metrobúhos David podía coger el autobús «desde Sol, Gran Vía o San Bernardo» y después de la reestructuración del servicio necesariamente tiene que llegar a Cibeles, porque es desde donde parten todos: «puedo estar en el centro y aún así tengo que venir aquí». Como él, muchos usuarios tienen menos opciones y más incomodidades para trasladarse de un sitio a otro mientras el metro permanece cerrado. Con opiniones a favor y en contra, lo cierto es que los madrileños han tenido que adaptarse, una vez más, a los cambios en la red de transporte público.

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