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Alberto Gómez, experiodista de «Noticias Cuatro»: «Si no convencen los informativos hay que darles una vuelta, pero no eliminarlos»

Alberto Gómez moderando una mesa redonda durante el XIX Congreso de Periodismo Digital. Foto: Javier Broto
Alberto Gómez durante el XIX Congreso de Periodismo Digital. Foto: Javier Broto

Alberto Gómez (1978) es un periodista con más de quince años de experiencia al otro lado de la información. Jerezano de nacimiento, se mudó a Barcelona para contar todo lo que ha ido sucediendo en la ciudad condal. En un primer momento lo hizo a través de la Agencia EFE, pero desde hace nueve años y hasta hace unas semanas, lo ha hecho para Noticias Cuatro. Un año más, Gómez regresa al XX Congreso de Periodismo Digital de Huesca para moderar una mesa redonda que versa sobre uno de los formatos televisivos que más repercusión están teniendo en los últimos años: el constante última hora de la política. Cadenas como La Sexta, La 1 o incluso Cuatro han ido modificando sus parrillas para ir incorporando formatos que se corresponden con esta nueva fórmula informativa. Espacios como Al Rojo Vivo o Más Vale Tarde en La Sexta, o los recién estrenados Está pasando en Telemadrid y Cuatro al día en Mediaset responden a este nuevo fenómeno televisivo.

Gómez estuvo trabajando para Noticias Cuatro durante nueve años y hasta el desmantelamiento de la redacción, tras el cierre de los servicios informativos de la segunda cadena de Mediaset España el pasado 17 de febrero de este año. Gómez también analiza lo que sucedió, los motivos por los que cree que se tomó la decisión y si esta fue acertada o no.

— ¿Sigues siendo periodista de Cuatro?

En las últimas dos o tres semanas ya no. Pero he estado nueve años en Cuatro, si.

— ¿Cómo te enteraste de que cerraba Noticias Cuatro?

Me enteré prácticamente como todo el mundo. Es cierto que siempre hay rumores de que los jefes están rumiando algo negativo para los trabajadores, y en este caso había un cierto temor basado, en teoría, en la poca audiencia, y digo en teoría, que tenía el informativo de mediodía y, sobre todo, el de la noche. Pero no creo que fuera la única razón que los gestores de Mediaset tuvieron en cuenta a la hora de decidir que ese espacio ya no tenía sentido y cerrarlo. Lo viví en primera persona y con toda la preocupación del mundo, lógicamente, porque es algo inédito. Pienso que si no convencen los informativos de mediodía o de noche de una cadena lo que hay que hacer es darle una vuelta, avanzarlos o retrasarlos en la parrilla, cambiar el plató, los presentadores… pero no eliminarlos.

— ¿Cómo se puede entender el cierre de Noticias Cuatro con la llegada de Cuatro al día?

Es un espacio en el que ya no crees, y no deja de ser una apuesta de la cadena. Los gestores ya no confiaban en el espacio de mediodía y de noche y han apostado por Cuatro al día, un espacio de tarde. Veremos si se consolida, ojalá. Veremos si funciona, ojalá. Y qué recorrido tiene, sobre todo de cara a los compañeros.

— ¿Crees que puede llegar a suplir la labor informativa que cumplía Noticias Cuatro?

No, no la va a suplir porque es un espacio muy diferente. Es otro tipo de información, con otro tipo de coberturas, otro ritmo, otro timing, e incluso otra franja. Si nos lo llevamos a La Sexta, el programa Más Vale Tarde no cumple con la función del informativo de mediodía o de la noche. Es otro concepto.

— Hablando de la mesa redonda que vas a moderar en el XX Congreso de Periodismo de Huesca, ¿cómo definirías la futbolización del periodismo?

Un domingo cualquiera de los de antes, uno se ponía la radio y escuchaba los seis o siete partidos que se estaban dando a la vez. Los locutores del estudio central conectaban con los periodistas que estaban repartidos por los campos de fútbol, que iban contando lo que pasaba en cada partido a una velocidad de vértigo. Siempre ha sido una información muy atractiva, sugerente, apoyada por millones de oyentes, y con la que la gente se hacía una idea de lo que sucedía. Es cierto que también a veces se hacían las rondas informativas, en las que se preguntaba a los periodistas sobre lo que estaba sucediendo a pesar de que ese pobre profesional no tenía nada que contar. Esa velocidad de vértigo y ese conectar con seis o siete escenarios diferentes se ha trasladado a la política. También se aplica una técnica muy visual para anunciar que se va a conectar con diferentes puntos, que es la de la pantalla partida. Se ven a dos, tres o cuatro redactores en diferentes escenarios, micrófono en mano, esperando para contar lo que está sucediendo en directo. Antonio García Ferreras o cualquier otro presentador de televisión conecta con diferentes «terrenos de juego»: el Congreso, el Parlament, la calle Ferraz, Génova, etc. Un escenario muy representativo de esto fue la Moción de Censura del pasado año. Incluso se conectaba con el restaurante en el que se refugió Rajoy. Desconocemos si es bueno o malo para los espectadores todas esas múltiples conexiones y la velocidad de vértigo en la que se traslada tanta información. Pero lo cierto es que está ahí y tiene un gran éxito, porque hay una gran audiencia que está atenta a la pantalla. Hay que analizar sus repercusiones, si se veía venir, si es propio de la sociedad que quiere saber toda una historia en cuatro tuits. ¿Hemos empobrecido el lenguaje y la información televisiva al conectar tan rápido e instantáneamente con diferentes campos? Ese es el debate que llevamos a Huesca.

