Chamartín

Nuestra casa en mitad de la calle

Portal donde viven Nirceas, Hassan y sus compañeros. Fotos: F. D-I.
Portal donde viven Nirceas, Hassan y sus compañeros. Fotos: F. D.-I.

Our house in the middle of the street (Nuestra casa en mitad de la calle) es una escuchadísima canción del grupo británico Madness (Locura). Pero esta ficción se vuelve realidad cuando las personas sin hogar no tienen más remedio que hacer de tripas corazón y echarle mucho ingenio para construir, en plena calle, algo muy diferente a una vivienda.

Es el caso de Nirceas, Hassan y sus compañeros, que viven en Manuel de Falla. Es esta una calle corta, con apenas una decena de portales. En la acera de los impares hay un gran edificio de oficinas inutilizadas. Bajo el techo de este portal se han instalado estos cinco o seis transeúntes. Tienen edades y procedencias distintas, pero comparten los mismos metros cuadrados.

Nirceas es rumano, como otro de sus compañeros. Va vestido con abrigo, jersey, camisa y camiseta, pantalón largo de deporte, calcetines oscuros y chanclas marrones. Tiene una barba poblada y castaña, y unos ojos vidriosos y bondadosos. Indica que toda la ropa que tiene es de la basura o de los vecinos que se la han dado. El problema que tiene son los calcetines: «Me faltan. Y más para el frío. Si consigues, tráeme. Mira, no son del mismo color», aunque apenas se note la diferencia.

Nirceas comenta entusiasmado que el 6 de diciembre es su «aniversario». Luego, más triste, recuerda cómo le robaron todos los papeles mientras dormía. Guarda la denuncia en un bolsillo. En ella se lee: Fecha de nacimiento, 23 de noviembre de 1975. Acaba de cumplir años: 37. Pero, ¿no era su «aniversario» el 6 de diciembre? Nirceas aclara: «No, es mi otro aniversario. Por mi nombre». Se refiere a su Santo.

Nirceas está solo, preparando la cena sobre una sartén. En la improvisada cocina hay una botella de alcohol puro, un hornillo, una gran cesta de mimbre, algunas latas, algunos alimentos… Nirceas muestra, orgulloso, un gran puñado de sobres de ketchup del Burger King. «Los días de fútbol la gente tira muchos por la calle», desvela. Más allá, están los colchones, los sacos de dormir, las mantas y las colchas. El cuarto de baño no está indicado de modo alguno, pero los vecinos aseguran que está a pocos pasos, junto a los matorrales de Manuel de Falla.

Este pequeño rincón hace las veces de cocina
Este pequeño rincón hace las veces de cocina

A los vecinos, por lo general, la presencia de los mendigos les provoca una sensación de inseguridad y desagrado. El pasado jueves 15 de noviembre, a primera hora de la tarde, la policía y los bomberos acudieron a la calle Manuel de Falla, «al parecer para el rescate de un gato», según informa Máximo, que regenta un establecimiento comercial de la zona. Marcela aprovechó la oportunidad para preguntar a la policía por la situación de los mendigos. «No se puede hacer nada. Mientras no cometan ningún delito. No podemos llevarlos a ningún sitio. En los albergues deben entrar voluntariamente», fueron las respuestas del agente.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *