Las marquesinas de Madrid: en números rojos (II)
Guillermo Ginés, Lucía M. Cabanelas, Silvia Nieto
¿Recuerdan a aquellas ancianas que estuvieron a punto de perder el autobús? Nadie les había avisado sobre las obras en su marquesina habitual. Tampoco de que 50 metros más abajo se encontraba la parada provisional donde debían tomar el transporte. Por suerte llegaron a tiempo, pero quizás su enfado se dirigió hacia el conductor. Una escena que se repitió a lo largo del pasado mes de diciembre. Sin embargo, ellos no eran los culpables. A muchos ni siquiera se les había notificado dónde detenerse.
Cuando se le pregunta a un conductor de la línea 146 de la EMT sobre este tema, niega con la cabeza: «Mira, a veces vamos en una dirección y está la parada. Al volver, la marquesina ha desaparecido». Y en su lugar aparecen las obras, que a estas alturas de enero llevan un retraso de tres meses y medio.
La opacidad de las empresas que gestionaron la remodelación de las marquesinas no solo afecta a usuarios, sino también a sus trabajadores. En este número se explicará la situación de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) y de la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Cemusa y El Mobiliario Urbano S.L.U. Además, analizaremos las cláusulas del concurso, detalladas en un pliego al que hemos tenido acceso.
El contrato de ese concurso establecía que las obras para renovar el mobiliario urbano de Madrid debían finalizar en octubre de 2014. El plazo no se ha cumplido y debería acarrear una penalización, todavía por concretar. De hecho, una de las faltas que contempla el pliego de condiciones es el desfase «entre el mobiliario realmente instalado y el previsto en el citado plan en más del 25%», incumplimiento calificado de «muy grave». El problema es que ni la EMT ni la UTE aclaran cuántas marquesinas han sido renovadas ni cuántas faltan por modificar. «Evidentemente no están todas puestas, hay obras por todo Madrid. Claro que tiene que haber una penalización», asegura Raquel López, consejera de la EMT y concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento.
Los requisitos que se exigían para la adjudicación del concurso eran muy restrictivos. La empresa ganadora debía contar con la «realización de al menos tres trabajos o servicios similares al objeto del contrato, durante los tres últimos años en al menos tres ciudades de más de 700.000 habitantes, siendo al menos una de ellas europea». En España, tan solo cuatro ciudades superan esta cifra: Barcelona, Valencia, Sevilla y Madrid. Y tanto Cemusa como JCDecaux, matriz de El Mobiliario Urbano S.L.U., operan en ellas.
Las duras condiciones limitaron las candidaturas. La UTE, formada por las sociedades ya citadas, fue la única empresa que concurrió al concurso y quien finalmente obtuvo la gestión. «Esto es habitual en el Ayuntamiento de Madrid», explica la concejal Raquel López. Durante sus declaraciones, afirma: «Quieren trabajar con ciertas empresas y que se presenten las de siempre porque en las contratas del Ayuntamiento, al final, son siempre las mismas». Y concluye: «Aunque se vistan de rosa o de fucsia siempre hacen los pliegos a medida».
Matrimonio de conveniencia
El contrato no parece claro y las cuentas de las empresas concurrentes son alarmantes.
Cemusa, ganadora del concurso, está en números rojos. Según el Registro Mercantil, sus pérdidas se incrementaron un 790% de 2012 a 2013, pasando de 12 millones de euros a más de 106. ¿Cómo es posible que con esta deuda haya podido ganar el concurso? ¿Cómo pudo hacer frente a los 156 millones que debía abonar a la EMT?
Quizás gracias a la buena situación económica de JCDecaux, cuya filial ha constituido, junto a Cemusa, la UTE que explotará también las dos caras de la publicidad de las marquesinas de Madrid.
A pesar de que los medios de comunicación se hicieron eco de la compra de Cemusa por JCDecaux a cambio de 80 millones de euros, tanto una como otra sostienen que la operación aún no está cerrada. «Hay un acuerdo de compra pero todavía no se ha hecho efectivo», explica Ángeles Grande, empleada de Cemusa. «Antes de cualquier tipo de declaración tendríamos que ponernos de acuerdo. No vamos a ser nosotros los únicos que den información», responde evasiva. Respecto al contrato, sostiene: «lo que haya publicado la EMT es lo que habremos acordado con ella».
Empieza el partido de tenis y la pelota, ahora, está en el lado de la empresa municipal.
El eterno rescate
La situación económica de la EMT tampoco es buena. Por ello, el Ayuntamiento de Madrid le cedió la gestión de las marquesinas. Con esta operación, la empresa municipal ingresaría los 156 millones de euros previstos en el contrato y se convertiría en concesionaria. No es la primera vez que el Ayuntamiento interviene. El pasado 19 de diciembre, el Consistorio inyectó de forma extraordinaria 24,3 millones de euros a la EMT. Esta operación pretendía sanear las cuentas de una sociedad que acumulaba tres ejercicios consecutivos con pérdidas.
Si el Ayuntamiento y la EMT hubieran gestionado la remodelación del mobiliario urbano, los ingresos por publicidad —muy superiores a los 156 millones que ha pagado la UTE—, habrían ido a parar a las arcas públicas. Esta operación, según fuentes de la oposición, sí habría podido sacar a la EMT del agujero financiero en el que se halla inmersa. En lugar de ello, se optó por una serie de parches económicos como el del pasado diciembre.
Desde la EMT optan por no aclarar su confusa situación financiera. Las llamadas son infructuosas, también los correos. Demandan un cuestionario que prometen resolver, pero los datos nunca llegan.
Éstas son algunas de las preguntas que formulamos:
¿Se ha estipulado algún tipo de penalización a la UTE Cemusa-Mobiliario Urbano por las obras derivadas del cambio de marquesinas y por haber sobrepasado el plazo?
¿Por qué criterio se rigen las obras que modifican unas marquesinas antes que otras?
¿Cuántas marquesinas faltan por cambiar?
¿Por qué se ha estipulado un plazo de seis meses cuando el número de marquesinas a modificar es superior al previsto en el anterior contrato que, en cambio, contemplaba el cambio de un número menor de marquesinas?
¿Por qué no se ha arriesgado el Ayuntamiento gestionando él mismo las marquesinas si con los ingresos por la explotación publicitaria podría salvar la deuda en la que la EMT está inmersa?
Y ésta, su respuesta:
¿Con qué pierde dinero la EMT? Desde luego no es en ampliar la flota de transportes, que se ha reducido en un 4,85% en 2013 respecto a 2012. Por otra parte, el número de pasajeros ha descendido sin llegar a cifras catastróficas. También la de los trabajadores, pero es precisamente en los sueldos donde la empresa se desangra económicamente.
Según los últimos datos del Registro Mercantil, los gastos de personal ascendían en 2013 a más de 383 millones de euros. Una cantidad que experimentó un incremento con respecto al año anterior del 4,2%. El número de trabajadores en 2013 ascendía a 8.248 empleados. ¿Cobran todos ellos más de 46.000 euros al año? Antonio, conductor y miembro de la sección sindical de UGT-EMT de Madrid, echa por tierra estas suposiciones. «No sé cuánto cobrará la directiva, pero el sueldo de un empleado medio está entre 1.200 y 1.400 euros al mes, no 4.000».
Antonio no es el único que apunta a los altos cargos de la EMT. Según el Sindicato Unificado de la empresa municipal, «el enchufismo» es la principal causa del «fracaso de la empresa pública».