— ¿Están sabiendo responder a las demandas de los espectadores?

Es obvio que la gente puede contestar a tres Whatsapp diferentes mientras ve un vídeo en Youtube. Y mientras puede ir viendo fotos en Instagram. El espectador, en su día a día, hace diez cosas a la vez. Los editores de estos espacios no son tontos, saben qué tipo de público hay y que es capaz de digerir esa información repartida en varios escenarios. Lo que no sabemos es si debemos ofrecerles otra cosa más sosegada, más cocinada a fuego lento. Pero esta fórmula vertiginosa funciona. No siempre nos tenemos que basar en si funciona o no, porque la gente también compra droga y la consume, pero no podemos defenderlo. Tampoco podemos defender a capa y espada este modelo. Simplemente debatamos, pensemos si es bueno o si es malo, pero es cierto que la sociedad está preparada y lo consume.

Alberto Gómez moderando una mesa redonda durante el XIX Congreso de Periodismo Digital. Foto: Javier Broto
Alberto Gómez moderando una mesa redonda durante el XIX Congreso de Periodismo Digital. Foto: Javier Broto

— ¿Estos formatos pueden llegar a abrumar al espectador?

No sé si abrumar, pero lo que creo (y será de las cosas que más toquemos en el debate de Huesca) es que los espectadores no se llevan una información muy analizada y sosegada. En estos formatos eso es imposible. Es como si te lees durante una hora mensajes en redes sociales sobre un libro en vez de leer la obra. De hecho para explicar cuestiones complejas la gente tira de hilos de Twitter, ya ni siquiera un simple tuit. Es decir, como ya no puedo explicarlo rápido y conciso en 280 caracteres, voy a soltar un hilo. Y en diez o doce ideas breves, te explican una cuestión compleja. A lo mejor un tuit no es suficiente. Entonces, a lo mejor un espectador después de ver un espacio, por ejemplo, como Al Rojo Vivo, tiene una información en la cabeza de lo que ha pasado, pero no es ni sosegada ni analizada. Para eso luego se tiene que leer algo con más detenimiento. Además, muchas veces la información es cortada por otros acontecimientos. Si ha habido un accidente de tren, se para la información para hablar de esa última hora, y luego hay una pausa de publicidad. En cambio, si coges un libro y apagas el móvil, el libro entra al 100% en la cabeza porque solo tienes puesta la atención en la lectura.

— Una de las frases más repetidas en estos espacios es la de que «estamos ante una jornada histórica». ¿Tantas jornadas históricas no pueden llegar al espectador y estos empezar a menospreciar la actualidad?

Bueno, llevémoslo de nuevo al fútbol. Los Barcelona–Madrid siempre se consideran históricos, y la gente sigue viéndolos. Podemos calificarlos a todos erróneamente como «días históricos», pero la gente sigue pendiente. Y hablo desde Barcelona, donde ha habido muchos días históricos con el proceso soberanista. Parece que la gente que no se cansa del todo. Si eso hubiera sucedido hace tiempo no existiría La Sexta Noche. Es sábado por la noche, ocupando un espacio en el que que anteriormente solo había fútbol y la gente salía al teatro, al cine, a cenar o a irse de copas. Y ahora hay miles o millones de espectadores que ven un programa de política e, incluso, espacios de economía. No se si a cinco o diez años vista, si la gente se ha cansado en los últimos meses, podría desaparecer, pero creo que todavía hay un público que demanda este tipo de información. Pero no es el único espacio similar: en TV3 hay otro que se llama FAQS y que también tiene miles o millones de espectadores. Es decir, que el cansancio es el mismo que el de los Barcelona–Madrid: poco.

— ¿En qué manera puede suponer esto un reto para un periodista?

Hay que ser muy rápido y tener el teléfono echando humo, contar con buenas fuentes y saber contarlo casi a golpe de tuits. Si Pedro Sánchez pone algo en las redes sociales, en menos de una hora hay que tener reacciones. De hecho, las primeras suelen ser de los políticos a través de Twitter. Todo eso hay que almacenarlo y difundirlo a través del espacio, ya sea radio, televisión o un digital.

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