Pinto reclama el acceso público a la Torre de Éboli
El ayuntamiento de Pinto ha iniciado los trámites para abrir la Torre de Éboli al público. Es la segunda vez que la ciudad reclama el acceso a la histórica prisión que albergó a figuras como Ana de Mendoza, Antonio Pérez o el duque de Nochera.
La formación política de Ganemos Pinto presentó una moción aprobada por unanimidad en el último pleno que tuvo lugar el 22 de diciembre para pedir a la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid para que los ciudadanos disfruten de un régimen de visitas en la Torre de Éboli.
No es la primera vez que el ayuntamiento realiza esta demanda. En 1997, el gobierno municipal de Pinto denunció a la Dirección General de Patrimonio Cultural un régimen de visitas. Tres años después la resolución fue que las visitas debían ser fijadas por ambas partes mediante un convenio que se firmó en 2001. Pero dicho convenio nunca llegó a aplicarse. La ley del Patrimonio Histórico Español establece, al menos, cuatro días al mes de visita gratuita y acceso libre a los bienes inmuebles declarados de interés cultural.
La Torre de Pinto, también conocida como Torre de Éboli, se construyó a mediados del siglo XIV por petición de Iñigo López de Orozco, quien había recibido el señorío de Pinto de manos de Pedro I el cruel. El torreón mide 16,5 metros de largo por 10 metros de ancho y tiene una altura de 30 metros, por lo que se piensa que formaba parte de una estructura mayor.
Las primeras referencias escritas se remontan a 1382 donde se narra la visita del rey Juan de Castilla a la torre que en aquel entonces pertenecía a Juana de Orozco. Durante los siglos XVI y XVII la Torre de Pinto fue utilizada por la Corona como prisión de personajes notables.
La princesa de Éboli
Ana de Mendoza y de la Cerda nació en 1540 y era la hija única de Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda y María Catalina de Silva y Toledo. Fue el personaje histórico por el que la torre de Pinto pasó a ser conocida como la torre de Éboli. Se desconoce cuál fue el motivo por el que empezó usar un parche en su ojo derecho pero fue durante su infancia.
El rey Felipe II decidió que una de las herederas más importantes de los reinos españoles se casara con 12 años con Ruy Gómez da Silva, un noble portugués que pertenecía al séquito de la emperatriz Isabel, madre del monarca. Ruy obtuvo del rey el principado de Éboli en Nápoles por el que ambos obtuvieron el título de príncipes. Ana de Mendoza tuvo diez hijos con su marido.
Ruy desapareció y la princesa de Éboli intentó entrar en un convento de clausura, pero trató de imponer sus propias normas alejadas de la austeridad que no fueron bien recibidas y acabó volviendo a la corte de Madrid.
Ana de Mendoza inició una peculiar relación a espaldas del rey con el secretario de Estado, Antonio Pérez. Aunque nunca se pudo demostrar que fueran amantes. La princesa de Éboli se vio envuelta involuntariamente en el extraño asesinato de Juan de Escobedo, secretario del hermano bastardo del rey don Juan de Austria.
Apodada «la Tuerta», la princesa se vio encerrada en la Torre de Pinto por orden del rey en 1579. Más tarde fue trasladada a la fortaleza de Santorcaz y dos años después se le permitió quedarse en sus dominios de Pastrana, en Guadalajara, donde quedaría recluida acompañada por su hija pequeña hasta su muerte en 1592.
Antonio Pérez, secretario de Estado de Felipe II
Antonio Pérez del Hierro era hijo de Gonzalo Pérez, secretario de Estado de Carlos I y Felipe II. Nunca se supo quien era su su madre con certeza. Pues su padre se ordenó sacerdote antes de tener descendencia. Pero se cree que su madre fue una doncella madrileña llamada Juana de Escobar. Se formó en las más prestigiosas universidades gracias a la familia Mendoza de la formaba parte la princesa de Éboli.
En 1553 fue nombrado secretario de Estado de Felipe II, puesto que también se disputaban Fernando Álvarez de Toledo y Ruy Gómez de Silva. Con la muerte del príncipe de Éboli en 1573, Antonio Pérez pasó a encabezar la facción que defendía una solución pacífica en Flandes y acciones militares contra Inglaterra. Por otro lado, comenzó una cercana relación con Ana de Mendoza. En una carta dirigida a Felipe II de uno de sus secretarios señaló que la princesa había comentado entre sus hijos que Antonio Pérez era hijo natural del príncipe de Éboli.
Pérez, quien se hacía pasar por el aliado de Juan de Austria, nombró al entonces secretario de Hacienda Juan de Escobedo como el secretario del hermano del rey para poder obtener sus confidencias. Pero Juan de Austria se ganó la lealtad de su secretario. Así que éste dejó de enviar información a Antonio Pérez. Juan de Escobedo acabó pagando su traición a Pérez con la muerte, asesinato que fue permitido por Felipe II. Antonio Pérez había convencido al monarca de que Juan de Austria tenía ambiciones en Flandes e Inglaterra, e intención de casarse con María de Estuardo.
Tras la trágica muerte de Don Juan de Austria, el monarca comenzó a tener remordimientos y uno de los secretarios de Felipe II señaló a Antonio Pérez como culpable y a su relación con Ana de Mendoza. El rey mandó detener a la princesa de Éboli mientras que el juicio a Pérez se alargó más de una década después.
En 1590 la esposa de Antonio Pérez, Juana Coello, ayudó a escapar a su marido de la Torre de Pinto. El antiguo secretario del rey huyó al reino de Aragón donde tenía amistades por su padre. El rey mandó entonces encarcelar a su mujeres y su hijos en la Torre de Pinto donde permanecieron hasta la muerte del monarca en 1598. Felipe II, desesperado por ello, recurrió a la Inquisición como tribunal al que la justicia aragonesa no dependía de los reinos, lo que provocó un levantamiento y una nueva huida de Antonio Pérez.
Pérez se trasladó a Inglaterra, pero acabaría muriendo en París en la más absoluta pobreza en 1611 tras pedir perdón en numerosas ocasiones a la corona sin resultados.
El duque de Nochera, el único que murió en la Torre de Pinto
Francisco María Carrafa Catrioto y Gonzaga, más conocido como el duque de Nochera, provenía de una noble familia napolitana. Carrafa prosiguió una larga carrera militar, en el cual se hizo valer en el campo de batalla y en sus ascensos. Participó en la batalla de Túnez junto al Duque de Osuna en 1611. También luchó en Breda, cuya rendición inmortalizó Velázquez.
Carrafa acudió a Flandes acompañado por el cardenal infante don Fernando y más tarde fue nombrado como capitán general de Guipúzcoa por Felipe IV con la idea de que se adentrara en Francia. Pero fue un plan que no tuvo éxito y por el que fue procesado en 1638.
Un año más tarde, el duque de Nochera fue nombrado virrey de Aragón y Grande de España. En 1940 también obtiene el título de virrey de Navarra. Pero al estallar el conflicto con Cataluña, Carrafa pidió al rey que fuera cauteloso antes de que los catalanes se unieran a Francia.
Pero su intervención era contraria a las políticas seguidas por el Conde Duque de Olivares. Por lo que, Francisco María Carrafa fue encarcelado en la Torre de Pinto donde murió en 1642 tras un largo proceso judicial.
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